Nada más trágico para el país que ni siquiera podamos, técnica y científicamente, auscultarnos de cuántos somos, de cómo estamos, de qué carecemos, de qué debemos planificar en el mediano y en largo plazo; si, verdaderamente, es sincero el discurso oficial de la política pública que debe centrarse en la búsqueda y en la promoción del bien común.
Consideramos que es un grave error estratégico cercenar el presupuesto necesario que para esos efectos ha solicitado el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), cifrado en la cantidad de 5 mil 372 millones de colones. Pero en la cartera de Hacienda le han aplicado un inmisericorde machetazo y han indicado que solamente podrán otorgar 2 mil 500 millones de colones.
Es decir que por una miopía política que, al final, pagaremos caro, se le quita al presupuesto para los censos nacionales del año entrante, unos 2 mil 800 millones de colones; cantidad ésta que fácilmente puede asignarse sin que nos “hundamos” más en el “precipicio” del déficit fiscal. ¿Es que en verdad nos estamos “hundiendo” por tal razón como dice el discurso oficial?
Esto de los censos nacionales previstos para el año entrante 2011, no es un asunto improvisado, que el INEC se sacó de la manga de la noche a la mañana. El altísimo profesionalismo, la solidez técnica y la gran solvencia moral que caracteriza al personal de esta importantísima institución de servicio público, ha estado trabajando desde hace mucho tiempo para que con los datos que se van a obtener, Costa Rica, puede pensarse a sí misma: qué va a hacer en materias de política pública tan sensibles como educación, seguridad, salud, infraestructura, asistencia y movilidad social, medio ambiente y otras.
Como país, promocionamos ante el mundo que le llevamos muchísima ventaja a otras naciones del orbe que tienen desafíos parecidos o perfiles más o menos similares al nuestro; nos damos el lujo de vanagloriarnos de que, en algunos campos, tenemos estándares sociales similares a los países más desarrollados, como los del norte de Europa. Es más, hasta pontificamos y les decimos a otros (teniendo ya como tenemos techo de vidrio), cómo deben practicarse los Derechos Humanos universalmente reconocidos. Pero ¡oh paradoja! ¡Qué ridículo! No podemos realizar el censo nacional por un recorte absurdo, irracional, fuera de toda proporción, del presupuesto que, de manera absolutamente responsable, la gente del INEC ha previsto con toda seriedad.
¡Por favor! De manera vehemente le pedimos a la primera mandataria, al señor Ministro de Hacienda, que corrijan semejante error, más bien horror. El Censo Nacional es una decisión de país, no de un gobierno transitorio; es una cuestión de superior orden estratégico, no una política ocasional de cuatrienio gubernamental.
¿Qué será? ¿Será que a los sectores dominantes les da miedo que se dé una constatación estadística, profesionalmente incuestionable, con fuerte asidero científico, de qué, en verdad, estamos mal en muchos órdenes, como así lo siente a diario la gente, “los de abajo”; por ejemplo, en cuanto al crecimiento de la desigualdad y en cuanto a la concentración de la riqueza?…
Solicitamos, respetuosamente, a la honorable Asamblea Legislativa que corrija en el trámite del presupuesto nacional del año entrante, la “metida de pata” del Gobierno en este asunto del financiamiento de los censos nacionales del año entrante. Se trata de una urgente necesidad nacional que ha de tener impacto en el desarrollo nacional venidero.