En un reciente trabajo de dos investigadores de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, de las Naciones Unidas, se pasó revista a uno de los principales índices utilizados por el Banco Mundial para calificar el clima de los negocios en los distintos países del mundo. Sobre la base de este índice, el Banco Mundial hace muchas recomendaciones de carácter general a los gobiernos, con el fin de mejorar las condiciones socioeconómicas del país, para atraer inversión extranjera.
El cálculo del índice Doing Business (DB) como lo denomina esta entidad, ha sido un elemento importante en la determinación de los procesos de reforma institucional o transformación del estado de bienestar que ha implantado, de múltiples formas, el Banco Mundial, y un indicador para evaluar el “buen comportamiento” de los gobiernos en atención de tales recomendaciones. No es de extrañar por tanto, que gobiernos (como el que padece Costa Rica en la actualidad) empeñados en transformar el estado desarrollista latinoamericano utilicen este indicador como un instrumento de eficiencia y eficacia económica y como medida de éxito de la reforma que están intentando llevar a cabo.
Los investigadores Janine Berg y Sandrine Cazes de la Unidad de Análisis e Investigación del Empleo, del Departamento de Análisis de los Mercados Económicos y Laborales de la OIT, se dieron a la tarea de analizar cuidadosamente uno de los elementos que componen al mencionado índice, concretamente el denominado “contratación de trabajadores”, que mide la flexibilidad laboral de cada país en áreas tales como el uso de contratos a término fijo, salario mínimo, protección por despido, indemnizaciones, horas de trabajo, vacaciones y costos laborales no salariales. Sometieron el método empleado por el Banco Mundial a concienzudo escrutinio metodológico y descubrieron que el fundamento conceptual del índice, padece de deficiencias de objetividad _(véase pp. 10-15, el documento puede obtenerse en la dirección: http://www.ilo.org/public/spanish/employment/strat/download/elm07-8.pdf ). _
Y más aún, el escrutinio de la metodología mostró parcialidad en la selección de las variables, de manera que se dejan de lado factores importantes para el buen resultado de la inversión como son “… las condiciones macroeconómicas, la infraestructura física y humana o los niveles de criminalidad.” (p.2). Concluyendo con toda propiedad que lo que está mal definido no puede ser bien medido.
Pero el análisis más interesante es el que hacen de cada una de las variables que componen este elemento del índice, sometiéndolas a crítica rigurosa. Por ejemplo, las observaciones a la incorporación del salario mínimo en el índice; con el supuesto de que la existencia en un país de ésta regulación tiene un efecto negativo importante en los resultados de la inversión:
En el modelo neoclásico la determinación del salario mínimo impide que el mercado laboral se ajuste por sí sólo, generando desempleo. Desde esta perspectiva se culpa al salario mínimo de ser una política distorsionadora que hace más mal que bien. No obstante –señalan los autores mencionados– los resultados de la regulación política del mercado laboral son mucho más complejos de medir que la mera deducción de los gráficos de oferta y demanda. De hecho, análisis empíricos han mostrado que el aumento en los costos de mano de obra ha sido compensado con un aumento en la productividad laboral como resultado de la disminución del ausentismo y las incapacidades y de una mayor motivación por parte de los trabajadores. Y el efecto multiplicador en la demanda agregada, asociado al aumento de los salarios, ha estimulado bajo ciertas condiciones, el ciclo de los negocios, aumentando así la demanda de mano de obra. Y recuerdan el destacado estudio de Card y Kruger de 1994 y 1995, el cual comparó los efectos del aumento del salario mínimo en el empleo en los restaurantes de comida rápida de New Jersey con los de Pennsylvania, “en los que no ocurrió tal aumento.”, (p.6).
El resultado fue que en los de New Jersey no se redujo el empleo en comparación con los de Pennsylvania, generando dudas sobre los análisis en base a regresiones de series de tiempo. Estos trabajos generaron un importante debate académico hizo que los economistas rigurosos, tomaran distancia de las afirmaciones doctrinarias sobre el impacto negativo del aumento del salario mínimo en base a gráficos sobre la oferta y la demanda. Además recuerdan que el salario mínimo es una herramienta política efectiva para reducir la desigualdad salarial y la pobreza citando el estudio de Eyraud y Saget del 2005 y que el salario mínimo también actúa como punto de referencia para los salarios de los trabajadores informales como lo demuestra el estudio de Neri y otros del 2001.
Con razonamientos de corte racional como el anterior, los autores critican los otros elementos del índice: horas de trabajo, protección del empleo, contratos a término fijo y seguridad social, observando que la forma en que se concibe el índice, no contempla todos los elementos que desempeñan un papel en los resultados finales, con lo que el índice resulta inútil o cuando menos distorsionador a la hora de tomar decisiones para invertir.
Doing Business por tanto, es un indicador espurio a los efectos que pretende medir y mal hacen los gobiernos siguiendo recomendaciones originadas en él, porque estimulan con sus medidas, una inversión con visión de corto plazo y altas tasas de ganancia, con consecuencias expoliadoras para sus gobernados.
* Profesor catedrático Escuela de Sociología