Declaración del ESNA, Caracas, 23 de Julio de 2010
La lucha contra el colonialismo se transformó en el tiempo en una lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Los centenarios nos encontraron a los trabajadores en una abierta lucha contra el régimen del capital. La emancipación como proyecto animó la revolución en esos años de consolidación capitalista de una región fragmentada por los apetitos de las clases dominantes locales. Desde esa tradición de lucha de los pueblos originarios contra el invasor colonial y la gesta por la emancipación que conmemoramos con los bicentenarios, la clase obrera de nuestra región recoge el desafío por el proyecto inconcluso.
Ahora como ayer, los de abajo nos proponemos la liberación, y bajo nuevas condiciones enfrentamos al proyecto de los dominadores, que ahora denominan “liberalización”, promoviendo la apertura de las economías nacionales a las necesidades de las corporaciones transnacionales. Bajo ese lema liberalizador imponen los peores sufrimientos para nuestros pueblos y pretenden profundizar la relación de explotación en un capitalismo en crisis, al tiempo que pretenden usurpar el territorio y apropiarse de importantes recursos naturales, el agua, el petróleo, el gas, la tierra, la biodiversidad, como forma de subordinar la región a las necesidades del capitalismo.
Solo durante el 2009 fueron más de tres millones los nuevos desocupados en Latinoamérica y el Caribe, como parte de los 50 millones que se incorporan a esa condición en todo el planeta. El flagelo del desempleo viene acompañado del subempleo, la flexibilidad, la precariedad y el empobrecimiento en un complejo entramado de ofensiva de los capitalistas más concentrados por debilitar la capacidad de respuesta de los trabajadores y el movimiento obrero.
En esta ofensiva capitalista, las clases dominantes pretenden recuperar el terreno perdido por los cambios políticos ocurridos en nuestro medio en la última década. Son conscientes del peligro que significa la persistencia por más de medio siglo de la Revolución cubana, pese al bloqueo y el boicot de los EEUU y sus socios, las clases dominantes en el bloque de poder de cada uno de los países latinoamericanos y caribeños. Están preocupados del poder popular emanado de las reformas constituyentes en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y otras experiencias en el mismo sentido, que enarbolan el objetivo del protagonismo y la participación del pueblo para transformar la realidad y desarrollar un tránsito desde un capitalismo históricamente construido en nuestro territorio hacia una nueva sociedad, anticapitalista, antiimperialista, socialista, que recoja la tradición del buen vivir de las comunidades originarias, las experiencias de democracia directa, participativa, comunitaria, que pueda organizar el orden económico y social sin explotados ni explotadores.
Les preocupa el movimiento popular, democrático y progresista, constituido en gobiernos que reniegan del proyecto neoliberal, hegemónico en los 90´, y que en su profundización pueden potenciar procesos más radicalizados. Los sectores dominantes ultraconservadores intentan recuperar la iniciativa perdida de años anteriores. La primera década del Siglo XXI puso de manifiesto los avances en la crítica a las políticas hegemónicas de cuño neoliberal, principalmente en Sudamérica, expresado en gobiernos de coalición donde, en algunos casos, la izquierda y los movimientos populares, con matices, contradicciones y diversos grados de amplitud y profundidad, pudieron llevar su vos y propuestas.
Desde estos procesos de cambio político y especialmente aquellos de raigambre revolucionaria, volvió a tener sentido el imaginario de lucha por el socialismo, tal como fuera planteado en la década del 20´ del siglo pasado por José Carlos Mariátegui y en los 60´ por Ernesto Che Guevara y el proceso de la revolución cubana liderada por Fidel. Queremos destacar a 20 años de la desarticulación socialista en el Este de Europa y el desarme en el imaginario popular de un orden social anticapitalista, que de la mano de la lucha de los trabajadores y de los pueblos, en el territorio latinoamericano y caribeño vuelven a soplar vientos favorables a la revolución, bajo nuevas formas y prácticas que reviven la creatividad para que las transformaciones sociales “no sean calco ni copia, sino creación heroica de nuestros pueblos”.
Esa preocupación los lleva a militarizar la región, tal como militarizan otras partes del mundo, donde las bases militares en Colombia constituyen parte esencial en el proyecto hacia la región; renuevan la agresión golpista como demostraron en Honduras; y aspiran a reinstalar por todos los medios, la estrategia del libre comercio y la renovación de la dependencia económica, financiera, tecnológica y cultural. En el camino del librecambio compiten EEUU y Europa, especialmente con la renovación del dialogo entre la Unión Europea y América Latina para establecer un tratado de libre comercio, que deberemos rechazar tal como hicimos con el ALCA. Nosotros, trabajadores y organizaciones sindicales y territoriales, reunidos en Caracas, en el IIIº ESNA, declaramos nuestro rechazo a la militarización; a las bases en Colombia; la autorización de ingreso a militares estadounidenses en Costa Rica y otros países; a los golpes de Estado; a los tratados de librecambio, al pago de la deuda externa pública, a las privatizaciones en general y a las de servicios públicos en particular, y a toda forma de subordinación de la región y nuestros pueblos a los intereses del capital transnacional, los grupos económicos locales y el sistema internacional de dominación, a la cabeza del cual se encuentra el G20, el G8, el FMI y el Banco Mundial.
Somos conscientes que los trabajadores están pagando la crisis del capitalismo, tal como quieren que paguemos las políticas anti crisis, de salvataje de bancos y empresas con problemas. El capital acude al Estado capitalista para socializar las pérdidas y favorecer la recuperación de las ganancias afectadas por la crisis. Las clases dominantes utilizan a la crisis como un chantaje sobre los de abajo, para profundizar el ajuste y la reestructuración regresiva del orden capitalista. La crisis es una oportunidad para el capital, para seguir flexibilizando y deteriorando el poder de los trabajadores y sus organizaciones. Sin embargo, pese a la iniciativa de la burguesía y su Estado, en este Manifiesto del IIIº ESNA sostenemos que la crisis es también una oportunidad para nosotros, para los explotados, para los pueblos, para constituirnos como sujetos conscientes de la lucha contra el régimen del capital. Para constituirnos en constructores de nuestra emancipación, para superar una lucha defensiva y construir nuestra ofensiva en la perspectiva de una sociedad sin explotación.
La crisis capitalista en curso es nuestra oportunidad para relanzar bajo nuevas condiciones el proyecto emancipador que ya tiene más de doscientos años y que se suma a la histórica lucha de los pueblos originarios. Para que Nuestra América sea una realidad, retomando el ideario y práctica revolucionaria de camadas de resistencia y proyecto autónomo, de liberación social y continental.
Desde este manifiesto convocamos a la más amplia unidad de los trabajadores de Nuestra América y del mundo a la lucha por nuestros derechos, contra el capital y por la emancipación social. La unidad de los trabajadores es una necesidad de este tiempo, es un atributo imprescindible para enfrentar la ofensiva de las clases dominantes y un reaseguro para pensar nuestro futuro de una sociedad sin explotados ni explotadores, ejemplo de ello lo constituyen las prácticas de participación de los trabajadores en la toma de decisiones y en las renovadas experiencias de “control obrero”, tanto como las luchas y acciones que contrarrestan el efecto regresivo sobre los trabajadores.
En ese marco, convocamos a profundizar la resistencia de los trabajadores a todos los planes de ajuste, y especialmente a una Jornada continental de lucha contra las bases militares el próximo 10 de diciembre, constituyendo el día mundial de los derechos humanos en un verdadero plebiscito popular.