CARTA PÚBLICA
Señor
Guyón Massey Mora
Diputado
Soy un “ciudadano” que no podría decirse que común, porque no lo soy. Soy diferente. Sé que usted no me considera, desde su sistema de creencias, ni bueno, ni sano, ni legal, ni aceptable, ni normal, ni natural y, posiblemente, ni humano.
Lo que pretendo es simplemente expresarle algunas cosas que pienso de usted y de lo que usted ha venido haciendo en la Asamblea Legislativa. Como usted ostenta un cargo público, es sujeto del escrutinio público también. En su caso, basta ver sus obras para que mucha gente pueda decir, como se lo dijo doña Flora, da asco. Yo no pienso decirle lo mismo a usted. Usted no me da asco, me da cierta pena y si se quiere me despierta misericordia. Usted no me da asco, porque yo, a pesar de sus ideas, lo respeto. Lo que me da asco es su actuación.
Como su correo electrónico es público y lo pagamos todos los y las costarricenses, he decidido acceder al mismo para recordarle que usted es un servidor público y que usted tiene un juramento ante la Patria y ante Dios para respetar las leyes y la Constitución de este país, así como la obligación de respetar los derechos humanos sin discriminación alguna, es decir, de ningún tipo, porque cualquiera que sea, denigra. La no discriminación es un principio de los Derechos Humanos, no lo olvide.
No pretendo, al escribirle, recordarle lo que ya se sabe sobre su imagen pública: sus intentos para lograr “partidas” de 90 millones para su fundación familiar, además de lograr colocarse en posiciones de poder en el Directorio de la Asamblea Legislativa y en comisiones legislativas, desde donde usted trata de imponer sus ideas retrógradas, anticristianas y violatorias de los derechos humanos. Independientemente de la posición ante el TLC, algunas personas creemos también que usted negoció su voto por el Sí al TLC a cambio de esas cuotas de poder.
Sin embargo, ha sido evidente que su agenda no es en definitiva el TLC o el bienestar del País, no. Usted tiene su agenda y responde a otros intereses. Cualquiera podría pensar que esos intereses responden a algún pequeño grupo fascista, conservadurista, radical o fundamentalista, al mejor estilo del Ku Klux Klan. Pero no, en mi cándida imaginación algo así no tendría cabida, no en Costa Rica. ¿Verdad que no?
Sin embargo, he venido escuchando sus discursos y sorprendiéndome de sus proyectos de ley y reformas, tal como la prohibición explícita de la adopción para parejas homoparentales. Sus proyectos son regresivos en materia de derechos humanos y van en detrimento de un sector de la ciudadanía que ha sido históricamente discriminado, sin que para ello haya existido alguna vez un fundamento válido, razonable, científico, espiritual o ético. Más bien si se quiere, sus argumentos han sido los mismos que, en el pasado y en el presente, sustentan la esclavitud, el racismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, etc. Más aun, me sorprende que usted, para oponerse al proyecto de ley que reconoce las uniones civiles y de hecho entre personas del mismo sexo, defienda la institución del matrimonio como si siempre hubiese existido incólume. No hace mucho tiempo, personas como usted se negaban a aceptar los matrimonios inter-raciales (por decirlo de alguna manera) o entre personas de distintas religiones. Y ya ve usted. ¿Qué pasó con la institución del matrimonio? ¿Será por eso que casi la mitad de los matrimonios terminan en divorcios? ¡No!
Usted no me da asco, porque como individuo posiblemente tendrá sus bondades y por eso puede haber gente que lo quiera. Usted no me da asco, porque como persona tiene su mente que lo podría ayudar a no tener una negación de sí mismo y de su entorno. Usted no me da asco, porque como ser humano usted tiene que reconocerse y reconocer a los demás con los mismos derechos que los suyos aunque sean diferentes a usted. Entienda que lo contrario a la igualdad es la desigualdad, no la diferencia.
Yo lo respeto como ser humano que es y lo respetaría aún más como persona e individuo si rectifica, ese sería el acto más noble que usted podría hacer. Aún está a tiempo. Escuche su consciencia y sabrá qué es lo que tiene que hacer. De lo contrario, no sea hipócrita. Cuando salga a la prensa reconozca que usted es homofóbico, al mejor estilo de los regímenes fascistas, fundamentalistas o fanáticos que existen y han existido lamentablemente en la historia. No se niegue a sí mismo, si ese fuera el caso. Analícese, eso sí, de donde viene ese odio y rechazo que siente y que proyecta hacia personas como yo. Quizá se sorprenda.
Juan Carlos Paniagua Soto
9-059-863
Costarricense sin ejercicio pleno de la ciudadanía