Otra vez los eufemismos para encubrir la injusticia; la frase “sucesión forzada” viene a sustituir a la de golpe de Estado y es repetida con frecuencia por CNN en español como para inculcarla bien en la mente de sus muchos telespectadores.
Desde el propio domingo 28 de junio los noticiarios de esa televisora reportan que un nuevo gobierno aprobado “unánimemente” por el Congreso se ha establecido sobre bases legales y hasta “consolida” su gabinete recién nombrado.
El día del golpe una conductora repetía orgullosa que todos los correos electrónicos recibidos en la cadena manifestaban su respaldo al régimen de facto. Tiene razón el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, cuando considera a la CNN como el canal de los golpistas.
En horas posteriores al zarpazo, abundantes imágenes cuidadosamente editadas reflejaron un acto de apoyo a Micheletti. Mientras tal hecho gozaba de una cobertura amplia, solo una simple mención se hacía a la resistencia popular que, rápidamente, se asentó en los alrededores de la Casa Presidencial y que luego, procedente de muchos pueblos, ha venido inundando carreteras y vías hacia la capital. A esa gran masa de pobladores, CNN en español prefiere llamar “grupos partidarios de Zelaya”, que al parecer merecen pocas tomas de cámaras.
Resulta risible el argumento esgrimido en los primeros momentos por la corresponsal de dicha cadena de televisión de que no podía llegar al área de la Casa Presidencial y captar imágenes de las primeras manifestaciones en favor de la constitucionalidad.
Sin embargo, el medio informativo procuró y logró de inmediato entrevistar a Micheletti (y hasta llamarlo presidente) como un claro espaldarazo para quien acababa de arrebatar la silla presidencial.
Entretanto en las calles y azoteas de edificios, Telesur, de modo intrépido y al precio de la detención de su equipo de periodistas, se las agenciaba para brindar informaciones con objetividad.
Historia repetida. Como ocurrió en Venezuela en abril del año 2002, ahora poderosos medios de prensa se afanan en un ejercicio de malabarismo para justificar el golpe de Estado en Honduras. Todo vale: culpar a Chávez del conflicto generado por la intransigencia de la oligarquía hondureña, difundir por medio de analistas que Manuel Zelaya ha violado la Constitución, sugerir la conveniencia de buscar una “solución política entre las partes” para retornar a la normalidad, fabricar una atmósfera que presente a Nicaragua, Venezuela y Cuba como posibles agresoras de la soberanía de Honduras.
Para nada interesa a los monopolios de la información aclarar que, al pretender una consulta popular, Zelaya no profana la Carta Magna de su país.
¿Por qué no explican en sus múltiples espacios de difusión que el caos presente hoy en la nación centroamericana es consecuencia de la clara conspiración entre la elite del ejército, autoridades judiciales y congresistas ansiosos del poder? ¿Por qué no recordar que la sociedad hondureña vivía en calma cuando se aprestaba a participar en la consulta popular? ¿Por qué no denunciar el cerco informativo decidido por el gobierno de facto desde los instantes iniciales del golpe?
Un sinnúmero de interrogantes podrían hacerse para conocer en qué lugar tienen los grandes medios de comunicación los cacareados conceptos de democracia y libertad de prensa, porque con este actuar tan burdo los vuelven cuanto menos palabras huecas o cómicas.
Uno percibe además que para algunas cadenas las noticias de farándula o dibujos animados que contribuyan al entretenimiento y la desinformación, tienen más prioridad que los acontecimientos actuales en Honduras.
Eufemismos como máscaras. ¡Vaya lección nos dan por estos días los medios al servicio de las oligarquías y la mentira!
* alberto.enb@granma.cip.cu