Boff nos dice que “en la perspectiva de las grandes mayorías de la humanidad el orden actual es un orden en desorden, producido y mantenido por las fuerzas y países que se benefician de él, aumentando su poder y sus ganancias”.
Nos plantea Boff que la voracidad de la globalización económica está sin control, en manos de su parte más perversa: el sistema de especulación financiera.
En su artículo Boff menciona que dos notables premios Nobel de Economía (por demás, sin la menor sospecha de tener “ideas sociales”), los estadounidenses Joseph Stiglitz y Paul Krugman, son fuertes críticos del presidente Obama, “por no haber puesto freno a los ladrones de Wall Street y de la City en vez de rendirse a ellos. Después de haber provocado la crisis, todavía fueron beneficiados con inversiones mil millonarias de dinero público. Y volvieron, airosos, al sistema de especulación financiera”.
El sistema capitalista global, bajo el control total del capital bancario dirigido exclusivamente a la especulación financiera, nos conduce sin piedad alguna a una descomposición social profunda y nos arroja datos espeluznantes como éste:
Mientras que al año la lógica del capital productivo anda por el orden de los 60 billones de dólares; la lógica del capital especulativo, al año, es de diez veces más: 600 billones de dólares, bajo la consigna del “greed is good” (“la codicia es buena”). Esta es la naturaleza totalmente perversa y malévola de los banqueros que controlan al mundo… y a Costa Rica también.
En el caso tico, nos hemos hecho eco desde esta columna de lo que al respecto ha indicado el prestigioso economista Jorge Guardia Quirós; quien al igual que Stiglitz y Krugman, no es sospechoso de tener “ideas sociales”.
Al igual que Boff, nosotros pensamos que en Costa Rica, “el orden actual es un orden en desorden”; considerando que el escenario de la desigualdad creciente, problema número uno del país a juicio de una gran cantidad de estudios prestigiosos, nos conduce a una profunda desestructuración social que, paradójicamente, contribuye a consolidar el poder de los que opinan que “la codicia es buena”.
No solamente aquí, en Costa Rica, tenemos ya un proceso desestructurante de la institucionalidad republicana sobre la cual se asienta la democracia… supuestamente.
Leímos una reciente publicación periodística sobre Chile, país cuyo modelo económico se nos ha vendido en Latinoamérica como “el modelo”, la sociedad perfecta, el país del perfecto crecimiento económico para realidades como las nuestras en esta región.
Chile está viviendo una fuerte agitación social producto de la creciente indignación que generó tal estado de cosas, en manos del capital bancario dedicado únicamente a la especulación financiera.
Un dato ilustra más que muchas palabras. Chile tiene un alto puesto en el rankin del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, el 44; pero, la mayoría de los chilenos, de acuerdo con ese mismo estudio, tiene ingresos comparables con los del país africano Angola, que tiene el puesto 146 del IDH. “El crecimiento económico no es desarrollo”, a juicio de un sociólogo chileno.
El pueblo chileno ha vuelto a las calles, como forma legítima de expresar su indignación y, “curiosamente”, formula demandas muy similares a las que desde los sectores sociales costarricenses venimos levantando.
En Chile exigen volver a la Educación Pública, cambios sustanciales a la matriz energética para buscar mayor armonía con el ambiente, mejoramiento de la salud, salario mínimo real, reforma tributaria y renacionalización del cobre. Vean ustedes cómo se parecen a nuestras demandas.
“La pérdida de confianza en el orden actual” de que nos habla Boff, va estratégicamente conectada a la indetenible fuerza material que coge la frase de que “el crecimiento económico no es desarrollo”, como lo demuestra el caso chileno… y el tico también.
Bien ha dicho el presidente del senado chileno, Guido Girardi de que “los especuladores son los verdaderos antisistema; los que no producen nada, pero dedican su vida a jugar a la ruleta financiera, de ellos estamos siendo rehenes”.
Agregó que en Chile se vive una crisis ética, donde prima el interés personal sobre el bien común, con la ayuda y complicidad de un poder económico monopólico, “que nunca en la historia se había concentrado en tan pocas manos”.
¿No les parece que estamos, en Costa Rica, ante un escenario similar? Nosotros creemos que sí. De ahí que sigamos sosteniendo que “la pérdida de confianza en el orden actual”, y de que “el crecimiento económico no es desarrollo”; obliga a construir la nueva hegemonía para acabar con el desorden actual y restaurar otro, el de la inclusión social centrado en la promoción del bien común con profunda equidad. ¿Se puede? ¡Claro que se puede!