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Quisiéramos dejar de ser un movimiento que resiste y se opone y madurar como movimiento con efectiva vocación de poder, capaz de derrotar al neoliberalismo y de proponer un programa coherente e integral de transformación democrática de la sociedad costarricense.
Sin embargo, aún no emerge algo relativamente cierto y concreto y, sin duda, hay obstáculos importantes al interior mismo del movimiento. Me da la impresión de que la dirigencia del PAC es parte de ese problema.
En relación con la posición de ese partido quiero formular algunas hipótesis y preguntas.
Están planteadas con el respeto que se merecen quienes lo dirigen (incluyendo amigos muy apreciados), pero también con la tranquilidad de conciencia que da no tener ataduras ni intereses que limiten lo que, con honestidad, creo que son interpelaciones que deben ser formuladas.
1. ¿Podría el PAC ganar por sí solo las próximas elecciones? Me parece que la hipótesis según la cual eso es posible ha motivado, en parte, algunos de los movimientos tácticos recientes de ese partido, por ejemplo, su redivivo “espíritu de colaboración” legislativa, así como ciertas manifestaciones de algunas de sus figuras importantes.
Propongo una caracterización del tipo de condiciones que, me parece, sería necesario satisfacer para creer que realmente tiene sentido esa hipótesis optimista acerca de un posible triunfo electoral del PAC.
Veamos.
• Primero, el PAC debería estar en capacidad de compensar y superar el enorme aparato publicitario, mediático y económico que respaldará al candidato o candidata del PLN.
Esta persona no representará simplemente al PLN sino, y más fundamentalmente, será el candidato de la oligarquía, o sea, de esos grupos minoritarios y privilegiados que controlan gigantescos recursos de poder, y que se mantienen firmemente coaligados alrededor de un proyecto neoliberal radicalizado, el cual está bien sintetizado en lo que el TLC y su agenda de implementación representan. En ese contexto, los candidatos del PUSC o los libertarios serán poco más que monigotes que adornan fingiendo pluralidad.
La oligarquía tiene muy claro adonde poner sus apuestas. Dudo seriamente que, librado a sus posibilidades, el PAC pueda enfrentar esta enorme maquinaria.
• Segundo, y en vista de lo anterior, el PAC debería entonces ser capaz de convocar la participación activa y comprometida del amplio y pluralista movimiento ciudadano que ha llevado adelante la lucha contra el TLC. Solo así podría tener una base social sólida que le brinde las capacidades necesarias para enfrentar ese inmenso poder oligárquico concentrado. Sin embargo, y todo lo contrario, el PAC lanza reiterados mensajes que van alejándolo de porciones muy importantes de esa ciudadanía organizada.
• Tercero, el mensaje que originalmente hizo fuerte al PAC básicamente centrado en una propuesta de ética procedimental está ya agotado. O el PAC logra articular un mensaje y una praxis realmente renovadoras o, en adelante, el PAC desfilará como uno más en la pasarela de los partidos tradicionales. Y, por cierto, veo difícil articular ese programa de transformación si éste no es construido en colaboración amplia y abierta con el movimiento ciudadano, el cual ha demostrado poseer una fascinante capacidad para proponer e innovar.
Mi conclusión: veo improbable que, librado a sus propias fuerzas, el PAC pueda ganar en 2010. Y si en 2006 “casi” ganó la presidencia (que ni de lejos la Asamblea), bueno sería tener presente que una cuota importante de la votación recibida provenía de lo que podríamos llamar “voto crítico”, es decir, segmentos políticamente avanzados que mantienen una posición escéptica y andan a la búsqueda de alternativas, y cuya opción a favor del PAC queda inevitablemente sujeta a un escrutinio escrupuloso. Ahí está buena parte de la gente que lideró la lucha contra el TLC y posiblemente muchos no querrían seguir apoyando al PAC si éste no da muestras de un mínimo de coherencia y compromiso frente al movimiento ciudadano.
2. Y si el PAC ganara, ¿Podría gobernar? Por un momento supongamos que el PAC sí logra ganar y que lo hace con un programa de buen ver ¿Podría llevarlo adelante en forma satisfactoria? Para ensayar una respuesta a esa pregunta, recordemos un hecho reciente.
Me refiero a la posición del PAC frente a la agenda de implementación del TLC. Muy firme y luchador, sin duda. Le duró un poco más de lo que tardaron los regaños que la jefatura de fracción le dirigió a la diputada Morales. Poco después la fracción legislativa del PAC en pleno terminó haciendo justo lo que la tan glamorosa diputada decía que había que hacer. ¿Cómo entender esto? Las explicaciones que el PAC ha ofrecido son simplemente lamentables. Suenan a intento de justificar una capitulación vergonzante. En perspectiva quizá podamos entenderlo.
Primero, el PAC fue asediado por una campaña mediática y publicitaria infame. Segundo, el PAC fue incapaz de articular ninguna respuesta apropiada frente a tal campaña. Tercero, el PAC se quiebra. Los pasos sucesivos van poniendo en evidencia la derrota táctica: primero, deciden recuperar y reverdecer su “espíritu de colaboración”; segundo, nombran un jefe de fracción de lo más conciliador y “buena gente”. Da la impresión de que el PAC ya “pasó la página del TLC”, tal cual se lo demandan Arias y La Nación.
Creo que esto ilustra una cosa: la complejidad del poder. Éste es fluido y dinámico; asume formas diversas y se manifiesta y ejercita de mil maneras distintas. En un momento dado, se pueden tener cuotas de poder más o menos grandes, las cuales, pasado el tiempo, podrían aumentar o disminuir. Y el poder, por cierto, se tiene o no se tiene.
No es asunto de hacerse el matón ni montar berrinches. Si usted no tiene poder para hacer algo, está jodido. De seguro no podrá hacerlo. Y lo que quedó claro es que la fracción diputadil del PAC más su maquinaria partidaria (¿la tienen?) tan solo representan una cuotita de poder. Con esas armas en mano, intentaron creo que honestamente ser firmes frente a la agenda de implementación del TLC. Y se demostró, de forma concluyente, que esas armas no pasan de ser unas cuantas flechas artesanales. Al frente se le apostaron tanques y lanzacohetes. Y pasó lo que era esperable. Lo único que ha faltado es una cartita a Arias pidiendo formales y sentidas disculpas.
Asumamos, pues, la hipótesis optimista: el PAC solito gana en 2010. E íngrimo entra a gobernar ¿Se imaginan ustedes a don Ottón o doña Epsy enfrentando a La Nación y Telenoticias y Monumental y Columbia; las cámaras empresariales; la embajada gringa; el “por Costa Rica”; las campañas publicitarias sucias y masivas…? Una de dos: o sea cae el gobierno o archivan su programa de campaña para terminar bailando el sonsonete que la oligarquía entona. En parte es asunto de valentía y honestidad. Pero fundamentalmente es asunto de poder. Y ganar la presidencia e incluso cierta mayoría legislativa no aporta, en la Costa Rica actual, más que una cuota muy limitada de poder.
3. Corolarios
Propongo tres.
Primero, no se derrota el neoliberalismo ganando la presidencia ni la Asamblea Legislativa, aunque ganar la presidencia y la Asamblea son elementos necesarios.
Segundo, tampoco podrá emprenderse una transformación democrática y un saneamiento a fondo de nuestra sociedad si reducimos la lucha tan solo a lo electoral, no obstante que el electoral es también un espacio de lucha que debe ser copado y ganado.
Tercero, la derrota del neoliberalismo tendrá perdurabilidad y podrá dar lugar al impulso de un nuevo proyecto político, solo si se apoya en una base política y ciudadana amplia, que incluya el desarrollo de contrapoderes que compensen los poderes de la oligarquía y la apertura de nuevos espacios de poder que no estén al alcance de esa oligarquía.
Planteado de otra forma: transformar este país supone, antes que nada, poder transformarlo. O sea, tener el poder para hacerlo. Para ello hay que ganar en lo electoral, pero también hay que ganar en muchos otros espacios: el de la información; el de la cultura y la educación; el económico; el de la propuesta; el de la organización y movilización de la gente.
Por ello el PAC, librado a sus posibilidades, no podrá ganar las elecciones y, aún si las gana, no podrá gobernar. De ahí, por otra parte, la importancia clave de construir un gran movimiento, a la vez cívico y ciudadano y político y partidario. Un movimiento unificado desde lo diverso, dotado de poder sustantivo en todos los ámbitos importantes de nuestra realidad social.