¡Todo el poder para los empresarios!

No puedo decir que me sorprenda de lo que escribió este periodista, porque confieso que antes he leído cosas suyas. Sin embargo, esta vez llama la atención la falta de argumentos serios con los que se refiere a un tema que evidentemente desconoce, y que aborda con una visión tan tergiversada y falaz que no puede pasar inadvertida. Decir que la paz social de Costa Rica se la debemos al movimiento solidarista, es ignorar por completo la historia patria.

Con su perorata, Camilo Rodríguez se nos muestra como todo un vocero de los empresarios más reaccionarios del país, entusiasta promotor del discurso oficial del neoliberalismo antisindical, característico de los gobiernos de ultra derecha.

Lo irracional de su comentario arranca desde el inicio cuando exclama con voz de marcado acento “macartista” ¡no más poder para los sindicatos!, pasando burdamente por alto, que en el sector privado ni siquiera existen sindicatos, porque los trabajadores, desarmados ante el enorme poder del empresariado costarricense, no tienen derecho a organizarse.

Es precisamente la falta de medidas legales para proteger la formación de sindicatos en las empresas privadas, lo que justifica lo poco que ofrece el proyecto de ley contra el que despotrica el furibundo reportero. De hecho, la propuesta de ley recoge apenas los compromisos mínimos que el país ha adquirido ante la Organización Internacional del Trabajo que, año con año, nos anota en la lista negra de países que violan los derechos sindicales, cosa que a Camilo Rodríguez parece no preocuparle en absoluto.

Resulta increíble que entrados ya en el siglo XXI, tengamos que escuchar las arengas antisindicalistas de algunos que, como otros en el siglo antepasado se desgañitaban pidiendo la horca para los mártires de Chicago. Que ciento cincuenta años después de que el movimiento obrero alcanzara el derecho a la jornada de ocho horas, se escuchen voces que acusan a los sindicatos de enemigos del progreso, es bastante atraso.

Camilo Rodríguez, arenga contra los sindicatos y habla con tono de empresario liberal decimonónico, cuando afirma que el proyecto de ley “puede espantar a empresas que tengan planes de venir a invertir en Costa Rica. En medio de la crisis, en las empresas meditan más cada movimiento, y no podemos competir con Irlanda, México, Chile, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Malasia o Vietnam”

¡Qué criterio más simplista! Oportuno hubiese sido que antes de escribirle a CANARA, hubiese leído sobre las políticas anti-crisis que promueve hoy en día el Banco Mundial, entre ellas, las que otorgan mayor puntuación en el “ranking” sobre condiciones de inversión a los países que cuentan con leyes más protectoras para los trabajadores.

Evidentemente el conocido periodista ignora que son los países más desarrollados y competitivos del mundo, los que tienen las mayores tasas de sindicalización y los sindicatos más fuertes. Contrario a lo que él piensa, los sindicatos lejos de ser vistos como “enemigos del progreso”, son agentes imprescindibles del desarrollo, la democracia y la paz social; de la paz social verdadera, esa que nace de la justicia y del diálogo, y no de la actitud sumisa de los débiles ante el poder económico de los poderosos, como la entienden algunos.

La diatriba que lanza el comentarista en contra de las organizaciones sindicales, tiene como uno de sus motivos, la oposición del sindicato de trabajadores de JAPDEVA a la privatización de los puertos de Limón, ya que considera que toda la ineficiencia portuaria es culpa del sindicato, ¡como si fuese este el que dirige la institución! Y aunque se queja de los “privilegios, dádivas y regalos” que a los sindicatos “le concedieron los gobiernos timoratos y complacientes” no dice nada respecto de la propuesta corrupta que el actual gobierno le hace a ese mismo sindicato con el fin de que facilite la privatización de los puertos. De verdad que el color de las cosas depende mucho del cristal con que se les mira…

El periodista Rodríguez afirma que “si este es un país en el que los sindicatos pueden atentar contra la estabilidad y contra la rapidez en los negocios…”, “puede espantar a empresas que tengan planes de venir a invertir en Costa Rica.” ¡Que argumento! ¿Cómo harán la Toyota o la Fiat con sus sindicatos…?

Que Costa Rica pueda competir con Irlanda, Chile, Malasia o Indonesia, como pretende Camilo, es asunto bastante complejo que lo dejo en las manos de los empresarios y entendidos en la materia. Sí me preocupa, y mucho, que Costa Rica compita por hacerse un lugar al lado de países tercermundistas infractores de los derechos humanos, que violan e irrespetan los derechos fundamentales de los trabajadores, como Zimbabue, Burundi o Etiopia.

*estebancalvo@racsa.co.cr

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