En el año 2001, el Gobierno del Ex Presidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, pactó con el Sindicato de Trabajadores Marítimos, Ferroviarios y de Muelles (dirigido por Gregorio Bolaños) y con la Unión Portuaria y Ferroviaria Nacional (dirigido por Ana Montero), la entrega de la administración y operación de Puerto Caldera a manos privadas, a cambio de cancelar a cada una de las personas trabajadoras una indemnización en dólares además de sus prestaciones legales.
Nuestra organización sindical, a pesar de ser una fuerza absolutamente minoritaria, (en razón de que contábamos con menos de 50 afiliados y afiliadas, pero con una seccional digna, valiente y con principios), logró detener durante casi 6 años la privatización de Puerto Caldera.
Señalamos y denunciamos innumerables ilegalidades e irregularidades en el proceso de concesión llevado a cabo, nos opusimos al chantaje de que fueron objeto los trabajadores y trabajadoras de INCOP, y advertimos de las consecuencias negativas que provocaría la entrega a manos privadas de la principal fuente de empleo en la Provincia de Puntarenas.
Lamentablemente, los poderosos intereses políticos y económicos que estaban detrás de este leonino negocio, con el apoyo de los sindicatos mencionados, terminaron por imponerse comprando consciencias, torciendo brazos, irrespetando la ley y hasta la propia Constitución Política.
Las consecuencias que alguna vez advertimos son una realidad: mayor desempleo, aumento de la informalidad, afectación de la economía puntarenense, y para los que aún cuentan con empleo: peores salarios, jornadas más extensas, menos garantías sociales y laborales. Aún no hemos visto los beneficios prometidos por quienes defendieron la privatización. Además, mientras los países desarrollados están recuperando lo que privatizaron, para mantener y recuperar empleos, y sacar a la economía del colapso provocado por el descalabro de las políticas privatizadoras del capitalismo hoy en crisis, nuestros gobernantes, al promover la Concesión de JAPDEVA, insisten en apostar a un modelo concentrador de riqueza, que cada vez incrementa más la brecha de desigualdad en perjuicio de las mayorías y que fracasó a nivel mundial.
Porque en circunstancias aún más difíciles sostuvimos una lucha similar a la que ustedes libran hoy día, porque consideramos que las instituciones públicas constituyen un mecanismo de generación y distribución de riqueza para el bien de la colectividad y no para que unos cuantos lucren con ellas, porque estamos convencidos de que los puertos no deben salir del dominio del Estado, porque sabemos que JAPDEVA es el motor principal para el desarrollo de la Provincia de Limón, apoyamos la valiente posición de la dirigencia y membresía de SINTRAJAP, al rechazar la propuesta del gobierno para que a cambio de unos dólares entreguen la institución que ha sido fuente de sustento propio y de sus familias y que constituye un bien público que además no les pertenece exclusivamente, sino que es patrimonio del pueblo costarricense.
Aprovechamos para hacer un respetuoso llamado al movimiento sindical y a las organizaciones sociales del país, para que no callen como ocurrió durante el proceso de privatización de Caldera, para que se pronuncien y realicen acciones de apoyo concreto a esta lucha de SINTRAJAP.
Esperamos que también el pueblo limonense se vuelque a defender una institución que ha coadyuvado en el desarrollo económico social de la región. Nuestras propias experiencias nos han enseñado que la alianza entre las organizaciones sindicales y la comunidad es vital para la defensa de los servicios públicos y del patrimonio nacional.
Compañeros y compañeras de SINTRAJAP: Cuenten con el respaldo de la organización que representamos. En ANEP pueden encontrar no solo solidaridad, sino que si de algo puede servir el conocimiento acumulado durante nuestra lucha en el INCOP, humildemente lo ponemos a su disposición para lo que tengan a bien.
Sigan adelante, que su posición digna y contundente honra a la clase trabajadora costarricense y constituye una esperanza para quienes confiamos en que todavía es posible no solo resistir el neoliberalismo, sino aportar en la construcción de una sociedad más justa, equitativa e incluyente.
Adelante compañeros y compañeras, ni un paso atrás.