¿Por qué no hay madera en Costa rica?

  • Comunicado de Prensa*

23 de julio de 2008

Por un lado, el informe señala que las plantaciones de monocultivos de árboles subvencionadas por el Estado costarricense durante la década pasada, no produjeron los rendimientos esperados. Según las proyecciones oficiales, las plantaciones de teca y melina deberían estar produciendo entre 1 y 1.2 millones de metros cúbicos de madera por año en la segunda mitad de esta década, suficiente para abastecer las necesidades nacionales. Sin embargo, pese a ser subvencionadas, estas plantaciones no fueron manejadas de manera adecuada y fueron taladas antes de tiempo para abastecer la demanda creciente de tarimas, baratas y desechables, utilizadas para transportar productos de exportación, y para cambiar el uso de la tierra de plantación a cultivos más rentables como la piña.

Por otro lado, se documenta cómo la demanda de madera creció sustancialmente en la primera mitad de la década, precisamente debido a la demanda de tarimas (durante el 2006 las tarimas consumieron poco menos de la mitad de madera producida) y debido al aumento desmedido de construcciones lujosas en zonas costeras.

En este sentido, no es cierto que la culpa del desabastecimiento de madera la tenga el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC, MINAE), como pretenden hacernos creer la Oficina Nacional Forestal y la Cámara Forestal Costarricense. Si bien es cierto que la Contraloría General de la República (informe DFOE-PGAA-/-2008, 30 mayo 2008) ha señalado desórdenes y falta de capacidad del SINAC para llevar a cabo sus funciones, estas críticas van dirigidas a que esta institución no cumple con el control forestal de manera adecuada. Es decir: se necesita más control y más orden en el aprovechamiento forestal; todo lo contrario de lo que alegan los representantes de los madereros.

En realidad, la responsabilidad del desabastecimiento de madera en el país recae en otros actores. Entre otros, podemos citar a los profesionales responsables de verificar el buen funcionamiento de las plantaciones de árboles subvencionadas por el Estado y al Colegio de Ingenieros Agrónomos que los fiscaliza; y también al Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO, MINAE), institución que subvenciona dichas plantaciones. Hay que anotar que el FONAFIFO gasta poco más del 30% del presupuesto total del MINAE e invierte más de un 20% de su presupuesto en subvencionar plantaciones de monocultivos de árboles con pagos por servicios ambientales.

Costa Rica es un país de bosques. Hasta hace cinco años el propio sector forestal hablaba del “éxito forestal de Costa Rica”. Hoy vemos que no había tal, que las “buenas nuevas” eran simple maquillaje verde para el gobierno. Lo cierto es que hemos degradado nuestros bosques primarios e incrementado la lista de especies de árboles en peligro de extinción, y aún así no producimos madera suficiente para abastecer la creciente demanda.

Antes de tomar decisiones apresuradas que podrían afectar la ya mermada situación ambiental del país, el gobierno debería convocar a los sectores involucrados (incluidos los sectores ecologista, académico, campesino e indígena), para juntos revisar y reflexionar sobre cuáles han sido las limitaciones, en términos ecológicos y productivos, que ha tenido el modelo forestal imperante. Y buscar alternativas para el bien común.

En Osa, por ejemplo, decenas de familias campesinas aprovechan madera caida, sin usar tractores, con lo que reducen al mínimo los impactos sobre sus bosques. Estas familias producen madera de calidad que constituye un buen complemento a su economía familiar y comunitaria, sin recibir ningún apoyo o estímulo de parte del gobierno. Adem{as, podríamos citar decenas de ejemplos en todo el país, de bosques restaurados a partir de conocimiento tradicional. Estos bosques, se ha documentado, también podrían producir buena parte de la madera que ocupa el país, si contaran con el fomento justo.

En el caso de las tarimas, una opción interesante consiste en reemplazar las tarimas de madera por otras fabricadas con plásticos reciclados. Por ejemplo, el Instituto Tecnológico Costarricense y el Instituto Nacional de Aprendizaje podrían desarrollar estas técnicas y capacitar a pequeños y medianos empresarios.

No es cierto, pues, que el SINAC tenga la culpa del desabastecimiento de madera. Tampoco lo es que no existan técnicas ambientalmente más sanas y viables, con las que el valor agregado de la madera podría beneficiar a muchas familias y comunidades de las regiones con los índices más bajos de desarrollo humano del país. Lo que sí es cierto es que no tenemos bosques ni madera suficientes para saciar las exigencias de un sector maderero voraz, en contubernio con políticos – empresarios, acostumbrados a manejar las leyes y las políticas para su propio beneficio, pero en perjucicio el ambiente y la sociedad costarricense. Esto debe cambiar.

Exijámosle al gobierno que facilite las condiciones y los espacios para una participación amplia y democrática en la toma de decisiones y en la puesta en marcha de políticas que definan claramente quiénes, dónde, cómo y para qué se debe producir madera en Costa Rica; para que juntos tomemos la senda de un desarrollo sano y viable, con un enfoque que integre lo ambiental, lo social y lo económico. Y no un falso “desarrollo” para satisfacer necesidades foráneas ni de unos cuantos, sino un Desarrollo con Sello Tico, responsable y sustentable, que beneficie a la mayoría de costarricenses de hoy y mañana.

Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (FECON)

Comunidades Ecologistas La Ceiba – Amigos de la Tierra (CoecoCeiba – AT)

Bosques Nuestros

bosquesnuestros@gmail.com

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