En los últimos días la hermana Panamá, tierra centroamericana como la nuestra, ha sufrido una enorme conmoción social que nos ha impactado muchísimo, considerando que la organización para la cual trabajamos, tiene extraordinarias relaciones desde hace bastante tiempo con agrupaciones como el Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales del Pueblo de Panamá (FRENADESO), que es una gran coalición sociocívica con gran base social entre la población panameña, especialmente entre los sectores populares.
Igualmente, nos enorgullece nuestros lazos político-sindicales con el Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (SUNTRACS), la organización laboral más beligerante del pueblo de Panamá, la cual, incluso, ya ha ofrendado vidas, asesinadas por el aparato policial, en sus luchas por desarrollar más la democracia y al amparo de los principios de los Derechos Humanos universalmente reconocidos.
El actual gobierno de Panamá, encabezado por el acaudalado empresario Ricardo Martinelli Berrocal (asediado por una serie de controversias que han puesto en duda la legitimidad real de su ascenso al poder), ha promovido una brutal ola represiva contra los derechos humanos, laborales, sindicales y ambientales que, de consolidarse, generarán una involución, un retroceso, en el desarrollo de la democracia panameña.
La coalición gubernamental de Martinelli (por cierto con un pensamiento estructural muy parecido a la que aquí rige, la coalición “_Li-Li_” –Liberación-Libertario-), promovió dos paquetes de leyes, totalmente abusivas y que violenta uno de los principios fundamentales del Derecho, cual es el de la conexidad de las leyes. Es decir, al amparo de una ley diz que para “_impulsar_” la aviación comercial y de _“mejoras_” al sector financiero, Martinelli se “_le fue a patadas_” al Código de Trabajo de Panamá y otras leyes relacionadas, en lo que constituye la ofensiva antisindical y en contra del derecho obrero más brutal desde que ese país conquistó su independencia de Colombia, en 1903.
El pueblo le puso a ese mamotreto la “_ley chorizo_”, “_ley nueve en uno_”. Tal es la mezcla irracional de legislación con un propósito central único: acabar con los sindicatos panameños.
La “_ley chorizo_” reduce a su mínima expresión el derecho de huelga (que en Costa Rica tiene rango constitucional); elimina la obligación patronal de deducir del salario de la persona trabajadora la cuota que decidió pagar al sindicato de su preferencia (que en nuestro país está por ley del Código de Trabajo); autoriza a la patronal a contratar esquiroles (rompehuelgas) en caso de movimientos de este tipo.
Este tipo de disposiciones pretenden eliminar del mapa político-social panameño a su movimiento sindical, especialmente al que es independiente, al que tiene pensamiento propio, al que trabaja ligado con la ciudadanía, al que está insertado en el corazón del pueblo.
Semejante atentado a la democracia, a los Derechos Humanos, a los principios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a la Constitución y las leyes laborales panameñas, no podía pasar sin que hubiese la necesaria, justa e imprescindible reacción popular obrera. Protestas de todo tipo, incluyendo prolongadas huelgas, han puesto a Panamá en los escenarios internacionales; movimientos de presión en los cuales tanto FRENADESO como SUNTRACS, junto a un altísimo conglomerado de agrupaciones de todo tipo, han jugado un papel fundamental.
Al régimen autoritario de Martinelli no le quedó más que acudir al expediente represivo: violencia policial, garrote para el pueblo, gases, órdenes de aprensión para dirigentes, detenciones arbitrarias extrajudiciales; típica reacción del capital opresor cuando éste se siente acosado por la fuerza laboral; cuando se queda sin argumentos; cuando pierde la batalla de las ideas como en este caso. Esto es importante que lo tengamos presente. Hemos venido indicando que estos son tiempos de la hegemonía del capital, pero del capital más agresivo, más codicioso, más destructor del ambiente y de la ecología. Un capital agresivo que es capaz de pasar por encima de las conquistas sociales y laborales de los pueblos; un capital agresivo que es capaz de comprar conciencias, atropellar la institucionalidad jurídica, violentar constituciones y leyes; y, si es necesario, reprimir a sangre y fuego el ascenso y el desarrollo de las democracias si éstas amenazan su estabilidad para acumular más y más a costa de mayores niveles de explotación obrera.
¿O es que acaso ya se nos olvidó cómo es que se comportó este tipo de capital con ocasión de la histórica y patriótica gesta popular costarricense como lo fue la lucha contra el tipo de TLC que finalmente lograron imponernos con los Estados Unidos? ¿O lo que pasó con la legítima dirección del sindicato de Japdeva, a la cual le dieron un Golpe de Estado? ¡No!, definitivamente sería un grave error estratégico olvidar cuál es la naturaleza de los tipos que están manejando las políticas del capital neoliberal en Costa Rica.
Supuestamente, la altísima presión popular estaría obligando a Martinelli a desdecirse, aunque sea transitoriamente, de la imposición de los artículos más repudiados de la brutal “_ley chorizo_”. Sin embargo, estamos seguros de que el pueblo trabajador de Panamá y sus organizaciones más representativas, como FRENADESO y SUNTRACS, tienen la claridad política necesaria, la estatura moral y ética de la cual carece su contraparte y la legitimidad real de su inserción en el tejido social de ese hermano pueblo, para saber discernir la nueva estratagema del régimen autoritario de Martinelli. Desde Costa Rica reciban toda la solidaridad del pueblo trabajador tico.