La Democracia

Se afirma que vivimos en una democracia porque cada cuatro años votamos ordenadamente por los candidatos a los que decidimos apoyar. Hay un abstencionismo crónico que ha llegado a alcanzar algo màs del treinta por ciento en las elecciones para presidente y diputados. Generalmente el proceso transcurre en calma; y aunque con cierta frecuencia se denuncia fraudes con las papeletas, con las urnas y otras, ninguna elección ha sido anulada por ese motivo.

Pero observamos que desde hace muchos años, progresivamente, cada equipo presidencial, cada grupo de diputados trabaja peor que el precedente: la improvisación, la corrupción, la irresponsabilidad, la impunidad de muchos gobernantes campean descaradamente a vista y paciencia de los ciudadanos, sin que éstos puedan actuar contra ellos. En las llamadas democracias ha terminado por predominar la práctica de que los gobernantes, después de hacerse elegir por la mayoría del cuerpo electoral, se dedican a satisfacer los intereses de los poderosos y a medrar con ello. Y entonces pensamos ¿tiene que ser así la democracia? ¿cuál democracia es ésta, en la que el pueblo se dice soberano pero es impotente? Y con cada gobierno que pasa se repite la frustración de los votantes; y en los sectores populares y medios se incuba peligrosamente la idea de que la democracia no sirve; que lo mejor sería que viniera un ‘hombre fuerte’ a poner remedio a los males que nos afligen.

Esa idea de que debe mandar una sola persona o un pequeño grupo parece no necesitar demostración: se presenta como una verdad evidente por sí; y por eso penetra fácilmente en las capas medias y bajas y ha terminado por constituirse en uno de los bastiones del sistema de democracia representativa: el pueblo vota y la élite manda. Gobernar es difícil, se necesita experiencia y una preparación especial y el pueblo no las tiene Pero ¿es esto compatible con una auténtica democracia? Y si no es compatible ¿no sería mejor olvidarse de mejorar la ineficiente democracia y optar de una vez por un régimen autoritario? En otras palabras ¿no sería mejor la ‘dictadura en democracia’?

Hace cinco años, con ocasión de la lucha contra el TLC, escribí lo siguiente:

“…El llamado TLC (Cafta-DR) fue firmado en Washington por todos los Estados-parte el 5 de agosto de 2004; y recibió aprobación legislativa en El Salvador el 17 de diciembre del mismo año; en Honduras y Guatemala el 3 y el 10 de marzo de 2005, respectivamente; y en Nicaragua el 11 de octubre del mismo año.

Es decir, a poco más de un año de su firma, todas las asambleas legislativas de Centroamérica (salvo Costa Rica) habían aprobado el TLC, un convenio internacional de alrededor de dos mil quinientas páginas de arrevesada prosa, que a los expertos les suele tomar largo tiempo y grandísimo esfuerzo descifrar. A los que lo estudiamos y que hemos podido aprender acerca de las dificultades que presenta un anaálisis suficiente de dicho documento, nos parece evidente que, aprobado en tiempos tan cortos, en aquellos países el tratado lo fue sin haber sido comprendido e incluso sin haber sido leído por la mayoría de los diputados, y obviamente sin que los respectivos pueblos tuvieran oportunidad de saber qué estaba pasando. Es decir, se montó una patraña para cubrir las apariencias institucionales y republicanas, sin que nadie (salvo quizás algunos funcionarios fuertemente inclinados a favor de la parte contraria) tuviera una idea siquiera aproximada de las implicaciones del compromiso adquirido.

Sobre esto, que no es otra cosa que una feroz bofetada a la dignidad y a los más elementales derechos de los centroamericanos, nada dijeron ni dirán los paladines de la democracia en Costa Rica y en los Estados Unidos. Al contrtario, esos paladines estaban dispuestos a que las cosas ocurrieran igual también aquí. Entonces hay que preguntar ¿Qué significan para estos señores las palabras democracia, constitución y soberanía popular con las que llenan sus discursos?…”

Eso que sentíamos en el 2007 es lo que sentimos en el 2012: puede ser ley de la República un texto que los diputados votaron sin leer, obedeciendo órdenes de las cúpulas políticas o de sus amos extranjeros, en daño del pueblo soberano y a sus espaldas ¿es esto democracia?

En esta lección me propongo examinar este tipo de cosas.

El resto del documento lo puede acceder a continuación en documentos relacionados.