Por Jenaro A. Díaz-Ducca*
1o. de julio del 2009
Para mucha gente consciente que ha tratado de informarse y formarse una opinión independiente sobre el golpe de Estado en Honduras, saltan a la vista muchos elementos en común entre este golpe y otros golpes de Estado vistos en fechas recientes. Podemos decir que el golpe de Estado en Honduras se asemeja de muchas maneras a un guión que se ha venido utilizando por parte de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, y que han aplicado los sectores militares, burgueses y mediáticos de las naciones afectadas.
El principal referente en los últimos años a la lamentable ruptura constitucional que está sucediendo en Honduras se encuentra en el intento de golpe que tuvo lugar en Venezuela el 11 de abril del 2002. De igual manera que en este 2009, el terreno fue preparado por los medios comerciales y la diplomacia estadunidense mediante una brutal campaña de difamación, insultos, cuestionamientos, mentiras y rumores que únicamente buscaban predisponer negativamente a la opinión pública doméstica e internacional en contra del mandatario. Acusándolo de “comunista”, “terrorista”, “corrupto”, o satanizándolo como “amigo de Fidel Castro”, se le trató de redefinir públicamente como “dictador” y “antidemocrático.” Es decir, cualquier acción tomada por otros sectores políticos o militares para deshacerse del presidente “amenaza” estarían previamente justificadas, pues evitarían el “caos” y la “destrucción de la nación”. Tanto en Venezuela en el 2002 como en Honduras en el 2008 y 2009, este ha sido el terrorismo sicológico de masas aplicado por los grandes medios comerciales, que siguen al pie de la letra los macabros manuales de la Secretaría de Estado y de la CIA, y que fueron desarrollados y aplicados durante los años sesentas y setentas, en contra de los regímenes democráticos de República Dominicana o Chile, por ejemplo. Recordemos además el patético papel de la (literalmente) cadena informativa CNN que en ambos casos, se encargó de utilizar eufemismos, edulcorar, manipular y ocultar la informacion con tal de disfrazar de Monas Lisas a los gorilas de turno. En ambos casos, este cerco del terrorismo mediático ha sido roto por la Internet mediante correos electrónicos, páginas de Internet, y videos aficionados con los que los hondureños y hondureñas se comunican con el resto del globo (valga mencionar también el valioso papel de teleSUR.net que ha sido ejemplar como periodismo valiente y comprometido con la verdad.)
Otro de los puntos en común entre Venezuela del 2002 y Honduras del 2009 es el procedimiento del golpe: en horas de la madrugada, comandos militares atacan la residencia del Presidente, a punta de fusil lo secuestran y se lo llevan. Mientras que en el caso de Hugo Chávez se le retuvo en una pequeña isla bajo resguardo de militares traidores, en el caso de Manuel Zelaya, se le expulsó del país de inmediato en un avión militar. Igualmente, en ambos casos los golpistas, es decir “el nuevo gobierno” anunciaron públicamente con la generosa cobertura de los grandes medios, “la carta de renuncia”, donde el Presidente “manifestaba” su dimisión al cargo. En el caso de Hugo Chávez, la mentira se derrumbó cuando soldados leales al presidente Constitucional lograron sacar subrepticiamente una nota de puño y letra del presidente Chávez donde negaba tal renuncia y que se publicara extensamente por Internet. En el caso del presidente Zelaya, fue de su boca que escuchamos por televisión (recién traído a Costa Rica por sus captores) que tal carta era totalmente falsa (posteriores análisis evidenciaron la burda falsificación de la firma del mandatario).
Uno de los aspectos más preocupantes en ambos golpes de Estado ha sido la posición ambigua y de doble discurso de los gobiernos estadunidenses (James Petras, Rebelión.org, 30/06/09). El gobierno de Bush, en el 2002 se mantuvo al margen de la situación, sin condenar el golpe, mientras que mantenían a la expectativa a varios destructores a orillas de las aguas territoriales de Venezuela. De manera muy similar, el gobierno de Obama denuncia “un golpe militar” pero no retira su embajador ni condena al gobierno espurio (recordemos también que el embajador estadunidense Hugo Llorens había salido casualmente de Honduras unos días antes del golpe.) En ambas instancias, se trata de naciones donde los EEUU tienen importantísimos intereses comerciales: en el caso de Venezuela, el principal proveedor de petróleo del continente; en el caso de Honduras, un “protectorado” (Eva Golinger, Rebelión.org, 28/06/09) donde los EEUU mantienen la base militar de Soto Cano, desde donde el gobierno de Reagan orquestó la Contra para la sangrienta guerra contra el gobierno sandinista de Nicaragua, así como escuadrones de la muerte bajo la dirección del entonces embajador de los EEUU ante Honduras, John Negroponte (recuérdese que Negroponte fue nombrado por Bush hace un par de años como embajador en Irak para que se encargara de organizar la campaña de terror y los escuadrones de la muerte en el país árabe.)
También se pueden mencionar los silencios cómplices que en ambos golpes han mantenido entidades que anteriormente manifestaban su oposición y “preocupación” por los “desmanes” de los gobiernos “izquierdistas” de Chávez y Zelaya. Tanto la Iglesia Católica (que el caso del cardenal de Caracas acudió a felicitar al presidente golpista para su “juramentación”) y la Sociedad Internacional de Prensa (SIP) exhiben un vergonzoso silencio en momentos en que el pueblo es brutalmente reprimido por las fuerzas policiales y militares, mientras que los medios de comunicación (canales de televisión, radioemisoras, periódicos) se encuentran amordazados y tomados físicamente por soldados en sus instalaciones. ¿Dónde está el cardenal Rodríguez Madariaga? ¿Por qué callan las iglesias católicas y protestantes, así como la SIP o Reporteros Sin Fronteras?
Dadas las similitudes de ambos golpes de Estado, nos queda un elemento determinante que fue el que dictó el desenlace democrático en Venezuela en el 2002 y el que lo hará en Honduras en el 2009: el pueblo, los campesinos, trabajadores, hombres y mujeres que saliendo a la calle se manifestaron pacífica y valientemente y desafiaron a los militares traidores y a los burgueses de los gobiernos golpistas. Así como los venezolanos y venezolanas tomaron las principales vías y exigieron el regreso de su presidente democráticamente electo, los hondureños y hondureñas se desplazan hacia la capital (a pesar de los retenes y ametrallamiento de autobuses, como ha reportado teleSUR) y se preparan en estos instantes para recibir a su presidente Constitucional Manuel Zelaya este sábado 4 de julio en Tegucigalpa.
¿Podrá la fascista oligarquía empresaria y terrateniente local, con el apoyo de los grandes medios comerciales y la Embajada de los EEUU evitar que el Presidente legítimo de Honduras retorne a su cargo con el apoyo de quienes lo eligieron democráticamente? Creemos que no, porque aunque muchos retrógrados todavía sueñan con los tiempos de la doctrina de “Seguridad Nacional” y la Guerra Fría, este siglo XXI será el siglo en el que los pueblos demostrarán su cultura democrática e impondrán su voluntad para votar por gobernantes que los representen y gobiernen en beneficio de los derechos humanos y económicos de las grandes mayorías. En este mometo no está en juego solamente el sistema democrático de Honduras, sino que el de toda Latinoamérica. ¡Adelante, hermanos y hermanas de Honduras con su ejemplo de democracia y resistencia pacífica para todo el mundo, los ciudadanos y ciudadanas de América y el mundo estamos con Ustedes!
- Jenaro A. Díaz-Ducca es profesor y músico costarricense. Edita la revista latinoamericanista Lospobresdelatierra.org