El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), divulgó hoy los principales resultados del Índice de Precios al Consumidor (IPC), correspondiente al mes de enero que acaba de terminar. La variación general se estableció en un 0.38%.
Llamamos la atención sobre el grave problema del alto costo de los artículos comestibles básicos, pues el rubro “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, tuvo una variación interanual del 22.32%, comparando la variación entre febrero de 2008 y enero de 2009.
Esto significa que las familias asalariadas de la clase trabajadora con bajos ingresos, siguen sumamente agobiadas por la falta de voluntad política gubernamental para frenar el alza irrefrenable en artículos alimenticios de primera necesidad, el rubro que más velozmente aumenta de precio dentro de todos los grupos que componen el IPC.
Igualmente, se notan importantes variaciones interanuales que afectan a estas familias de bajos ingresos, como el 16.56% de variación en el grupo “Alquiler y servicios de vivienda”. Esto está afectando, también, a las familias asalariadas de ingresos medios, pues, por ejemplo, “Comidas y bebidas fuera del hogar”, varió en el último año y siempre hablando interanualmente, en un 17.82%; “Artículos para la vivienda y servicio doméstico”, un 13.01%; y, Salud, un 13.74%.
Es inadmisible desde cualquier punto de vista, éticamente inmoral y censurable en toda su dimensión, que la fuerte baja en el precio internacional del petróleo, no se refleje, con rapidez, en el valor de los insumos de producción de artículos para la alimentación, con lo cual se supondría una sensible baja en la carestía de la comida de la gente. Esta escandalosa situación solamente tiene una explicación: la fuerte presencia en los más altos niveles gubernativos de varios y poderosos grupos empresariales, de sesgo monopolista, que manipulan precios a su antojo.
La situación tenderá a agravarse conforme el flagelo del desempleo empieza a invadir el tejido social. Un coctel peligroso de altísimo riesgo para la estabilidad social empieza a conformarse. Por un lado, comida básica carísima, ausencia de empleo, trabajadores altamente endeudados, amenaza de reducciones salariales y bajos salarios; por otro, un abusivo proceso de concentración de riqueza que no da señales de atenuarse o moderarse.
La clase trabajadora no es la culpable de la crisis y por eso insistimos en la necesidad de un gran acuerdo nacional para enfrentarla. De lo contrario, la alternativa de la violencia para sobrevivir se impondrá, dolorosamente.
San José, 3 de febrero de 2009.
Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Edgar Morales Quesada
Secretario General Adjunto