Champaña amarga

En Cuesta de Moras, a las 12:11 meridiano del martes 11 de noviembre del 2008, los diputados aprobaron en segundo debate el último proyecto de la agenda de implementación, conocido como “Ley Escoba”.

A esa misma hora en Escazú, Ennio Rodríguez, levantaba su copa para brindar con un fino vino francés de 60 mil colones la botella, con sus invitados: el Presidente Ejecutivo del IMAS José Antonio Li, la Ministra de Vivienda Clara Zomer (ese día andaba sin reflejos) y otros funcionarios públicos y de la Fundación Costa Rica-Canadá, en el exclusivo Restaurante Cerutti, mientras se vanagloriaban por los éxitos en la erradicación de tugurios…

En ese momento, treinta y ocho diputados de manera mecánica, como fue costumbre, se habían puesto de pie y así sellaban para siempre la sumisión de Costa Rica votando un “rejuntado” de leyes que no discutieron y probablemente nunca se enteraron en qué consistían. Sólo dejaron 15 minutos a cada diputado de oposición para que se refiriera a ellas, sin ponerles atención porque la consigna siempre fue callar y votar.

15 minutos después del brindis con vino conducido por el anfitrión Ennio Rodríguez (el frustrado diputado de Unión para el Cambio, consolado con la gerencia general del Banhvi), recibió una llamada telefónica en la que le comunicaban “la buena nueva” el TLC pronto sería una realidad. El vino caro era poca cosa y de inmediato se pasaron a champaña: una botella y otra… ¡Total el pueblo paga! … ¡Ahora entiendo cómo llegaron a gastar 627.000 en el banquete!

Con la aprobación de la Ley Escoba se concluía la “discusión” si es que alguna vez la hubo de la agenda complementaria, donde muchas leyes sirvieron para ceder más que lo que el TLC exigía.

La francachela fue tal, que pese a ser una institución exenta de de impuestos y en tiempos de crisis, simplemente pagó la factura con impuestos. Con gastos de representación tan jugosos, ¿qué podía importar al gerente del Banhvi economizar 72 mil colones? ¡Menudos privilegios del otrora caracol!

Tras votarse esa última ley de implementación, el Poder Ejecutivo tendría que implementar al menos cinco reglamentos atinentes a esa ley, así como integrar la superintendencia general de Telecomunicaciones para tener listos los requerimientos legales para poner el yugo del TLC a los costarricenses a partir del 1° de enero del 2009.

En San Rafael de Escazú, los responsables de dotar de vivienda a los más necesitados y de solucionar el grave problema de la pobreza, celebraban un TLC que producirá más pobreza y angustia. ¿Estarán convencidos que mientras crezca la pobreza, seguirán siendo ellos quienes la solucionen y así continuar la orgía del poder?

El TLC con Estados Unidos fue tan mal negociado, que Barak Obama que en ese momento había sido elegido Presidente, ofrecía renegociarlo y así borrar buena parte de las atrocidades a las que el gobierno de Bush sometía a la pequeña Costa Rica. En lugar de esperar un par de meses para iniciar una renegociación más favorable viendo cómo Estados Unidos estaba revirtiendo y nacionalizando lo que el TLC obligaba a privatizar a Costa Rica, más bien lo aceleraron con torpes leyes amorfas.

Por la noche, Manuel H. Rodríguez, el de la UCCAEP, celebraba con el sector empresarial y dijo estar feliz con la aprobación de la última de las leyes: “…estamos sumamente complacidos con el grupo de los 38, quienes con coraje y valentía hicieron realidad el mandato popular (sic) externado en las urnas el 7 de octubre del 2007”. Para ellos el fraude, la intimidación, la violación de la tregua, el memorándum del miedo y otras atrocidades no existieron. Simplemente sonreían y se congratulaban en las Cámaras Empresariales mientras sus labios se humedecían con finos licores que el TLC les asegura entrarán libres de impuestos.

No había terminado el primer mes del año 2009, cuando sus colegas empresarios habían cortado el rabo a cientos de trabajadores y los de Domino’s Pizza se robaban su propio equipo huyendo entre mentiras, engaños y el oscuro manto nocturno. Todavía la Ministra de Salud no ha desmentido si lo dicho por la empresa es cierto y que los inspectores del Ministerio de Salud efectivamente iban a investigar “bacterias” en las pizzas, tampoco sabemos si contaban con permiso sanitario y en qué condiciones se otorgaron. ¿Y el Ministro de Trabajo? “¡muy bien gracias!”.

Para no ser criticado por haber gastado los 627 mil colones en el almuercito, Ennio Rodríguez encolerizado por el escándalo y la “politiquería”, reintegró el dinero. De no haberse revelado en la prensa ¿lo habría hecho?

Y ya para terminar invoco a San Rafael para que nos aleje los demonios y que al pescado le saque las vísceras para curar la ceguera de tantos en este país.

4 de Febrero 2009

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