Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
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”Ocupando lugares privilegiados en la galería del horror del TLC, tanto el convenio UPOV, rechazado por dos Asambleas Legislativas anteriores, como la ley de patentización, “Obtención de Especies Vegetales”, están diseñadas para darle el golpe de gracia a la producción y actividad agropecuaria costarricense y a una buena parte de la actividad agroindustrial nacional.
La estrategia de los grupos extranjeros, apoyados por la oligarquía, sus medios de comunicación y algunos sectores criollos, obliga a que primero se inunden los mercados con productos importados subsidiados, a precios artificialmente bajos.
Luego más tarde, estos productos estadounidenses subsidiados, irremisible y paulatinamente, fuerzan la quiebra de miles de pequeños y medianos productores agropecuarios costarricenses, que se quedan sin trabajo ni ocupación; víctimas de la competencia desleal que se consigna en el TLC y que únicamente favorece los intereses norteamericanos. Después, cuando desaparezca la infraestructura productiva nacional y ya no queden agricultores en el país, empiezan a subir los precios de los productos agrícolas importados, la comida escasea y la situación nacional se torna desesperada.
Ya para cuando se decida volver a reactivar la producción agropecuaria nacional, con la finalidad de volver a alimentar al pueblo, es muy tarde; pues para hacerlo se tendrán que pagar precios caprichosos y altísimos por las semillas, agroquímicos e insumos necesarios para reactivar la producción; lo cual haría que todo el esfuerzo y la ganancia de la actividad agropecuaria costarricense se traslade, entonces, a manos de unas pocas empresas trasnacionales que cobrando precios exorbitantes, amparadas en el TLC y en las leyes complementarias, inhiben e impiden a Costa Rica que produzca sus propios bienes, su propia comida.
Como en una secuencia de horror para nuestro país, primero se impone la aceptación en el TLC de los productos subsidiados norteamericanos. Después se eliminan los genéricos en agroquímicos e insumos para la producción agrícola, obligando a comprar productos de “marca”, cuyos precios se elevarían astronómicamente.
Finalmente UPOV y la ley de obtención de especies vegetales se encargan de acaparar y exprimir lo poco que quede del mercado, en caso de que todavía existan productores nacionales que quisieran ponerse nuevamente a producir. Si UPOV se llega a aprobar, la futura Policía de Control de Semillas, apoyada y financiada por las empresas trasnacionales que patentan las semillas y las especies vegetales, llega al sembradío de un agricultor, cuando está a punto de cosechar y le exigen que muestre las facturas de compra de las semillas. Como el productor no tiene factura alguna pues la semilla se la regaló un vecino, la Policía de Control Semillas se lo lleva detenido, le embarga y decomisa la cosecha y quizás hasta la propiedad pierda.
Si UPOV se llegara a aprobar, los bancos y entidades financieras negarían créditos y no prestarían dinero para proyectos y actividades agrícolas que no incluyan semillas patentadas por los consorcios trasnacionales, ya que los bancos, para apoyar a sus compinches trasnacionales, argumentarían que no pueden correrse el riesgo de una pérdida de la cosecha o de la producción, en caso de un decomiso judicial o de una demanda por uso de semillas.
La aceptación de los productos subsidiados estadounidenses en el TLC, la desaparición de los insumos y agroquímicos genéricos y ahora UPOV, están diseñados para doblegar y saquear al pueblo costarricense a base del hambre, de la escasez alimentaria y de la miseria”.