El Papa, el neoliberalismo y la desigualdad

Nosotros damos gracias a El Creador, a Dios, Nuestro Señor Jesucristo, porque en el seno de nuestra familia, tanto en Navidad como en Año Nuevo, hubo paz, salud, bienestar y alimento; además, empezamos el 2013 teniendo trabajo.

Sin embargo, una gran cantidad de compatriotas costarricenses no tuvieron igual suerte. Para estas personas, gente como uno, las famosas “oportunidades” que nos da este sistema no se ven por ningún lado. Lo que se les receta es exclusión social, pobreza y marginalidad.

Son seres humanos víctimas de ese gran mal que nos aqueja como país, el problema número uno de la sociedad costarricense de hoy: la desigualdad. Desigualdad que, por cierto, aún a las personas con trabajo y con empleo formal pero de ingresos salariales medios y bajos, también hace sufrir por las estrecheces de la situación económica familiar, por el alto endeudamiento, por las alzas en las tarifas de los servicios públicos fundamentales (agua, luz, teléfono, buses), por las injusticias tributarias, por el “reajuste” salarial indigno y poco compensatorio de la alta carestía de la vida.

Igualmente, pensamos en las personas trabajadoras del mercado informal; pensamos en las personas sin empleo; pensamos en los micro, pequeños y medianos empresarios que resisten su exclusión de este infame sistema neoliberal que ha llevado al propio Papa, Benedicto XVI, a plantear serios cuestionamientos; mismos que hoy, precisamente, queremos compartir con ustedes que nos hacen el inmenso honor de seguirnos leyendo en este nuevo año.

El pasado 1 de enero, con ocasión de la cuadragésimo sexta Jornada Mundial de la Paz, el Papa Benedicto XVI emitió un mensaje para la congregación católica universal; mensaje que, como bien se sabe, tiene repercusiones de índole moral y ética que difícilmente pueden ser ignoradas. Empecemos…

Dice el Papa que “causan alarma los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado”.

Cualquiera diría que el Papa se volvió “sindicalista”, pues este es uno de los ejes centrales de la lucha obrera (nacional, latinoamericana y global) que los sindicatos por todo el orbe vienen denunciando; ahora con más fuerza que nunca por los terribles episodios de la especie de guerra social que ese “capitalismo financiero no regulado” de que nos habla Benedicto XVI, ha desatado contra la clase trabajadora de países de la Unión Europea (UE), como Irlanda, Islandia, Grecia, España, Portugal, Italia, Francia y la misma Alemania.

Ante este estado de cosas tan perverso para “los y las de abajo”, dice el Papa que “actualmente son muchos los que reconocen que es necesario un nuevo modelo de desarrollo, así como una nueva visión de la economía”. ¡¡¡Eureka!!! Efectivamente, tiene razón Su Santidad Benedicto XVI.

Precisamente por eso, porque es necesario un “nuevo modelo de desarrollo”, es que se hace imprescindible que reparemos en lo que viene ocurriendo en varios países de América Latina que han ido abandonando, poco a poco, el “viejo modelo de desarrollo”, el inspirado en el perverso y anticristiano neoliberalismo, ese del “capital financiero no regulado”, como lo llama el Papa.

El combate a la desigualdad se ha convertido en eje central de las políticas públicas de países hermanos como Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Argentina; cuyos gobiernos, de un modo u otro, han apostado a la distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento económico. Por el contrario, Costa Rica tiene el enorme deshonor de estar a la cabeza de las naciones latinoamericanas en cuanto a este indicador negativo: somos el país donde más creció la desigualdad.

¡Qué bien harían los ilustrados obispos ticos, integrantes de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR), en emprender una cruzada de sensibilización ante nuestra cruel realidad de crecimiento de la desigualdad, a la luz del mensaje del Papa este pasado 1 de enero!; así como hablar de las alternativas que hay para atajarla, enfrentarla y eliminarla.

Porque Benedicto XVI, ligando la lucha por la paz con la de la justicia social se deja decir lo siguiente: “El que trabaja por la paz debe tener presente que, en sectores cada vez mayores de la opinión pública, la ideología del liberalismo radical y de la tecnocracia insinúan la convicción de que el crecimiento económico se ha de conseguir incluso a costa de erosionar la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, así como de los derechos y deberes sociales. Estos derechos y deberes han de ser considerados fundamentales para la plena realización de otros, empezando por los civiles y políticos”. Sinceramente, ¡impresionante! Lo que el Papa nos dice es algo así como para qué tener derecho al voto si se tiene hambre, si no hay trabajo…

Y en este punto conviene detenerse para compartirles este otro pensamiento papal: “Uno de los derechos y deberes sociales más amenazados actualmente es el derecho al trabajo. Esto se debe a que, cada vez más, el trabajo y el justo reconocimiento de los trabajadores no están adecuadamente valorizados, porque el desarrollo económico se hace depender sobre todo de la absoluta libertad de los mercados. El trabajo es considerado una mera variable dependiente de los mecanismos económicos y financieros…”.

En el caso costarricense, este pensamiento papel cae “como anillo al dedo”, a propósito de la lucha tenaz que algunas organizaciones sindicales sostienen por el proyecto de la Reforma Procesal Laboral (RPL), injusta e ingratamente vetado por este Gobierno. Bien haría la CECOR en interponer sus buenos oficios para que la RPL se haga ya ley de la República y el trabajo en nuestro país pase a ser considerado algo más que “una mera variable dependiente de los mecanismos económicos y financieros”.

Nosotros no terminamos de impresionarnos con este mensaje papal. ¿Se volvió el Papa “socialista”?… Nada que ver. Es que la esencia perversa de ese neoliberalismo criminal es de tal magnitud que una de las posibilidades más fértiles de poder combatirle es apelando al mensaje de Cristo Jesús, siempre y eternamente válido en favor de los desvalidos. Al respecto dice Benedicto XVI que “en el ámbito económico, se necesitan, especialmente por parte de los estados, políticas de desarrollo industrial y agrícola que se preocupen del progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático. Es fundamental e imprescindible, además, la estructuración ética de los mercados monetarios, financieros y comerciales; éstos han de ser estabilizados y mejor coordinados y controlados, de modo que no se cause daño a los más pobres…”.

La prédica papal con motivo de la XLVI Jornada Mundial de la Paz da para muchos más comentarios, porque también nos habla de Soberanía y Seguridad Alimentarias. Nosotros hemos de volver sobre ella en próximo comentario.

Un comentario en «El Papa, el neoliberalismo y la desigualdad»

  • Raúl Ibáñez Martínez dice:

    ¡Hola!

    He iniciado la petición “Sr. Presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Rouco Varela.: Su más firme condena de la politicas neoliberales, intrinsecamente anticristianas, del gobierno de Mariano Rajoy.” y necesito que me ayudes a hacerla despegar.

    ¿Tienes medio minuto para firmarla ahora mismo? Puedes hacerlo aquí:

    http://www.change.org/es/peticiones/sr-presidente-de-la-conferencia-episcopal-española-monseñor-rouco-varela-su-más-firme-condena-de-la-politicas-neoliberales-intrinsecamente-anticristianas-del-gobierno-de-mariano-rajoy

    Es importante por todo esto:

    Los católicos no podemos ser cómplices silenciosos de las injusticias de todo orden que provocan las políticas liberales, intrínsecamente anticristianas, aplicadas indecentemente por el gobierno de Mariano Rajoy contra una mayoría silenciosa que provocan sentimientos de temor y exasperación en los que tenemos la suerte de poder comer todos los días; indignación a los cautivos, los más, de una nómina congelada o minorada al capricho de una clase empresarial alta; la misma que sienten los funcionarios al ver congelados sus ingresos por cuarto año consecutivo; impotencia y desesperación en todos aquellos, y sus familias, que perdieron su empleo y no ven un futuro a sus vidas, lo mismo que nuestros mayores, último refugio de hijos y nietos en paro, que no entienden que es eso de desindexación, término usado por los trileros del lenguaje para esconder la pérdida de poder adquisitivo en la propuesta envenenada de incremento de las pensiones.
    No acierto a imaginar lo que pueden sentir los enfermos crónicos de las familias en paro condenados a una muerte segura por falta de recursos, lo mismo que los jóvenes universitarios que deberán abandonar sus carreras por falta de becas. o los padres que no pueden pagar los libros para sus hijos.
    Por contra, los banqueros que provocaron la crisis realizan mejores resultados en los balances de sus cuentas de resultados, al igual que las grandes empresas cuyos beneficios se gravan una décima parte de lo que aporta cualquier trabajador.
    Termino mencionando a la casta política , por encima de la crisis, del bien y del mal y de la Justicia extendida cual alfombra a su paso, que aupados por nosotros en las urnas cometen tamañas tropelías de las que habrán de avergonzarse nuestros propios nietos.

    Puedes firmar mi petición haciendo clic aquí.

    Gracias.
    Raúl Ibáñez Martinez

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