18, 12, 2007
En Costa Rica, el movimiento de los Comités Patrióticos, surgen de la conciencia surgida en los sectores más progresistas y avanzados de nuestro pueblo, sobre la imperiosa necesidad de incorporarse a la lucha contra el TLC y definir, al menos en aquel momento, tres tareas decisivas:
A.- la urgente y apremiante tarea de organización de las comunidades,
B.- la formación política e ideológica de los miembros, para enfrentar la propuesta entreguista del TLC y aportarle a amplios sectores de la población, razones y argumentos para enfrentarla.
C.- la creación de mecanismos y medios para la movilización social, de modo que él NO triunfara en el referéndum.
No es necesario repetir o reseñar las innumerables tareas y actividades que se llevaron a cabo a fin de cumplir con esas tres tareas. Todos los comités las conocen y todos recogieron de ellas, una riquísima experiencia de lucha.
Nosotros hemos interpretado antes, que esta maravillosa experiencia cívica surge, en gran medida, en virtud de un grave vacío de conducción capaz de agrupar, orientar y definir el combate nacional contra el TLC.
Conscientes de esta situación, mucho antes de que se iniciara la formación de los comités, le propusimos a los Cros de la Convergencia Patriótica Nacional, a Don Rodrigo Carazo, al Cro Fabio Chaves y a un grupo de personas que se reunían en torno a Eugenio Trejos, así como a otros miembros del movimiento social, la formación de una Junta Patriótica. Su taea sería la de organizar y coordinar el trabajo del movimiento cívico, entendido éste como las estructuras populares ya organizadas en sindicatos, agrupaciones ambientalistas, asociaciones magisteriales, uniones campesinas, etc. junto a la necesaria incorporación de los sectores intelectuales, empresariales y políticos, de modo que se formara un verdadero Frente Nacional. Así le impediríamos al gobierno y sus aliados continuar con la infame tarea de atacar despiadadamente al movimiento sindical, como si fuera el único responsable de la resistencia contra el TLC.
Fue así como se realizó una primera reunión en la casa de D. Rodrigo Carazo y luego en el Tenis Club, donde el Dr. Henry Mora propuso que fuera el doctor Eugenio Trejos, Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica, quien asumiera las tareas de ser el principal representante y vocero del movimiento patriótico en su conjunto. Esa propuesta obtuvo el beneplácito de los presentes. Se aprobó también una Proclama Patriótica que habíamos presentado, pero que fuerzas extrañas se encargaron de hacer desaparecer.
En la práctica se crearon dos instancias de coordinación o dirección, como se les quiera llamar: la primera fue la Junta Patriótica que tuvo como sede la casa de don Rodrigo Carazo Odio. La junta era una especie de foro donde se discutían asuntos importantes, lo que le daba a las discusiones y a los análisis, un importante nivel. Pero la junta carecía, totalmente, de cualquier capacidad de decisión o de mando sobre la marcha de los acontecimientos. La otra instancia era el llamado Comité operativo facilitador, integrado en lo fundamental por representantes del movimiento social y de algunos partidos políticos anti TLC y que se reunía en la sede del Tecnológico en Bº Amón. El doctor Eugenio Trejos actuaba como el coordinador de ambas instancias.
Sin embargo, existía otra estructura de decisión, supuestamente subordinada a la Junta Patriótica, pero en la práctica dotada de completa autonomía y de poder real, separada tanto de la Junta Patriótica como del Comité operativo. Estaba formada, básicamente, por tres comisiones: de finanzas, de organización y de comunicación o propaganda. Allí se designó al Lic Victor Morales Mora, ex Minstro de Trabajo, como el coordinador de la campaña del NO. Con el surgimiento de los comités, también operaba allí un supuesto enlace y coordinación con estas nuevas expresiones sociales, pero que fue radicalmente monopolizado y centralizado por un pequeño grupo de personas que actuaron como el verdadero comando de campaña. Nunca conocimos de un informe crítico y valorativo de esas personas, sobre las tareas realizadas y los resultados obtenidos, positivos o negativos.
Un celoso y extraño control de las comunicaciones entre los activistas del movimiento, donde ya se sumaba el esfuerzo de los Comités en formación, impidió la promoción de una intensa reflexión y un debate interno sobre el movimiento en su conjunto, un acopio de experiencias y la formulación de orientaciones comunes. En determinado momento, varias personas le solicitaron al Dr. Eugenio Trejos una copia de la base de datos que se estaba construyendo, así como la lista con los teléfonos y direcciones del movimiento. Eugenio respondió que incluso a él mismo se le negaba esa información.
Al mismo tiempo, continuaba operando una agrupación que actuaba como un foro de debate, que tenía una importante influencia en el movimiento social y en la lucha general, denominada Coordinadora Nacional. La Coordinadora había visto desde el inicio con mucho recelo la propuesta del Referéndum, pero lo cierto es que había cumplido una labor pionera en la búsqueda de una organización unitaria y de frente común contra el Tratado. Estos compañeros se reunían los martes en la sede de la APSE y Jorge Coronado y Ricardo Segura actuaban como sus principales coordinadores.
Las organizaciones sociales y los partidos políticos adheridos a la lucha contra el TLC, principalmente el PAC, Vanguardia Popular, el Frente Amplio, el PASE, Rescate Nacional y otros movilizaron, unos más y otros menos, sus estructuras organizativas y orientaron a sus adherentes y simpatizantes a contribuir en las tareas organizativas del NO. Principalmente los sindicatos, hicieron enormes esfuerzos humanos y económicos para contribuir al despliegue de la campaña.
Sería una mezquindad negar la noble y generosa entrega de los Cros del movimiento sindical, donde algunos proporcionaron locales, alimentos, medios de movilización, dirigentes y promotores y recursos de todo tipo, lo que incluso facilitó la formación de muchos Comités Patrióticos.
Sin embargo, la conclusión fundamental es nunca hubo un comando central que le diera las tareas a la unidad y la orientación requeridas. Esto mismo provocó, como una paradoja, la híper concentración de poderes y funciones de algunas personas y grupos que, en ausencia de esos organismos de reflexión y dirección colectiva, tomaba las decisiones que les venía en gana. Unas veces resultaban acertadas y otras, desgraciadamente, condujeron la lucha a un callejón sin salida.
La mejor prueba de esto que firmamos, es que una vez celebrado el referéndum, el movimiento en su conjunto quedó sumido en mayor desconcierto. Nunca se formularon planes de contingencia existieron propuestas generales para una sólida articulación del movimiento una vez celebrado referéndum. Fue únicamente gracias a la voluntad de lucha de muchos miembros de los Comités Patrióticos, que se llegó a la justa conclusión de que la lucha contra el referéndum era sólo un episodio, importante pero limitado a un proceso de tipo electoral, en la lucha general de nuestro pueblo contra el neoliberalismo, el filibusterismo y la nueva oligarquía.
¿Qué enseñanza crítica nos deja esta experiencia?
Hemos hecho en repetidas ocasiones una valoración positiva sobre el significado de esta lucha y el valor histórico del surgimiento de los Comités Patrióticos. Pero es necesario ahora sacar las conclusiones sobre aquellas acciones y orientaciones que no debemos repetir y menos profundizar. Una de ellas es la extrañamente publicitada tesis delespontaneismo, la “no jefatura” y la “no dirección”. No se trata de acusar a nadie, pero debemos señalar que estas tesis están acompañadas, al menos, de un democratismo ingenuo que tiene poco que ver con una auténtica democracia participativa. Personas honradas y bien intencionadas, suponen de antemano, casi como un artículo de fe, que una jefatura o un liderazgo son perversiones de la democracia.
El pasado 16 de Octubre, la Cra Magda Zabala escribió: “Con todo esto, se demostró que si bien la espontaneidad del movimiento popular, que nunca llegó a constituir UNA RED INTEGRADA, había acumulado muchas fuerzas sociales, era endeble en la capacidad de reacción y de propuesta, e insuficiente para canalizar una conducción participativa. Además, varios de los miembros de la cúpula, que se había conformado también de manera espontánea, según parece, no contaban con la credibilidad necesaria ni con la experiencia en la conducción de movimientos sociales ni “colmillo” político. Por esa razón, cundió en mucho el fraccionamiento de acciones y respuestas.
El desafío actual consiste en superar esas condiciones para enfrentar la etapa siguiente, sin perder los pilares que sostienen las fuerzas del movimiento popular, generado por los comités patrióticos, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales, algunos partidos políticos, los movimientos estudiantiles, las universidades, los artistas e intelectuales, los indígenas y otros agentes sociales, como un sector de las iglesias.”
A partir de esta justa valoración proponía:
“1- Crear un verdadero organismo de conducción, de carácter participativo
2- Que este organismo sea representativo de los principales actores sociales del movimiento popular.
3- Garantizar que las personas que integren este organismo gocen de la plena confianza de las bases”
Días antes, nosotros mismos habíamos publicado el pequeño folleto titulado:
“LOS COMITÉS PATRIÓTICOS ANTE EL FRAUDE: LA LUCHA CONTINÚA” en el que decíamos:
“Sugerimos que, además de las importantes tareas que sin duda los Comités han definido e incluso aprobado, y sin el menor deseo de interferir en la discusión interna, pensamos que podría ser útil tomar en cuenta ciertos objetivos cardinales que podemos mencionar.
1- Leyes Complementarias. Los Comités deberían comprometerse a ser una organización permanente y continuar la lucha hasta la completa derrota del neoliberalismo en sus distintas manifestaciones. Pero ahora, tenemos enfrente las llamadas LEYES COMPLEMENTARIAS, también conocidas como AGENDA DE IMPLEMENTACIÓN, que son la esencia misma del TLC. Hay que combatirlas a brazo partido. Allí se encuentra nuestra primera tarea.
2- Observatorios cívicos. Los Comités deberían ser observatorios agudos y perspicaces de la vida cívica y política de Costa Rica, tanto en escala nacional como local y convertirse en centros permanentes de discusión y análisis del acontecer político y social de Costa Rica.
Dentro de ellos, las discrepancias de cualquier orden que sean, no deben saldarse con rupturas o divisiones sino con el desarrollo creciente y permanente de reflexiones, análisis críticos y discusiones fraternas. En su seno debe imperar, como hasta ahora, la mayor tolerancia y cada miembro podrá trasmitir sus reflexiones y conclusiones, a las distintas organizaciones sociales o políticas donde participa.
3- Proyecto de país y centros de resistencia cívica. Los Comités deberían insistir, a través de encuentros o asambleas de alcance regional o nacional, en la formulación de planteamientos programáticos tácticos (corto plazo) y estratégicos (largo plazo), que conduzcan a la formulación de agendas de lucha y un proyecto de país, donde tenga cabida esa misma pluralidad de fuerzas sociales y políticas que los forman.
4- Centros de estudio de la realidad nacional. Los Comités deberían estimular el estudio permanente de todas esas realidades en las que nos introdujo la discusión del TLC pero que ha quedado truncada en virtud del Referéndum. Formulamos una pregunta ¿es que acaso han quedado debidamente superadas las discusiones y los análisis sobre temas como el agua, la biodiversidad o los recursos marinos? ¿Es que no debemos continuar con el examen crítico de esas instituciones que conforman el Estado Social de Derecho y que hemos defendido con tanto vigor durante este proceso? ¿Debemos o no continuar el estudio sobre los asuntos educativos, productivos o laborales y agregar a todo eso, la salvaguarda y explotación nacional de los recursos marinos?
No se debe concebir un COMITÉ PATRIÓTICO que no destine una parte de su esfuerzo a estudiar y conocer mejor la realidad nacional.
5- Estimuladores de un Frente Patriótico de Unidad Nacional sin dejarse arrastrar a la política electoral. Los Comités deben saber que la derrota del neoliberalismo como proyecto antinacional, no se salda con la derrota del TLC o de sus leyes complementarias. Esa derrota debe confirmarse en la construcción de un gran FRENTE PATRIÓTICO NACIONAL Y UNITARIO, de carácter político, que les de sentido y orientación a las legítimas manifestaciones del espíritu democrático y progresista de nuestro pueblo, en el actual momento histórico. Pero nosotros creemos que los COMITÉS PATRIÓTICOS no deberían jamás convertirse en partido político o en apéndices de algún partido en particular. Porque la fuerza moral y cívica de los Comités, está en su total independencia de los partidos, está en su maravillosa condición de ser un lugar de encuentro, de reflexión y de acción de todos los patriotas, sin importar su bandería electoral.”
Días después, el 20 de Octubre, en el folleto dedicado a la propuesta de creación de una Asamblea Nacional Popular, que escribimos junto a los compañeros Arnoldo Mora R y José Miguel Corrales B, expresábamos:
“Pero ahora el pueblo costarricense tiene sus manos una nueva forma de poder social, que es suya y que se manifiesta a lo largo y ancho de Costa Rica. Al mismo tiempo, ese poder no debe mantenerse disperso. Ha llegado el momento de construir las estructuras de lucha y conducción que articulen y apuntalen ese poder. Aquellos que no entienden lo que ha sucedido, insisten en dejarlo todo en manos de la espontaneidad y reniegan de cualquier forma de coordinación o dirección.
Las personas que reniegan de los organismos de coordinación o dirección, ignoran que las grandes batallas sociales necesitan, como en las guerras, de “Estados Mayores”. En la vieja política, esos “Estados Mayores” han estado formados por oligarcas y potentados que, como ocurre con el régimen de los hermanos Arias, impulsan las acciones políticas y toman decisiones, en función de sus intereses.
Pero en este momento, miles y miles de conciudadanos, pertenecientes a las organizaciones sociales y a los Comités Patrióticos, han elevado hasta niveles superiores su grado de conciencia cívica. Los nuevos órganos de coordinación y dirección, deben surgir a su vez, del seno de esta nueva ciudadanía.”
Más adelante agregábamos:
“Para no darles chance a los enemigos en sus maniobras para desnaturalizar y desarticular a los Comités Patrióticos, deberíamos darnos a la tarea, sin dilación alguna, de discutir la integración de una Asamblea Nacional Popular o como se le quiera llamar, para lo que aportamos algunas ideas.
El poder del pueblo, es decir el poder real, debe ser institucionalizado de manera novedosa. Cómo es imposible trabajar en sesiones plenarias donde participen todos los miembros de los Comités Patrióticos, es necesario actuar por representación. Esto se resuelve creando una Asamblea con una adecuada representación de todos los Comités y de las distintas regiones de Costa Rica. Pensamos que en esta asamblea, deben tener una representación moderada y claramente limitada, los sindicatos, los partidos progresistas, las personalidades patrióticas, los dirigentes espirituales y los grupos cívicos. Esta representación no debe ir más allá de un 10% a un 20% del total de la Asamblea.”
Sin dirección, no hay movimiento, ni lucha organizada, ni batallas triunfantes. El factor “conducción” es decisivo en cualquier tipo de combate o lucha social y política. “Dirección” no significa un mando único, aunque la historia, desde Espartaco, Simón Bolívar o San Martín, hasta Juanito Mora, Sandino, Mao Tse Tung, Tito, José Figueres, Fidel o el Che Guevara, en medio de guerras cruentas y difíciles, demuestra que los pueblos no le tienen temor a una dirección central, cuando las condiciones así lo demandan. Pero evidentemente no es nuestro caso, pues es perfectamente posible la construcción de una dirección consensuada, respetada y sujeta a los controles democráticos de una asamblea.
Algunos compañeros olvidan que nuestros enemigos tienen un mando central perfectamente establecido, alrededor del cual agrupan todas sus fuerzas, todos sus recursos políticos, institucionales, mediáticos y hasta financieros. El neo filibusterismo representado por la nueva oligarquía, sí es perfectamente consciente de lo grave que significa dispersar las fuerzas y hacer que cada segmento actúe según sus propios designios.
Una dirección nacional de los Comités Patrióticos y una Asamblea Nacional como la que proponemos, no niegan, ni afectan, ni debilitan, ni se sobreponen a esa demostrada riqueza política y ciudadana representada por la autonomía y la espontaneidad de los Comités. “Dirección nacional” y “autonomía”, no son ni pueden ser términos antagónicos y contrapuestos cuando hablamos de los Comités Patrióticos, sino de una nueva forma dialéctica de concebir la acción y la coordinación de estas formas también nuevas de la organización popular.
Si en las próximas semanas los Comités Patrióticos no se empeñan en resolver, de una vez por todas este problema de la construcción de sus órganos de coordinación y dirección, estaremos sembrando su camino de escollos y corremos el riesgo de restarle al movimiento social y popular de nuestra Patria, un afilado instrumento de lucha que es creación exclusiva del pueblo.
Curridabat, diciembre de 2007
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