Con estas letales afirmaciones, el Ministro Dent deja al Primer Poder de la República, la Asamblea Legislativa, a las señoras diputadas y a los señores diputados, pintados en la pared, y de un porrazo, sepulta la institucionalidad democrática.
¿Para qué, entonces, elegir diputados y diputadas, si a fin de cuentas importa un bledo lo que este poder de la República legisle en materia presupuestaria, en materia de políticas de Estado para el fortalecimiento de la inversión social y de políticas productivas?
¿Para qué votar o elegir representes a los órganos del poder público?; ¿para qué tanta alharaca electoral y gasto en campañas, si ahora los neoliberales, definen las políticas públicas que debe seguir el país desde un escritorio en el Banco Central y en el Ministerio de Hacienda?; haciendo mofa, ridiculizando y descalificando las potestades que conforme a la Constitución y la ley, son en competerle al Congreso de la República.
¿Para qué Presidente de la República, para qué diputados y diputadas, si en todo caso, quien tiene la última palabra, si quién define como y en que se invierten los recursos públicos, es un simple Ministro de Hacienda; que hubiese sido de remoción inmediata por parte de cualquier Gobierno con un mínimo de respeto por la institucionalidad parlamentaria.
Pero, ¡mucho cuidado!, alertamos a la ciudadanía y, muy en especial a los señores diputados y a las señoras diputadas. Consideramos que estas declaraciones humillantes y de absoluto desprecio, de Alberto Dent, para con el Primer Poder de la República y para con los señores diputados y las señoras diputadas, no son aisladas u antojadizas. (pasa…)
Estas declaraciones responden a una posición política definida, premeditada e impulsada por los sectores económicos y políticos que defienden las políticas neoliberales y se oponen a la participación de la ciudadanía y de la institucionalidad democrática en la toma de decisiones.
Si el dios mercado, el libre mercado lo resuelve todo, según las tesis neoliberales que estos grupos defienden, para qué institucionalidad democrática, para qué Estado, para qué Gobierno, para qué Asamblea Legislativa; si las leyes del mercado, el verdadero dios de los neoliberales, lo resuelven todo.
De estos postulados políticos que enseña el dogma neoliberal, parte el desprecio manifestado por el Ministro Alberto Dent, contra el Primer Poder de la República. Lo que se busca, lo que realmente se pretende con esas declaraciones, es desconocer la acción legislativa como vehículo de discusión política y de instancia suprema, para consolidar y armonizar, mediante el procedimiento de la ley, los intereses políticos y económicos y sociales que se tejen en toda sociedad.
Desconocer la acción parlamentaria es apostar, ni más ni menos, que a la confrontación social y al establecimiento de gobiernos de facto, violentando la soberanía popular expresada constitucionalmente para la consecución del bien común. Sobre todo cuando el señor Dent lo que nos está diciendo es que no está de acuerdo en que haya recursos para la salud, para las personas más pobres de este país, para fortalecer la seguridad y la educación.
Creemos que el Sr. Dent ha dicho semejantes barbaridades con la venia del Presidente de la República, quien ya decidió abandonar la lucha contra la pobreza y las políticas sociales, tal y como quedó evidenciado con la salida y las denuncias planteadas por la Licda. Silvia Lara.
De mantenerse la posición del Gobierno de la República, manifestada en las declaraciones de su Ministro de Hacienda Alberto Dent, de hacer caso omiso a los mandatos legislativos; a la ciudadanía, como ya ha pasado en otros países latinoamericanos (por ejemplo Argentina y, recientemente, Bolivia), no nos quedará más que salir, pacíficamente, a las calles a defender y restaurar la institucionalidad democrática.
San José, 22 de octubre de 2003.