“La organización del sentido común también afecta la dimensión de los sentimientos, los afectos, esto es, hace que la gente desestime y descalifique cierto tipo de acciones y actitudes que encarnan creencias, fines y valores que no se creen realizables y, así, influye en la forma de relacionarnos entre individuos y en la selección de nuestras relaciones e interacciones”. Luis Tapia
Pese a esta muestra de la realidad, la victoria del neoliberalismo en el ámbito de la cultura ha sido más efectiva de lo que podamos imaginar, que en el ámbito económico. Una de sus consecuencias más comunes, y no por ello más visibles, se puede observar en el discurso cada vez más generalizado en segmentos de la población, que basados en posiciones preconcebidas alejadas de la realidad y con una buena dosis de individualismo; señalan que “estamos como estamos” por un conjunto de fines, valores, formas de hacer y concebir la realidad que en su idea de “hacer” no corresponde.
Esta concepción, que se acerca más al orden de lo que se cree que debería de ser y no de lo que la realidad permite, es una buena muestra de cómo el sentido común que impone el neoliberalismo, está instalado, de forma efectiva, en la manera en que se conciben los hechos cotidianos, sin que en ningún momento sean objeto de cuestionamiento. Que finalmente determina la manera en que nos relacionamos unos en relación con otros. Esto es lo que se conoce como producción de hegemonía. Que significa que todo el conocimiento social que se produce de diferentes formas y vías está articulado y corresponde a una comprensión del mundo acorde a los intereses de sectores dominantes.
Estas posiciones están estrechamente relacionadas con dos temas: el de la memoria y la historia; y la posición que se asume sobre cómo se conciben. En el caso de la historia, el neoliberalismo la despolitiza y la relaciona únicamente a la descripción biográfica de figuras, generalmente de personajes relacionados con las elites, sin tomar en cuenta las diferentes dimensiones que la constituyen.
Lo que se puede advertir de este proceso es, en buena medida, la reproducción de una forma de memoria que ordena el sentido de la realidad acorde a la concepción de la lógica del victimario sobre la memoria de las victimas. Es decir, un pasado de dominación que continúa siendo presente.
Y de esta manera, el sentido común instaurado por el orden neoliberal, impregna en el pensamiento social una fuerte carga de pesimismo en términos de la acción colectiva y el cambio social que ésta busca. Produciendo en consecuencia la individualización de la vida social y los hechos. En donde se forma la idea de un mundo dominando y organizado por el consumo, que abona el camino de los procesos de despolitización producidos por el sentido común liberal y neoliberal.
Hablar de pesimismo en la acción colectiva, de individualización de la vida social y de procesos de despolitización; es hacer referencia a una estrategia de desorganización como forma de dominación. En donde el desconocimiento y la desinformación juegan un rol importante en procesos del rompimiento de vínculos sociales que producen identidades, valores, fines y formas de concebir la vida, basados en la igualdad y la justicia.
En la actualidad se puede observa un enfrentamiento entre elites que buscan la redefinición y reorganización del orden económico y político, que persigue la restauración de jerarquías, concentración de la riqueza y el poder. Que en su paso, como al principio de la imposición neoliberal, reduce al ser humano al egoísmo.
Por tanto, es importante trabajar en la desestructuración de los pilares que sostienen la estrategia neoliberal, que propicie la base de una reforma de la cultura dominante, que se expresa en el sentido común neoliberal.