La pregunta sinceramente me tomó por sorpresa y me dejó confundida, por lo que le pedí me explicara a qué se refería, porque realmente no entendía nada en ese momento. Costa Rica me repitió: “¿Qué tiene Suiza que no tenga yo?…” y tras una pausa agregó muy seria: “tengo fértiles suelos donde fácilmente crece todo, el mejor clima del planeta, bellas montañas y bosques nubosos con árboles centenarios, los dos océanos más grandes bañan mis costas, una maravillosa red de ríos y manantiales, tengo el cielo casi siempre azul, lluvia en abundancia y aire puro.”
En ese momento comprendí su reclamo y su enojo, titubeando le respondí que yo la amaba y reconocía todas esas maravillas, que era mi Patria y la adoraba.
Luego le dije que no veía en Suiza nada y que siempre me he sentido orgullosa de ser costarricense y de vivir en el mejor país del mundo.
Con vos quebrada, como si me hubiese sorprendido en una mentira replicó “¿Por qué te gustan más sus chocolates que los míos? ¿Por qué exportan mi café en grano y no tostado y etiquetado como “gourmet”? ¿Por qué compran el pésimo Nescafé suizo? ¿Por qué me llaman “la Suiza Centroamericana” si tengo un nombre hermoso? ¿Por qué mis niños son tan pobres y tantos deambulan por las calles, mientras los niños suizos son ricos y hablan más de dos idiomas?”
Sentí profunda vergüenza porque todo lo que me decía era cierto, sus suelos fértiles los hemos cementado, el ambiente lo contaminamos, cortamos los árboles, contaminamos y represamos los ríos, (con excepción del Pacuare porque la tenacidad y determinación de muchos jóvenes, ambientalistas, indígenas y turrialbeños lo salvaron).
El colmo de la desidia ha sido “negociar” un TLC con Estados Unidos, donde tranquilamente renunciamos a la soberanía, los mares y el patrimonio estatal por pereza animarnos a pensar en grande. Suiza en cambio no ha necesitado ser parte de la Comunidad Europea y es uno de los países más desarrollados del mundo, pese a que no tiene los recursos naturales que sí posee Costa Rica en un territorio de similar tamaño.
En Suiza, Holanda y muchos otros países, sus habitantes inventaron Fundaciones de Comercio Justo (Max Havelaar, TransFair o FairTrade), como una forma de ayudar a los países del sur, comprándoles sus productos a precios justos (obviamente superiores al mercado mundial) para estimular a la vez, relaciones laborales justas, justicia con el ambiente, equidad de género y que los niños vayan a la escuela en lugar de trabajar, porque sus padres reciben salarios dignos, no mínimos.
Pero en lugar de abrir espacio en ese sentido, los gobiernos de Centro América y los Ministerios de Comercio Exterior, se enfrascaron en tratados de libre comercio que no dan ese tipo de garantías y para rematar le hacen caso a la engañosa publicidad que dice “que es bueno para todos”, pero cuya frase no la terminan con “bueno para todos los políticos, los ricos y las corporaciones transnacionales.”
Pero volviendo a la conversación con Costa Rica, le digo: “Tenés que reconocer que no tenemos ejército, somos un país que proclamó una neutralidad perpetua y activa, que no nos involucramos en guerras”… en ese momento decido cambiar de tema antes que me reclame que fuimos parte de la coalición que invadió Iraq sin aval de la ONU, aunque yo me pronuncié insistentemente en contra, Costa Rica sí fue humillada. Y continúo diciendo: “tenemos la más antigua democracia de América Latina”
Costa Rica sabía que mucho de lo anterior eran verdades a medias y para evitar una polémica me dijo: “mis calles están sucias” a lo que le respondí “esque las municipalidades no funcionan”. Me miró asombrada y me dijo: “¿y nos sos parte de una municipalidad? ¿qué estás haciendo por apoyar el nivel más cercano que son los gobiernos locales, para que las cosas cambien?”, ahora soy yo la que se sonroja de vergüenza y cólera porque por más que insistí en el municipio, nunca me escucharon y terminé dando la espalda y le dije a Costa Rica: “en Suiza la autonomía municipal evita la preponderancia de la administración central, porque la mayoría de las decisiones se toman en forma descentralizada”.
Me quedo callada y de nuevo sigue Costa Rica diciéndome “En Suiza, los parlamentarios desarrollan una vida profesional en forma paralela a la función pública, sólo se reúnen tres semanas cada tres meses y el país sí avanza, en todo se ponen de acuerdo, existe excelente coordinación y apoyo entre el gobierno central y los municipios, porque se basan en el principio de subsidiariedad.
Cansada y abatida queda Costa Rica y me mira con esa expresión de “¿vas a hacer algo?” y le digo acongojada “no sé que hacer… ¿qué te parece si escribo esta conversación y la paso a mis amigos… “ Hacelo” me lo implora Costa Rica “a ver qué tienen que decir al respecto los ticos”.
Por favor, ¿podrían ustedes enviarle ideas y comentarios a Costa Rica? Visite www.tribunademocratica.com y escriba sus comentarios ahí, para que Costa Rica los reciba. Se pondrá feliz si todos los ticos de veras nos ponemos a pensar y a aportar soluciones en lugar de seguir quejándonos.
Flora Fernández
14 de setiembre del 2005