A no ser por los desfiles de estudiantes de escuelas y colegios y el acto central con presencia gubernamental que, por lo general, tiene lugar en la ciudad de Alajuela, la verdad es que para la inmensa mayoría de los y de las costarricenses, tal celebración “ni fu ni fa”.
Nos han convertido, a no ser las calificadas excepciones de rigor, en un pueblo desmemoriado, como si no tuviéramos historia, como si no hubiésemos sido vanguardia en varios procesos sociohistóricos a nivel latinoamericano, como si nuestra vida como nación hubiese empezado ayer…
Incluso, en el seno de las conciencias cívicas de la Patria de hoy en día y en no pocas organizaciones que proclaman para sí la reivindicación de las mejores herencias de nuestra nacionalidad, el vacío histórico al respecto también es notable. De la crítica ni siquiera nos libramos nosotros mismos y las organizaciones sociales en las cuales militamos de manera directa.
La recuperación de la esencia de nuestro pasado histórico, con una nueva interpretación de su significado que rompa con la historiografía oficialista en el registro de eventos tan relevantes como el 11 de Abril, es una tarea pendiente, absolutamente revolucionaria; especialmente en los actuales momentos en que la hegemonía del capital, que es la que tiene la iniciativa política en el devenir de los asuntos nacionales, pretende borrar todo vestigio de esencia tica para terminar de atosigarnos con la cultura de la hamburguesa y todo su corolario psicosocial. Como indicamos, parece que nos han desmemoriado como nación, a no ser por las conmemoraciones “anecdóticas” que la historiografía oficial nos pide celebrar de manera “rutinaria”.
Por eso resulta relevante comentar el extraordinario acierto que ha tenido el actual y saliente Concejo Municipal de Puntarenas, según nos lo ha comunicado su distinguido alcalde, el Lic. Juan Luis Bolaños Alvarado, que ha declarado héroe de Puntarenas, al ilustre ciudadano de importantísimo papel histórico en los acontecimientos de 1856, don Juan Rafael Mora Porras, don “Juanito”.
Si ya para muchos “acordarnos” de Juan Santamaría no parece fácil, como tampoco lo es ubicar su figura y su rol en esa crucial época histórica de la naciente Costa Rica; peor es la suerte para con la memoria del legado de don “Juanito”, fusilado, sí fusilado, el 30 de setiembre de 1860, como parte de las derivaciones políticas por su gigantesco papel en el combate a los filibusteros de William Walker; crimen político que se cometió en la ciudad de Puntarenas y que en este año 2010, se cumple su sesquicentenario, los 150 años de tal magnicidio.
A no ser que estemos tan desinformados, la clase gobernante actual no se ha preocupado por el rescate de esta figura histórica con motivo de cumplirse 150 años del fusilamiento de don Juan Rafael Mora Porras. ¡Qué bueno que sí lo hizo la Municipalidad de Puntarenas! Felicitamos a sus honorables regidores y regidoras y su alcalde por “recordarnos” de dónde vinimos, cómo llegamos aquí, qué fue lo que nos dejaron los hombres y las mujeres de la Patria, con el hombre genérico de “Juan Rafael Mora Porras”.
Porque además, ese cuentico de que William Walker era un “aventurero”, un “facineroso” , un “buscafortunas”, debe ser combatido históricamente, a la hora en que nos toque reescribir con profundidad ética sobre qué fue lo que le pasó, en verdad y en realidad, a la patria costarricense en 1856; y, cuál fueron esas profundas consecuencias como para que, por ejemplo, cuatro años después, en 1860, la élite dominante del momento (muy parecida o de la misma calaña que la actual), decidiera fusilar no solamente a don Juanito Mora Porras, sino a otra insigne figura que le acompañó en aquella gesta histórica, el general José María Cañas. Igualmente, unos 40 ciudadanos de ese entonces, puntarenenses de pura cepa, también fueron vilmente masacrados, asesinados, en lo que denominan como “la batalla de La Angostura”.
Ya para aquel momento, William Walker constituía una de las primeras ofensivas de la todavía élite gobernante de los Estados Unidos de América para apoderarse de las riquezas y de los territorios latinoamericanos. El contenido antiimperialista de la acción de don Juanito Mora Porras, del general José María Cañas, de Juan Santamaría, de los 40 puntarenenses caídos en La Angostura, de Pancha Carrasco; en fin, de los y de las patriotas de época, espera por una reinterpretación popular y por un rescate histórico que, afortunadamente, ya han empezado a hacerlo distinguidos costarricenses de hoy en día.
Lo que pasa es que, por supuesto, la divulgación de estas nuevas investigaciones históricas sobre los hechos del 56, no pueden competir en cuanto a conocimiento masivo con las siliconas y con los traseros de la “gran prensa”. ¡Gigante tarea tenemos por delante! Pero no se crean los filibusteros criollos de hoy en día que las cosas están “quietecitas”.