El presidente de los Estados Unidos responde así a los grupos que, aunque siempre han criticado la política de su país en Honduras, ahora piden su intervención. Esta paradoja en realidad no es tal. Para entenderlo, hay que aprehender el verdadero significado de esta demanda.
Lo que está pasando ahorita en Honduras va más allá del 28 de junio. Lo que está pasando ahorita en Honduras es la expresión de una exigencia de democracia por parte de una población que quizo creer el cuento de que las cosas han cambiado desde la época de la guerra fría. Que creyóque hoy en día, todas las expresiones políticas, y no sólo las de derecha, pueden construír espacios de participación y canalizar sus diversas reivindicaciones. Que se creyó el cuento que también nos han venido contando sucesivas administraciones estadounidenses y agencias de cooperación controladas por ese país. El cuento de la democracia, pues.
Los antecedentes más evidentes de ésta exigencia, en el mediano plazo, se encuentran en varios hechos de resonancia nacional : la consolidación de la sociedad civil, la huelga de los fiscales contra la corrupción, las demandas de los movimientos ambientalistas comunitarios; el rechazo de las organizaciones populares a la restucturación económica. Y en el largo plazo, en las demandas históricas de justicia social y económica de los años 30, la huelga del 54 y las demandas campesinas de distribución justa de la tierra de los años 60’s. Todas demandas que exigían la consolidación del estado de derecho y el ejercicio de la ciudadanía política, social y económica por parte de todas y todos los hondureños.
Lo que está pasando ahora en Honduras es que una población – que tiene bien claro lo que entiende por democracia – está pasandole la cuenta a la democracia a medias, la democracia de fachada que nos han vendido los chanfallas y los chirinos de la era de la gobernabilidad. Esta misma población, siguió con muy buenos ojos, como quién mira una buena telenovela, el proceso de la elección estadounidense y se alegró porque creyó que en su corolario, además de Obama ganó también la democracia.
Poe eso, el Señor Obama no puede pretender, como quién puya un botón, borrar con su sola estampa, el carácter histórico de la relación entre los Estados Unidos y Honduras. Ni puede, de ninguna manera, evadir la responsabilidad histórica que tiene su país en la construcción fallida de la democracia hondureña. No puede eludir la oportunidad que se le ofrece ahora de confirmarle a América Latina y al mundo su verdadero compromiso con la democracia. Lo que el Señor Obama no puede, es puyar un botón y dejar de ser el presidente del país más influyente del mundo (y ciertamente el más influencia tiene en Honduras) y ser solamente el presidente de los estadounidenses.
Que quede claro : lo que le pedimos al Señor Obama no es que recurra a los botones de la intervención ilegitima que otras administraciones estadounidenses puyaron con demasiada frecuencia en Honduras. Lo que le exigimos, es que asuma la responsabilidad histórica de su cargo y que aproveche la oprtunidad de correjir las acciones de sus predecesores que con tanta frecuencia obstaculizaron la consolidación de la democracia en nuestro país. Que nos muestre que el cambio del que tanto habló en su campaña también se refleja en las relaciones entre su país y el nuestro.
Lo que le pedimos al Presidente Obama, es que haga, ni más ni menos, lo que otros países del mundo ya han hecho, es decir condenar el golpe de estado en Honduras más allá del discurso : retire su embajador; congéle todas las ayudas financieras y otras de su país a Honduras; condene sin ambiguedades las violaciones de los derechos humanos que están teniendo lugar en el país de manera cotidiana; multiplique las presiones diplomáticas de su gobierno para restaurar el orden constitucional y el retorno del presidente electo que aunque no sea el mejor para los Estados Unidos, ni es el mejor para muchos hondureños, fue el elicto por la mayoría de los hondureños que votaron.
Le pedimos también otras medidas que pueden tener un impacto muy significativo, considerando la alienación de la elite hondureña, tales como el retiro de la visa estadounidense a todos y cada uno de los funcionarios golpistas.
La gravedad del caso lo amerita y legitima.
Quiéralo o no, su cargo viene con muchos botones, señor Presidente. De los que usted escoja depende la diferencia.
Fuente: michelcollon.info
(14 de agosto de 2009)