Sugerencias para enfrentar la crisis

El sector minorista se queja de la caída en las ventas y el turismo resiente la menor ocupación. En construcción y textiles la situación es peor.

Mientras esto sucede, algunos sectores políticos, empresariales y sindicales hacen propuestas, pero la Administración Arias ha dejado pasar varios meses sin ningún planteamiento. Se ha contentado con anunciar una época de “vacas flacas”, pero no ha asumido la responsabilidad de definir y poner en práctica políticas contracíclicas que enfrenten el deterioro económico. Tiempo perdido que podría resultar infausto.

A fin de mitigar los efectos recesivos y propiciar la reactivación, hay al menos tres áreas en las que el gobierno debería tomar medidas urgentes.

Primero, alentar la demanda efectiva, para lo cual dos tipos de acciones son necesarias: aumentar el ingreso disponible de las personas, vía reducción impositiva; y elevar el gasto público.

En cuanto a la reducción tributaria, procede una rebaja temporal del impuesto de ventas y del gravamen sobre la renta (a los perceptores de menores ingresos). Lo primero tendría efecto inmediato en los consumidores y alcances positivos en la distribución del ingreso, lo segundo repercutiría en un plazo mayor y beneficiaría a los asalariados y las pequeñas empresas.

En lo que respecta al gasto gubernamental, la ruta parece evidente: elevar la inversión pública en proyectos de infraestructura vial, portuaria y energética; gastar en la construcción y mejoramiento de escuelas, colegios y centros de salud; asignar recursos del Estado para inducir el desarrollo tecnológico y la innovación, banda ancha y energía alternativa, entre otras; y apoyar proyectos que realmente sean amigables con el medio ambiente y protejan la biodiversidad.

Es casi seguro que los menores ingresos tributarios y el mayor gasto público aumentarían el déficit fiscal, pero precisamente eso es lo que conviene en tiempos recesivos para impulsar la demanda y el empleo. Se debe utilizar la capacidad de endeudamiento del Estado cuando el sector privado se retrae. Las consecuencias inflacionarias serían reducidas porque la economía está en una fase de contracción.

Segundo, la política monetaria debe orientarse por criterios de estímulo a la inversión y al crecimiento, relegando las metas antiinflacionarias. La lucha contra el alza de precios debe dar paso a lo que es más importante ahora, el trabajo y la producción. Es por ello que las tasas de interés deben reducirse a niveles donde no se castigue en demasía a los ahorrantes al tiempo que se incentiva el crédito productivo. Asimismo, forzar el descenso de los márgenes de intermediación sería muy positivo.

Tercero, deben concederse alicientes para que las empresas no despidan personal y creen nuevos puestos de trabajo. No obstante, la flexibilidad laboral no es una fórmula adecuada porque contribuiría a precarizar el empleo y atentaría contra la seguridad social. Se requieren también programas de ayuda temporal y capacitación para los desempleados.

Es hora de que el gobierno actúe. Debe corregir políticas erróneas del pasado y atender la crisis económica y sus lesiones sociales.
Ojalá lo haga pronto.

20/01/2009

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