La codicia de la secta neoliberal criolla es ilimitada. Su vocero oficial, el periódico de la infamia, el de la “iglesia llorentina”, ha estado atacando al banco de la clase trabajadora, el Banco Popular y de Desarrollo Comunal (BPDC), con “noticias” refritas (es decir ya más que quemadas), de sucesos que, en algunos casos, tienen más de trece años de haberse producido, por un lado. Por otro, escudriñando para encontrar hasta el más mínimo detalle que pueda señalarse como negativo en tan importante institución, contando hasta con espías internos; violando así todas las reglas de la ética, equidad y equilibrio fundamentales para un ejercicio informativo altamente objetivo y obligadamente imparcial. ¡Bueno!, pero ya sabemos qué tipo de periodismo practican “ellos”.
No deja de llamarnos la atención, por “extraño” y curioso, que pese al sistemático ataque contra el BPDC, su estrategia publicitaria incluya la inversión de millones y millones de colones, pagando anuncios en el periódico que funge como su inquisidor medieval, pues la “iglesia llorentina” se ha declarado enemiga número uno del banco de los trabajadores y de las trabajadoras.
El BPDC es propiedad de, aproximadamente, un millón trescientas sesenta mil personas asalariadas; es decir, es el banco de la Gente. Una asamblea de doscientas noventas personas trabajadoras, delegados y delegadas de distintos sectores sociales organizados, dicta las pautas para su funcionamiento. El Banco Popular es la mayor organización del país en el campo de la Economía Social. La Economía Social, a su vez, es uno de los pilares necesarios que se ocupan para lograr sociedades de inclusión social y de solidaridad. El BPDC tiene su propio accionar político, y una específica normativa jurídica le da cobertura a su trabajo de todos los días.
Hoy hacemos un llamado a todos los trabajadores y a todas las trabajadoras, socios y socias del Banco Popular: Brindemos nuestra mayor atención a la necesidad de preservarlo al servicio de la población trabajadora asalariada; e, igualmente, al servicio de un sinnúmero de pequeños y medianos emprendimientos empresariales y productivos que sólo un banco como el de la clase trabajadora podía atender.
Por supuesto que hay mucho que mejorar en el Banco Popular; y, claro que sí, hay que afinar todavía más sus estrategias, en los diferentes campos requeridos, para que su definición de “popular” se profundice al máximo. Sin embargo, ya sobran elementos como para decir que, pese a todo, este banco es de la Gente trabajadora y que tenemos que cerrarle, fuertemente, el paso a los que quisieran verlo fuera del mercado o transformado en fuente de ganancia de la secta neoliberal y sus aliados de todo tipo.
El BPDC atiende en cuentas de ahorro a la población económica de más bajo salario y con solamente diez mil colones se puede abrir una cuenta de ahorro, algo que ningún otro banco hace, ni público ni privado. A uno no le cobran por el uso de los cajeros propios. Tiene los mejores rendimientos en los fondos de capitalización laboral y de operadoras de pensiones. El estudiantado pobre del país, recibió del Banco Popular, vía CONAPE, tres mil millones de colones en los años 2006 y 2007. 1.500 millones le da a la Comisión Nacional de Emergencias (CNE). ¡Cómo no va a ser codiciado el Banco Popular si en el último período, generó mayores ganancias que todo el sistema bancario privado junto!
Los sindicatos cuya membresía, en un ciento por ciento, es socia del Banco Popular, según así lo ordena la ley, tienen la ineludible obligación de defender esta conquista social, para impulsar políticas internas que le democraticen más y para, como indicamos, profundizar su carácter de popular. La delegación de la ANEP en el seno de la Asamblea de Trabajadores y de Trabajadoras del BPDC, bajo la coordinación del compañero Alfredo Erak Huertas (quien nos proporcionó los insumos principales para este comentario), ha venido, de manera sistemática, enfatizando (junto a otras distinguidas representaciones sectoriales), en esta estrategia de aporte para la toma de decisiones en la línea de la defensa y de la solidez que necesita el banco de la clase trabajadora. Siempre debemos tener presente que el Banco Popular es de la clase trabajadora y que eso le da un enorme atractivo que alimenta la codicia neoliberal de la secta de la “iglesia llorentina”. La defensa del Banco Popular es un imperativo de primer orden y volveremos sobre el tema próximamente.