Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
___________________________________________________________
Para ellos, tales elementos son fundamentales dentro su campaña de meterle miedo a la ciudadanía para, en vano, lograr muchos votos; pues en cantidad, en número, los tagarotes codiciosos del “yes” son una minoría insignificante, aunque económicamente muy poderosa. Además, como ya lo hemos visto, han logrado un gran control político en los diversos espacios del poder institucional, valiéndose del gran capital que manejan. Usted lo ha comprobado: como tienen tanta plata, están gastando multimillonarias sumas de dinero en su publicidad, sin control alguno de parte de las autoridades electorales.
Se sienten impotentes ante la contundencia de los argumentos del Movimiento Patriótico No al TLC. Además, desesperados, miran con envidia, odio e impotencia, el impetuoso crecimiento de la más bella y maravillosa expresión de organización ciudadana jamás vista en la historia nacional: los comités patrióticos que, a lo largo y a lo ancho del país, brotan como manantiales virginales de una nueva forma cívica de participación democrática.
Por eso han “acuartelado” al personal de sus empresas, fábricas y negocios privados, en fuertes campañas de intimidación, empleando esos perversos elementos de terrorismo ideológico y de agresión psicológica. Y, por otro lado, los representantes de esos tagarotes codiciosos en las jerarquías de gobierno, desarrollan esa violencia institucional que significa chantajear a los sectores más empobrecidos de nuestra sociedad, exigiéndoles votar por el “yes”, por el sí al TLC, a cambio, supuestamente, de recibir beneficios de los diversos programas sociales que son financiados con el dinero de todo el pueblo, pero no con su propia plata. La fuerte ética y la sólida moral del compromiso cívico y patriótico expresado en la organización ciudadana del No al TLC, está mostrando su poderío democrático, que no puede ser derrotado por los millones que están botando en su insulsa e improductiva campaña del miedo. El terrorismo ideológico está siendo vencido por el alegre colorido que muestra la inmensa diversidad del Movimiento Patriótico No al TLC. Gente de todas las ideologías, de todos los pensamientos políticos, de los más diversos credos religiosos, de las disímiles ocupaciones y de una incontable multiplicidad de organizaciones, muestra tajantemente que la lucha contra el TLC no es de ninguna ideología en particular. Por el contrario, la de ellos, la de esos tagarotes codiciosos sólo es una: la ideología de la plata, la de la acumulación insana de capital egoísta y anticristiano, sin pizca alguna de humanismo. La agresión psicológica a que se ve sometido, por ejemplo, el personal de muchas empresas privadas, será derrotada con el voto secreto en la urna, porque todavía no han inventado el mecanismo de observar a la gente emitir el sufragio el día del referéndum. La violencia institucional del chantaje gubernamental con ofertas de dádivas sociales, queda al desnudo cuando nuestros compatriotas de los sectores más empobrecidos, comprueban que son, otra vez, víctimas de falsas promesas de mejoramiento económico; porque la inmensa mayoría de los y las costarricenses que están siendo manipulados con sus necesidades socioeconómicas, saben que les están engañando nuevamente, aunque les lleven forzosamente a las reuniones con el máximo jefe del “yes”, Oscar Arias. Definitivamente, la democracia, a través del Movimiento Patriótico No al TLC, va en un seguro camino de renovación y revitalización total, con el triunfo del No.