Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
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Por el otro, tendremos postulaciones electorales que, con matices diversos pero presuntamente unidas, se presentarán como abanderadas del patriotismo, de la solidaridad, de la ecología, de la equidad social y de género y de la más justa distribución de la riqueza.
Como ya es bien conocido y está siendo vivido en carne propia por las amplias mayorías ciudadanas del planeta y también de nuestro país, el proyecto neoliberal está destinado al fracaso y así lo muestra la denominada “crisis financiera” originada en el mismo vientre que lo engendró.
Lo que nos está indicando el signo de los tiempos es, en consecuencia, que la senda correcta para el futuro de nuestra querida Patria, es desterrar del gobierno, primero y, después del poder, a la podrida clase política y económica que se ha enriquecido, abusiva y repulsivamente, al amparo de las políticas neoliberales de los últimos gobiernos PLUSC.
Desde tal perspectiva, para las organizaciones sociales que reivindicamos valores como la solidaridad, el progreso con equidad, la distribución más equitativa de la riqueza, la transparencia en la cosa pública, el combate a la corrupción y el desarrollo económico en armonía plena con el ambiente y la ecología y la profundización de nuestra democracia; tenemos la ineludible tarea de coadyuvar para la construcción del necesario bloque de fuerzas que, objetivamente, tienen la misión histórica de la reconstrucción de la sociedad solidaria de la cual siempre, como costarricenses, estuvimos orgullosos, pero que hoy, con dolor e indignación, estamos viendo desaparecer, aceleradamente.
Particularmente, para las organizaciones sindicales influir en el debate sobre las políticas públicas nacionales, está legitimado por la Organización Internacional de Trabajo (OIT), cuando estableció que_ “no cabe limitar estrictamente la acción de las organizaciones sindicales a la sola esfera profesional, dado que en la práctica la elección de una política general decidida por el gobierno casi siempre tiene repercusiones en las condiciones de los asalariados. Esta relación resulta patente en el caso de la aplicación de una política económica nacional, pero puede asimismo afectar concretamente a los trabajadores en el marco de opciones políticas e económicas más generales, e inclusive, de decisiones que rebasan el ámbito de la soberanía nacional”._
Entre otros principios filosóficos del sindicalismo, este mandato de OIT nos da la cobertura legal necesaria para que, no solamente nos pronunciemos por las acciones del gobierno de turno; sino para que, nos aboquemos a generar las condiciones necesarias que permitan la instalación de poderes públicos proclives hacia el mejoramiento sustancial de las condiciones de vida de la clase trabajadora y del pueblo, en general.
Sin embargo, en el caso de los sindicatos (y, en general, hacia las otras formas organizativas de los movimientos sociales), es imperioso guardar una necesaria frontera con relación a los partidos políticos, aunque éstos, de una forma u otra, planteen tesis cercanas a las perseguidas por esos movimientos sociales.
Enfrentar el desafío objetivo de sacar al neoliberalismo del gobierno, primero, y después del poder, indica que nos corresponde a las organizaciones sindicales el ejercicio de la más clara y transparente incidencia para que en el ideario de ese bloque de fuerzas que está llamado a enfrentar tal desafío, las propuestas para el mejoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora, queden plenamente contempladas y éticamente respaldadas, de tal suerte que la inclusión de esas propuestas no sea un mero ejercicio de oportunismo electorero cortoplacista.
El cómo se ha de dar este proceso, es decir, la más creativa forma de interrelación entre movimiento sociales y partidos políticos que, en el ámbito de sus especificidades, están dispuestos a coincidir para la generación de la alianza estratégica que ha de superar al neoliberalismo, manteniendo la necesaria equidistancia entre ambas formas de participación política, es la esencia de un debate más que urgente en las actuales circunstancias.
Ojalá lo clarifiquemos pronto, ahora que el desafío sobre coaliciones, convergencias, uniones, acuerdos y encuentros de cara al 2010, están a flor de piel dentro del maravilloso y diverso movimiento sociocívico y político que sueña con una nueva Patria.