El primer golpe de Estado militar de la administración Obama

Honduras suscitó la cólera de Washington al rebelarse contra la presencia militar estadounidense e incorporarse al ALBA. Militares formados en la Escuela de las Américas y dirigidos por consejeros estadounidenses derrocaron al presidente constitucional Manuel Zelaya y pusieron en el poder a quien había sido su rival de siempre en el seno del partido liberal, Roberto Micheletti. Thierry Meyssan hace un recuento de los objetivos de este enfrentamiento y señala la voluntad de la administración Obama de retomar el control de América Latina.

Roberto Micheletti, presidente del Congreso y eterno rival de Manuel Zelaya en el Partido Liberal, saluda a los diputados que acaban de designarlo como nuevo presidente de Honduras.

Nadie pensó que la crisis surgida entre Honduras y Estados Unidos pudiera desembocar en un golpe de Estado militar.

Parecía que Washington había renunciado a esa forma de acción, aunque la administración Bush había sobornado recientemente a un grupo de militares para que derrocaran al presidente constitucional de Venezuela (el 12 de abril de 2002) [1] y había utilizado a sus propias fuerzas especiales para secuestrar al presidente constitucional de Haití (el 29 de febrero de 2004) [2].

Pero los comunicadores de la Casa Blanca venían utilizando últimamente la amplia sonrisa del flamante Barack Obama para hacer creer a la opinión pública internacional que Estados Unidos había cambiado y que había renunciado a su ambición imperial.

La importancia estratégica de los cinco Estados de la antigua República Federal de América Central (Costa Rica, Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) reside en su situación geográfica como corredor de tránsito entre dos continentes y dos océanos. Si bien ninguno de ellos dispone de recursos naturales especialmente importantes, lo interesante es que todos ellos pueden servir de base para controlar la zona.

Durante la revolución sandinista en Nicaragua, Washington utilizó Honduras como base de retaguardia de las bandas contrarrevolucionarias. Bajo la dirección de John Negroponte, la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa se convirtió en cuartel general de los «contras» nicaragüenses y de sus escuadrones de la muerte. Vista desde ese ángulo, la evolución antiimperialista de Honduras, luego del regreso de los sandinistas al poder en Nicaragua, representaba no tanto un problema en sí como un verdadero peligro de «contaminación».

¿En qué representaba la evolución de la situación hondureña un peligro tan grande como para que Washington decidiera recurrir nuevamente a los viejos métodos, corriendo así el peligro de malograr todos sus esfuerzos propagandísticos?

La presidencia de Maduro y las elecciones de 2005

Al igual que el resto de Centroamérica, Honduras enfrenta la existencia de las Maras (pandillas). La más conocida es la Mara Salvatrucha. Se trata de bandas de niños manipulables debido a su dependencia de la droga y organizados mediante ritos místico-criminales [3]. Sus miembros se entregan a todo tipo de violencias, alcanzando a veces un inusitado grado de barbarie que los ha llevado a protagonizar verdaderas masacres.

En 2001, el candidato nacionalista Ricardo Rodolfo Maduro Joest resultó electo bajo la promesa de luchar contra el crimen. Su propio hijo, de 25 años, había sido secuestrado, torturado y asesinado, y su funeral se había convertido en una verdadera manifestación de carácter nacional. Al llegar a la presidencia, Ricardo Maduro ordenó espectaculares operaciones de lucha contra las pandillas. También reforzó el arsenal de la policía y sacó a los militares de los cuarteles para que ayudaran a los policías. Con el apoyo de la democracia cristiana, Maduro logró la adopción de una ley que castigaba con un mínimo de 5 años de prisión el solo hecho de ser miembro de una mara.

Aunque aquella ley sirvió de inspiración a países como Guatemala y Salvador, la Corte Constitucional hondureña decidió invalidarla porque comprometía la responsabilidad individual por asociación en casos de crímenes que el acusado no había cometido. La aplicación de aquella ley había dado lugar a un gigantesco aumento del número de personas encarceladas, lo cual se provocó a su vez sangrientos motines en las prisiones. En definitiva, como aquella ley no abordaba las causas sociales del fenómeno, ya masivo, su aplicación no detuvo el aumento de la criminalidad.

En 2005, el candidato nacionalista a la sucesión de Maduro, «Pepe» Lobo, consideraba que sólo una guerra podía acabar con las Maras. Así que propuso reinstaurar la pena de muerte a través de un referéndum que contemplaría además la posibilidad de pronunciar penas de muerte colectivas contra las pandillas, a pesar de que un estudio realizado en Salvador ya había demostrado que el 51,9% de los criminales tenían sólo entre 11 y 15 años. Así que Honduras habría tenido que matar a muchos de sus propios hijos. Mientras tanto, el candidato liberal, Manuel Zelaya, proponía un enfoque mucho más razonable, basado no sólo en la represión sino en la realización de verdaderos esfuerzos a favor de la educación y de la inserción de aquellos niños en la sociedad.

En el plano económico, los resultados del presidente Maduro también resultaban bastante polémicos. Ex gobernador del Banco Central y brillante hombre de negocios (concesionario de Seros y director del fondo de inversiones La Paz), Maduro negoció la reducción de la deuda hondureña con el FMI y con el Club de París. Pero, como contrapartida, tuvo que aumentar los impuestos y reducir el número de funcionarios, política que penalizó únicamente a la clase media.

También incluyó a su país en el Acuerdo de Libre Comercio Estados Unidos/Centroamérica, sin encontrar mucha oposición política contra aquel proyecto, a pesar de sus desastrosas consecuencias para los pequeños agricultores. Las excelentes relaciones del presidente Maduro con su homólogo estadounidense George W. Bush condujeron incluso al envío de 370 militares hondureños a Irak, donde fueron destacados, junto a los españoles, en la zona administrada por el contingente polaco.

Pero, como consecuencia de la decisión de Zapatero de retirar de Irak las tropas españolas, Maduro se vio políticamente obligado a retirar también a los soldados hondureños. Y finalmente, el mandato presidencial de Ricardo Maduro concluyó en un ambiente grotesco matizado por un escandaloso divorcio.

El liberal de izquierda José Manuel Zelaya Rosales presentó entonces una atrayente alternativa. En vez de proponer el cierre de servicios públicos como medio de garantizar una importante reducción presupuestaria, Zelaya propuso una reducción del tren de vida del Estado. Y para reforzar los ingresos del Estado, propuso facilitar el empleo en los sectores altos consumidores de fuerza de trabajo. En la lucha contra la criminalidad juvenil, Zelaya anunció su intención de equipar todas las escuelas con computadoras y de garantizar la instrucción pública gratuita a todos los niveles de la sociedad.

En 2005, en una elección de una sola vuelta, los hondureños eligieron como presidente a José Manuel Zelaya, con un 49,9% de sufragios, y le garantizaron el 48,4% de los escaños en el Congreso (unicameral). Su principal adversario, el nacionalista de derecha Porfirio Sosa, obtuvo el 46,2% de los sufragios y un 42,9% de los escaños en el Congreso. Los resultados eran tan apretados que se requirió su validación, la cual se produjo al cabo de dos semanas de espera. Tres pequeñas formaciones políticas se encontraron entonces en posición de árbitros en el seno del Congreso: la Unión Democrática, la Democracia Cristiana y el partido Innovación y Unidad.


Elección presidencial
(27 noviembre 2009)
Elecciones legislativas
(27 noviembre 2009)
José Manuel Zelaya Rosales Partido Liberal
49,90 % de votos válidos 62 escaños
Porfirio Lobo Sosa Partido Nacional
46,2 % de votos válidos 55 escaños
Juan Ángel Almendares Bonilla Unificación Democrática
1,5 % de votos válidos 5 escaños
Juan Ramón Martínez Democracia cristiana
1,4 % de votos válidos 4 escaños
Carlos Sosa Coello Innovación y Unidad
1,0 % de votos válidos 2 escaños

La presidencia de Manuel Zelaya

Nada dejaba entrever que el ranchero Manuel Zelaya pudiera entrar en conflicto con Washington, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría relativa de la que disponía no favorecía la posibilidad de una ruptura política. En primer lugar, el presidente Zelaya prosiguió la política de descentralización que ya había iniciado en su época de ministro. Su objetivo era acercar los centros de decisión a la ciudadanía para fortalecer el poder popular y la transparencia. Esta reforma provocó un distanciamiento entre la clase política corrupta de la capital y los nuevos notables locales. Y también sacó a la luz el control de los militares sobre una parte de la economía [4]

Pero lo más importante es que, en junio de 2006, Manuel Zelaya anunció su intención de destinar al tráfico comercial la base aérea de Soto Cano [5], en la que se encontraba un contingente estadounidense. Ante la reacción del Pentágono, el ministro hondureño de Defensa trató de retroceder, argumentando el costo del equipamiento necesario.

Pero el presidente Zelaya mantuvo su decisión. Oficialmente, Soto Cano no era más que una pequeña base aérea cuyo personal se componía de 190 militares y 730 civiles. Pero su pista es la única de toda Centroamérica capaz de recibir grandes aviones destinados al transporte de tropas. Fort Bravo es la única estación del SouthCom fuera de Estados Unidos [6]. Y, sobre todo, Soto Cano es una base de escucha vinculada a dos unidades secretas: Cerro La Mole y Swan Island. Este dispositivo es indispensable para el funcionamiento de la inteligencia militar estadounidense en la región. Curiosamente, Estados Unidos nunca ha firmado con Honduras ningún acuerdo que precise el estatus de las instalaciones anteriormente mencionadas.

A pesar de la fuerte popularidad del presidente Zelaya, una sorpresiva campaña de prensa lo acusó de no haber respetado sus promesas, de no haber logrado mejorar el nivel de vida ni contrarrestar el crimen. En realidad, Zelaya no podía proteger a su país del alza mundial del petróleo y se publicaban numerosos reportajes sensacionalistas que daban la impresión de que el país enfrentaba una gran proliferación de las Maras.

Manuel Zelaya respondió obligando a los medios audiovisuales privados a transmitir varias horas de entrevistas con miembros de su gobierno.
Washington manifestó su irritación mediante la reducción de sus programas de ayuda a la población hondureña, pero mantuvo sus programas de seguridad. Estados Unidos incluso proporcionó a Honduras importantes medios para la realización de sus planes de lucha contra el crimen organizado y contra el tráfico de drogas y el terrorismo. Washington financió, por ejemplo, el equipamiento de Puerto Cortés con tecnología de punta que permite escanear todos los contenedores enviados a Estados Unidos que pasan por ese puerto hondureño.

Por otro lado, Washington dispone de poderosos medios de presión sobre Tegucigalpa. Honduras, país de 7 millones de habitantes, tiene cerca de un millón de inmigrantes en Estados Unidos, sobre todo desde el paso devastador del ciclón Mitch por territorio hondureño, en 1998. 78 000 de esos inmigrantes hondureños en Estados Unidos son residentes temporales, estatus que han renovado varias veces, y pueden ser expulsados mediante una simple decisión administrativa.

El presidente Zelaya prosiguió su lucha contra la corrupción, obligando a varios altos funcionarios a renunciar a sus puestos. Y algunos de éstos comenzaron entonces a conspirar. Se descubrió incluso que el ex director de la compañía de telefonía pública había interceptado los teléfonos del presidente Zelaya.

Al estallar en Estados Unidos la crisis de las subprimes y en momentos en que se produce el alza mundial de los precios de los alimentos básicos, el presidente Zelaya recurre, lógicamente, a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), organización intergubernamental promovida por Venezuela, país que garantiza la seguridad alimentaria y energética de los Estados miembros y que coordina además la realización de importantes programas de salud pública.

Esa decisión de Zelaya obtiene un fuerte apoyo popular, pero suscita inquietud entre las clases medias, ya afectadas por la política económica de Maduro y por la crisis económica mundial.

El 25 de agosto de 2008, Manuel Zelaya rinde homenaje al «Guerrillero heroico» Ernesto Che Guevara y, ante una multitud de 100 000 personas, firma en Tegucigalpa la entrada de su país al ALBA, en presencia de los presidentes Evo Morales, de Bolivia; Daniel Ortega, de Nicaragua; Hugo Chávez, de Venezuela, y del vicepresidente cubano Carlos Lage. El presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, también está representado en el acto. Honduras se convierte así en una de las naciones rebeldes.

El golpe de Estado militar

Representantes del gobierno de Estados Unidos admitieron en el New York Times haber entrado en contacto con los golpistas días antes de la asonada. Pero afirman que lo hicieron para convencerlos [7] de que no emprendieran esa acción. Según esos testimonios, aquellos contactos finalizaron el domingo (o sea, en momentos en que el golpe ya había comenzado).

Pero hay que tener en cuenta que el pequeño ejército hondureño ha sido enteramente armado, entrenado e instruido por Estados Unidos. Se supone que obedezca a su comandante en jefe, el presidente de la República, y al jefe de su Estado Mayor. Pero, en la práctica, se encuentra bajo el control del SouthCom, desde Soto Cano y Miami [8].

Precisamente el jueves pasado, el Pentágono instaló apresuradamente al nuevo comandante del SouthCom, el general Douglas M. Fraser, para darle seguimiento al golpe.

En todo caso, la operación ya había sido concebida desde hace tiempo. Al igual que el ataque contra los edificios oficiales en Moldavia, al igual que la limpieza del valle de Swat, que el exterminio de los Tigres tamules o la «revolución verde» en Irán, el golpe de Estado en Honduras fue planificado por la administración Bush y posteriormente confirmado y ejecutado por la administración Obama, a pesar de los visos de legalidad que ésta última parecía ofrecer.

La tensión se recrudeció cuando el presidente Zelaya convocó a una consulta popular, que debía tener lugar el domingo 28 de junio, para determinar si los electores eran favorables a la elección de una Asamblea Constituyente. Se desató entonces una campaña internacional de prensa que presentaba aquella iniciativa como una maniobra exclusivamente tendiente a abrir a Manuel Zelaya la posibilidad de obtener un segundo mandato.

Lo cual es totalmente falso ya que la elección de la Asamblea Constituyente sólo hubiese tenido lugar el mismo día que la próxima elección presidencial y, por consiguiente, la hipotética modificación de la Constitución no hubiese podido producirse sino mucho después del fin del mandato de Zelaya. Por lo tanto, el presidente Zelaya nunca hubiese podido ser candidato a su propia sucesión. Pero, claro está, después de haber acusado a Hugo Chávez de querer ser «presidente vitalicio», había que acusar a su aliado Manuel Zelaya de querer convertirse en dictador él también.

El 9 de junio, el Congreso hondureño adoptó una ley constitucional que prohibía la realización de un referéndum a menos de 180 días de la elección presidencial. El Tribunal Supremo declaró la consulta popular ilegal (pero no anticonstitucional), aunque la ley de modificación fue declarada en sí misma anticonstitucional. En base a esa decisión, el jefe del Estado Mayor, el general Romeo Vásquez, bloqueó la organización de la consulta. El presidente se presentó entonces personalmente en una base militar para «rescatar» las boletas que debían ser utilizadas en la consulta popular y revocó al jefe del Estado Mayor por insubordinación. Al igual que los demás golpistas latinoamericanos, el general Romeo Vásquez fue formado por Estados Unidos en la tristemente célebre Escuela de las Américas.

La base de Soto Cano se encuentra actualmente bajo las órdenes del coronel Richard A. Juergens. Fue al parecer fue este mismo militar estadounidense quien dirigió el secuestro del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide cuando ocupaba el cargo de director de Operaciones Especiales del Special Operations Command.

El domingo 28 de junio de 2009, siendo alrededor de las 5h30 de la mañana (hora de Honduras), fueron cortadas la electricidad y las líneas telefónicas fijas y hertzianas. Comandos de militares encapuchados [9] asaltaron la residencia del presidente Zelaya y se lo llevaron, lo metieron en un avión y lo enviaron a Costa Rica en ropa de dormir. Fueron arrestados por lo menos 8 ministros, entre ellos la ministra de Relaciones Exteriores, así como otras personalidades, como el alcalde de San Pedro Sula (la segunda ciudad de Honduras). Cuando se restableció el servicio eléctrico, los medios audiovisuales anunciaron que se había decretado un toque de queda y la anulación de los oficios religiosos dominicales y de la consulta popular.

Después del mediodía, los diputados, que fueron previamente autorizados a salir a la calle, realizaron una reunión extraordinaria en la sede del Congreso. El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, dio lectura a una carta, con fecha del 26 de junio, en la que el presidente Manuel Zelaya supuestamente renunciaba a su cargo. Nadie expresó sorpresa por la aparición de esta carta con fecha del 26 de junio. Después de dejar constancia de la supuesta vacancia a la cabeza del Estado, el Congreso designó a su propio presidente para ocupar la presidencia de la República.

Por su parte, el Tribunal Constitucional afirmó, en un comunicado enteramente orwelliano, que el ejército había defendido la Constitución impidiendo que el presidente Zelaya diera un golpe referendario. El Tribunal sostuvo que al bloquear la consulta popular ordenada por el presidente de la República, el jefe del Estado Mayor había actuado legalmente, si lo había hecho por orden de un juez. Para que nadie ignorara el verdadero objetivo de la operación, los militares arrestaron a los embajadores o encargados de negocios de los Estados miembros del ALBA.

El desarrollo mismo del golpe de Estado en Honduras recuerda aquel que tuvo lugar en Haití, en 2004, contra el presidente Jean-Bertrand Aristide: secuestro en plena madrugada por soldados encapuchados y “aparición” de una carta de renuncia.

La manera como las agencias de prensa atlantistas han descrito el diferendo electoral, de forma tendenciosa para dar al golpe de Estado una apariencia de legalidad, demuestra la premeditación de esta operación por parte de Washington. La manipulación de las causas del golpe, ocultando el asunto de la base de Soto Cano y los vínculos entre militares hondureños y estadounidenses, es muestra además de una evidente voluntad de ocultar el papel de la administración Obama.

* Periodista y escritor, Presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia.

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Notas:
[1] «Opération manquée au Venezuela», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 18 de mayo de 2002.
[2] «La CIA déstabilise Haïti», «Coup d’État en Haïti» y «Paris relâche le président haïtien», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 14 de enero, 1º y 16 de marzo de 2004.
[3] «L’extension de la Mara Salvatrucha», por Gaston Pardo, Réseau Voltaire, 2 de marzo de 2005.
[4] La democracia se instaló rápidamente en Honduras mientras que revoluciones y contrarrevoluciones se desarrollaban en la región. Estados Unidos garantizó que parte de la economía hondureña quedara bajo su control
indirecto, a través de los militares.
[5] La base Soto Cano es la antigua base de Palmerola. Está situada al nordeste de Tegucigalpa, a 747 millas de la capital.
[6] El SouthCom es el comando estratégico de las fuerzas armadas estadounidenses encargado de garantizar el control de Latinoamérica.
[7] «Honduran President Is Ousted in Coup», por Elisabeth Malkin, The New York Times, 29 de junio de 2009.
[8] El SouthCom tiene su sede en Miami, pero dispone además de una estación en Soto Cano y de puestos avanzados en Comalapa (Salvador), Manta (Ecuador) así como en las islas de Aruba y Curazao (Antillas Holandesas).
[9] El uso de pasamontañas o capuchas en este tipo de operación es inútil y contraproducente, a no ser que se trate de enmascarar la participación de consejeros militares extranjeros.

Denuncian asesinato de dos dirigentes sociales hondureños

Una de las víctimas, el dirigente social y militante de izquierda Roger Bados, de 54 años, fue asesinado por desconocidos en la norteña ciudad de San Pedro Sula, según informaron este domingo fuentes del movimiento antigolpista.

Las primeras versiones indican que un número no precisado de hombres entró a las 20H00, hora local en la casa de Bados, en la colonia 6 de Mayo, y le dispararon.

Bados era miembro del opositor Partido de Unificación Democrática y del Bloque Popular en San Pedro Sula, a unos 250 kilómetros al norte de la capital, y ex presidente del sindicato de una empresa cementera de la urbe.

Erasto Reyes, también dirigente social, ratificó en contacto telefónico con teleSUR que “anoche fue asesinado Roger Bados” un líder social de izquierda hondureño.

“Es un acto condenable y que se da un momento en que la crisis política agrava la situación de seguridad de los dirigentes”, denunció.

Consideró que la mediación que emprendió Costa Rica para buscar soluciones a las circunstancias que está viviendo el pueblo hondureño que son “negociaciones que no tienen futuro en San José de Costa Rica”.

Reyes aseveró que el pueblo continúa en las calles. “Continuamos en esta jornada pacífica no violenta, nosotros no bajamos la guardia, seguimos en la lucha”.

Por su parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, también condenó el asesinato de Bados

“Bados, líder del Bloque Popular y el Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, fue asesinado por desconocidos”, dijo el gobernante al citar al antigolpista Juan Barahona.

Explicó que este hecho forma parte de la represión selectiva, además de la represión general.

El segundo fallecido es Ramón García, de 40 años, quien fue obligado a bajarse de la unidad de transporte colectivo donde viajaba en el sector de Callejones, departamento occidental de Santa Bárbara.

La información fue confirmada por un líder de la UD, Renán Valdés, quien relató que García “fue bajado de un autobús por desconocidos”.

Detalló que en el incidente resultaron heridas una hermana de él y la esposa de un sobrino.

Fuente: TeleSUR

Quedar bien con todos ¡imposible!…con la mayoría, poco a poco

Una querida amiga de Guatemala nos envía este artículo a fin de compartirlo con sus conciudadanos, ayunos de información real de lo que sucede en su país y para aquellos costarricenses que gustan tener la visión de “la acera de enfrente” y no solo la “versión oficial”.
Con gusto la publicamos en www.anep.cr

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A través de la historia de nuestro país, se ha criticado de cuanto Gobierno hemos tenido. No obstante, los escasos aciertos apenas si se conocen puesto que se está acostumbrado a resaltar siempre lo más negativo, y ha destruir con críticas dañinas en lugar de hacer críticas constructivas y hacer propuestas integrales viables en beneficio del bien común.

Para estas fechas por ejemplo. Todas y todos los privilegiados por obtener su bono 14, poco o nada saben sobre cuándo y qué Gobierno fue el que promulgó dicho beneficio, no obstante se menciona al presidente de ese período, y rápido aflora cuanta rabia acumulada existe precisamente, por la mayoría de desaciertos que tuvo durante su gestión, y del cual la oligarquía y cuanto opositor tenía, hizo alarde con trompetas y bombos al punto que ahora vive descaradamente e impunemente, como millonario en un país centroamericano bajo la figura de asilado político.

En fin, si se habla de la actualidad, es fácil darse cuenta que la cultura de la crítica destructiva sigue. Sobre todo en aquellas personas, sectores o grupos que se ven afectados por las políticas públicas de forma directa e indirecta. Y para muestra un botón: Cohesión Social, CS.

Los mismos de siempre no dejan de descargar su rabia cuando el Gobierno prioriza por el beneficio de una parte significativa que siempre había sido olvidada: las y los guatemaltecos que viven en extrema pobreza. Esto se hace cada vez más patente cuando en los medios de comunicación escrita, publican notas en donde es clara la campaña que tienen en contra del actual gobierno… ¿qué roncha les pica?

Apenas ayer fue inaugurado el Programa Especial de Protección a Empleadas de Casa, Precapi, que dará beneficios del IGSS a las trabajadoras domésticas del país, gracias a un convenio entre Cohesión Social, la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente, SOSEP, y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, IGSS, y ya hoy amanece publicada en primera plana de Prensa Libre, que “No cuadran cifras de Mi Familia Progresa”. Es obvio, en primer lugar, que el techo presupuestario de CS crece, pero el matutino no se toma la molestia de evidenciar la razón por la que sucede este “fenómeno”. Dicha razón es que cada día son más los municipios a los que da cobertura con sus distintos programas, y por lo tanto, el número de familias que ahora logran tener insumos básicos como alimentos, salud y educación cada día está creciendo.

Por todos lados se escucha decir a los medios que CS no quiere decir quiénes son los beneficiados directos, no obstante, poco se dijo de la decisión del 99% de estos: no están de acuerdo con que se publiquen sus datos. Y con justa razón… ¿acaso no tienen derecho de autorizar o no, la publicación de sus datos personales? Si bien debe haber transparencia en los procesos, sobre todo en los que se maneja dinero, también hay que estar concientes que las políticas públicas con enfoque social como las que CS ejecuta, son un paliativo que busca combatir la extrema pobreza, pero más que eso, ha sido el instrumento por medio del cual, los derechos contenidos en la Constitución Política de la República están siendo una realidad para quienes siempre han estado al margen de cualquier otro tipo de política que siempre había predominado en el país.

¡Lástima que el beneficio de los programas aún no es para todos! Apenas están llegando a 110 municipios de más de 330 que componen todo el país. Sin embargo, pensar que la cobertura se logrará en un 100% también es una utopía, pues nunca faltan los lagartos avorazados, que buscan “taparle el ojo al macho”, haciendo como que fiscalizan al propio Gobierno cuando ellos mismos no dejan que la SAT fiscalice sus empresas e industrias.

Pero a todo esto, ¿qué es en realidad lo que motiva la rabia de los de siempre contra las políticas sociales que impulsa CS? ¿Acaso es porque beneficia a los más pobres? ¿O porque no se dice con nombres y apellidos los cientos de miles de beneficiados? O ¿será que lo que más les molesta es quien preside el consejo? Parece ser que todo es parte de la respuesta, empero, para nadie está oculto que lo que hay detrás te estas inconformidades es una campaña en contra del Gobierno de Colom, y más, en contra de las políticas de proyección social.

Pensar que las críticas y noticias sobre esta entidad son parte de una función de auditoría social, es ingenua hasta cierto punto. ¿Quién está detrás de las investigaciones? A la luz de todos y todas, es la diputada Nineth Montenegro, pero… ¿por qué alguien como ella, que se ha identificado como una buena diputada ante el pueblo, está actuando con saña, en contra de programas que a toda luz, significan un gran apoyo para nuestra gente? ¿Acaso ella también ha caído en tener que trabajar duro para pagar algún tipo de factura política de sus financistas? Y la oligarquía, ¿Qué teme? ¿Que los más pobres llegarán al poder, o que alguien, sobre todo de sexo femenino, gane más crédito político que pueda significar, un giro sorprendente en las futuras elecciones?

Nunca se quedará bien con todos, y menos con quienes velan por sus propios intereses… Sin embargo, en nuestro país, por lo menos, poco a poco, se está buscando ayudar a la gran mayoría…

Neogolpismo

El fin de la Guerra Fría, la ola democratizadora de los años noventa, el avance de la globalización, la gradual reducción de las disputas fronterizas entre países, la creciente interdependencia mundial y las promesas de la integración económica regional parecieron presagiar el ocaso del golpismo en la periferia. Sin embargo, el espectro golpista sigue intacto. Desde 2000 a la fecha se han llevado a cabo 24 golpes de Estado, unos exitosos y otros fallidos, en Africa, Asia y América latina y el Caribe. Los dos últimos, en 2009, se han producido en Madagascar y Honduras.

Con el tiempo, se fue gestando un neogolpismo: a diferencia del golpe de Estado tradicional, el “nuevo golpismo” está encabezado más abiertamente por civiles y cuenta con el apoyo tácito (pasivo) o la complicidad explícita (activa) de las Fuerzas Armadas, pretende violar la constitución del Estado con una violencia menos ostensible, intenta preservar una semblanza institucional mínima (por ejemplo, con el Congreso en funcionamiento y/o la Corte Suprema temporalmente intacta), no siempre involucra a una gran potencia (por ejemplo, Estados Unidos) y aspira más a resolver un impasse social o político potencialmente ruinoso que a fundar un orden novedoso.

En Latinoamérica ha existido una suerte de “aprendizaje” en materia de golpismo. Por ejemplo, los que se efectuaron en Ecuador –contra Abdalá Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en 2000– fueron ganando en efectividad y sofisticación, al punto de que los “putchs” cívico-militares fueron, a regañadientes, tolerados y aceptados en la región. No existió una virulencia desproporcionada y las sucesiones presidenciales se encargaron de darles visos de cuasi constitucionalidad. Washington y Brasilia (en especial, en el caso de Mahuad) no cuestionaron seriamente lo ocurrido y el Grupo de Río y la Organización de Estados Americanos se desentendieron.

Tiempo después, en 2002, se produjo la fracasada remoción forzada de Hugo Chávez en Venezuela. La región –particularmente Argentina, Brasil y Chile– reaccionó de inmediato, repudiando lo ocurrido y definiendo lo sucedido con el calificativo de golpe de Estado. La Casa Blanca no deploró el golpe; más aún lo justificó (lo mismo hicieron España, Colombia y el Fondo Monetario Internacional). La administración del presidente George W. Bush actuó como si se tratase de un “golpe benévolo”; es decir, le dio la bienvenida al intento de derrocamiento de un gobierno electo democráticamente, ya que los golpistas actuaban en consonancia con las preferencias ideológicas de Estados Unidos. La coalición cívico-militar venezolana terminó consumando un golpe ortodoxo y autoritario que, no obstante, resultó fallido: el detenido Hugo Chávez retornó a la presidencia.

Dos años más tarde, en 2004, se produjo la salida forzada de Jean-Bertrand Aristide en Haití. Tal como en Venezuela, en el ejemplo haitiano los golpistas insistieron en que Aristide fue el que provocó, con su comportamiento, la crisis institucional que lo llevó a su remoción del gobierno: de ese modo se justificó la destitución del presidente. De hecho, se producía –al igual que en el caso de Chávez pero esta vez con éxito– una inversión de valores, pues se terminó responsabilizando a la víctima en lugar del victimario. La coalición golpista y Washington aprendieron de un error previo en el caso venezolano: en vez de detener temporalmente a Aristide, el embajador de Estados Unidos puso al depuesto mandatario haitiano en un avión y lo envío a República Centroafricana; donde se había producido un golpe de Estado exitoso en 2002 y el golpista François Bozizé hizo redactar una nueva Constitución y resultó electo presidente en 2003.

Así llegamos al primer golpe de Estado exitoso en Centroamérica en el siglo XXI: el 28 de junio fue derrocado el presidente de Honduras, Manuel Zelaya. El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, asumió como mandatario de facto. Los militares irrumpieron en la residencia oficial de Zelaya, lo detuvieron y lo trasladaron a Costa Rica. Los golpistas de la poderosa coalición cívico-militar aprendieron las lecciones de Venezuela y Haití: preservando el funcionamiento del Legislativo y del Judicial, expulsaron del país al mandatario constitucional. Sin embargo, en esta oportunidad el rechazo y repudio general fueron elocuentes. Todo el hemisferio, sus organizaciones políticas, las Naciones Unidas, la Unión Europea, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, ONG de derechos humanos y gobiernos de diversa orientación ideológica se manifestaron masiva y unánimemente contra el golpe de Estado.

La coincidencia de voces fuertemente críticas es muy alentadora. Sin embargo, si el golpe resulta victorioso –y esto significa que Zelaya no es restituido siquiera temporalmente en la presidencia– entonces la tentación del neogolpismo regional crecerá. Los golpistas entonces habrán aprendido una nueva lección: deponer y ejecutar el mandatario en el gobierno, simular que la crisis era de tal envergadura que no había otra opción que remover al Ejecutivo, mantener formalmente las instituciones y esperar hasta que las políticas antigolpe de la comunidad internacional resulten improductivas.

El caso de Honduras es muy trascendental: el futuro de la democracia en América latina está en juego. Y eso lo saben todos, en Washington, en Caracas y en Buenos Aires.

* Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella y miembro del Club Político Argentino.

Fuente: Pagina 12. 13-07-09

Muere el golpe o mueren las Constituciones

Los países de América Latina luchaban contra la peor crisis financiera de la historia dentro de un relativo orden institucional.

Cuando el Presidente de Estados Unidos Barack Obama, de viaje en Moscú para abordar temas vitales en materia de armas nucleares, declaraba que el único presidente constitucional de Honduras era Manuel Zelaya, en Washington la extrema derecha y los halcones maniobraban para que éste negociara el humillante perdón por las ilegalidades que le atribuyen los golpistas.

Era obvio que tal acto significaría ante los suyos y ante el mundo su desaparición de la escena política.

Está probado que cuando Zelaya anunció que regresaría el 5 de julio, estaba decidido a cumplir su promesa de compartir con su pueblo la brutal represión golpista.

Con el Presidente viajaban Miguel d´Escoto, presidente pro témpore de la Asamblea General de la ONU, y Patricia Rodas, la canciller de Honduras, así como un periodista de Telesur y otros, hasta 9 personas. Zelaya mantuvo su decisión de aterrizar. Me consta que en pleno vuelo, cuando se aproximaba a Tegucigalpa, se le informó desde tierra sobre las imágenes de Telesur, en el instante que la enorme masa que lo esperaba en el exterior del aeropuerto, estaba siendo atacada por los militares con gases lacrimógenos y fuego de fusiles automáticos.

Su reacción inmediata fue pedir altura para denunciar los hechos por Telesur y demandar a los jefes de aquella tropa que cesara la represión. Después les informó que procedería al aterrizaje. El alto mando ordenó entonces obstruir la pista. En cuestión de segundos vehículos de transporte motorizados la obstruyeron.

Tres veces pasó el Jet Falcon, a baja altura, por encima del aeropuerto. Los especialistas explican que el momento más tenso y peligroso para los pilotos es cuando naves rápidas y de poco porte, como la que conducía al Presidente, reducen la velocidad para hacer contacto con la pista. Por eso pienso que fue audaz y valiente aquel intento de regresar a Honduras.

Si deseaban juzgarlo por supuestos delitos constitucionales, ¿por qué no le permitieron aterrizar?

Zelaya sabe que estaba en juego no sólo la Constitución de Honduras, sino también el derecho de los pueblos de América Latina a elegir a sus gobernantes.

Honduras es hoy no solo un país ocupado por los golpistas, sino además un país ocupado por las fuerzas armadas de Estados Unidos.

La base militar de Soto Cano, conocida también por su nombre de Palmerola, ubicada a menos de 100 kilómetros de Tegucigalpa, reactivada en 1981 bajo la administración de Ronald Reagan, fue la utilizada por el coronel Oliver North cuando dirigió la guerra sucia contra Nicaragua, y el Gobierno de Estados Unidos dirigió desde ese punto los ataques contra los revolucionarios salvadoreños y guatemaltecos que costaron decenas de miles de vidas.

Allí se encuentra la_ “Fuerza de Tarea Conjunta Bravo”_ de Estados Unidos, compuesta por elementos de las tres armas, que ocupa el 85 por ciento del área de la base. Eva Golinger divulga su papel en un artículo publicado en el sitio digital Rebelión el 2 de julio de 2009, titulado “La base militar de Estados Unidos en Honduras en el centro del golpe”. Ella explica que “la Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país. Un acuerdo ‘de mano’ entre Washington y Honduras autoriza la importante y estratégica presencia de los cientos de militares estadounidenses en la base, por un acuerdo ‘semi-permanente’. El acuerdo se efectuó en 1954 como parte de la ayuda militar que Estados Unidos ofrecía a Honduras… el tercer país más pobre del hemisferio”. Ella añade que “…el acuerdo que permite la presencia militar de Estados Unidos en el país centroamericano puede ser retirado sin aviso”.

Soto Cano es igualmente sede de la Academia de la Aviación de Honduras. Parte de los componentes de la fuerza de tarea militar de Estados Unidos está integrada por soldados hondureños.

¿Cuál es el objetivo de la base militar, los aviones, los helicópteros y la fuerza de tarea de Estados Unidos en Honduras? Sin duda que sirve únicamente para emplearla en Centroamérica. La lucha contra el narcotráfico no requiere de esas armas.

Si el presidente Manuel Zelaya no es reintegrado a su cargo, una ola de golpes de Estado amenaza con barrer a muchos gobiernos de América Latina, o quedarán éstos a merced de los militares de extrema derecha, educados en la doctrina de seguridad de la Escuela de las Américas, experta en torturas, la guerra psicológica y el terror. La autoridad de muchos gobiernos civiles en Centro y Suramérica quedaría debilitada. No están muy distantes aquellos tiempos tenebrosos. Los militares golpistas ni siquiera le prestarían atención a la administración civil de Estados Unidos. Puede ser muy negativo para un presidente que, como Barack Obama, desea mejorar la imagen de ese país. El Pentágono obedece formalmente al poder civil. Todavía las legiones, como en Roma, no han asumido el mando del imperio.

No sería comprensible que Zelaya admita ahora maniobras dilatorias que desgastarían las considerables fuerzas sociales que lo apoyan y sólo conducen a un irreparable desgaste.

El Presidente ilegalmente derrocado no busca el poder, pero defiende un principio, y como dijo Martí: “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.

Fidel Castro Ruz
Julio 10 de 2009
6 y 15 p.m.

Chávez, aunque duela, dice la verdad sin pelos en la lengua

1. En rueda de prensa con medios nacionales e internacionales, el mandatario venezolano afirmó que fue un “error craso” de Estados Unidos proponer un diálogo “¿Un diálogo con quién? ¿Con estos usurpadores?.

¿Los mismos que a estas horas están persiguiendo hondureños? ¿Los que ya han matado a varias personas?… eso es indigno. Estados Unidos debería rectificar a tiempo”… en el gobierno norteamericano “esta aflorando un mundo de contradicciones”. Chávez indicó que EEUU ahora debe demostrar con acciones su condena al golpe de estado en Honduras, ya que ha habido solo tímidas medidas.

2. Mientras tanto Obama, presidente al servicio de poderosísimos intereses imperiales en los EEUU, busca alguna salida que no moleste al gobierno golpistas de Honduras y, al mismo tiempo, que impida que Hugo Chávez quien ha respaldado con todo y por todo a Manuel Zelaya (presidente legítimo derrocado) salga muy fortalecido; entre tanto la situación de Honduras sigue empeorando porque el pueblo exige con marchas y plantones en las calles la reinstalación del presidente Zelaya. Pero además de los asesinatos en Honduras, lo que más preocupa es que éste sea sólo el primer Golpe de Estado en estos tiempos y que en los próximos meses se siga usando en otros países. En EEUU los Golpes de Estado son de otro estilo: asesinan a un presidente, lo acusan de practicar espionaje, le organizan un sexogate o le coordinan avionzazos en las torres.

3. Los medios de información internacionales han extendidos intensas campañas para desprestigiar a los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, pero especialmente contra el gobierno venezolano. Acusan a Chávez de ser provocador, de hablar de más, de interrumpir las reuniones “decentes”. Sin embargo ese es sólo un estilo, una forma de ser; lo importante o sustancial es lo que Chávez dice y hace. No se le puede comparar con un lengua larga como Fox porque mientras este dice mentiras e imbecilidades, Chávez se da el lujo de decir las cosas con su nombre y por actuar en consecuencia. En su discurso en Nicaragua aquel lunes o martes Chávez advirtió con claridad: solucionemos cuanto antes este problema y evitemos que se alarguen las cosas. Inmediatamente planteó medidas fuertes para obligar a los golpistas a renunciar.

4. Chávez está comprometido con Venezuela pero también con todos los pueblos de América y del mundo. Todos los pueblos y sus gobiernos de izquierda o centroizquierda han contado en los últimos diez con el apoyo incondicional de Chávez; no solamente en lo que corresponde al petróleo sino esencialmente cuando los gobiernos han sido amenazados con golpes de Estado, tal como ha sucedido en Bolivia, Ecuador, Honduras, Paraguay, Guatemala o El Salvador. Y el mejor ejemplo es el de Honduras donde el gobierno de Manuel Zelaya no estaba inclinado hacia la izquierda pero la política de apoyo y solidaridad de Chávez convenció a Zelaya de quien lo ayudaba sin internes alguno. Lo mismo sucedió en 1961 cuando Fidel Castro se acercó a la URSS a pesar que en ese momento estaba más cerca políticamente de los EEUU.

5. Derrocar a Chávez, o por lo menos debilitarlo, es un objetivo casi inmediato de los gobiernos Bush/Obama y sus incondicionales. Así como sacar del poder y destruir a Fidel Castro fue el gran objetivo imperialista de Kennedy, Johnson y Nixon, el imperio está asustado por los avances de Chávez hoy fuerte en la OEA, por la consolidación del Alba, por el apoyo a Cuba en la OEA, por el “CARICOM, Centro América, crecimiento de la doctrina Chávez (Nuevo Socialismo) y su credibilidad, la derrota del TLC, el triunfo de Funes, la crisis económica, el rescate de los precios petroleros y sobre todo el crecimiento de la conciencia de los pueblos”. Esto obviamente no lo pueden permitir los grandes intereses de la oligarquía mundial porque demostraría que su derrota será más temprano que tarde, a pesar de que se defienden con todo.

6. Las batallas que hoy libran los pueblos de Centro y Suramérica están rompiendo con los nacionalismos en la región. Así como los imperios políticos y económicos nunca han tenido fronteras porque someten y saquean a los países por igual, así también los pueblos y sus luchas han comenzado a comprender que ya no se puede hablar de nacionalidades, himnos, banderas y los más falsos patrioterismos porque la explotación, los saqueos, la opresión contra los trabajadores es mundial. Por eso Marx y Engels lanzaron en su manifiesto la consigna de: “Proletarios de todos los países, uníos” y más adelante demostraron que los trabajadores no tienen patria porque las naciones trazaron sus fronteras teniendo como base la fuerza de los ejércitos, no los intereses de los pueblos cuyo objetivo a sido vivir con justicia y paz, peso sobre todo con solidaridad.

7. Por eso mucho más que mexicanos, venezolanos u hondureños, somos seres humanos que luchamos por un mundo de justicia e igualdad y, al mismo tiempo que luchamos junto a los que nacieron en este país que le llamaron México, unimos nuestras fuerzas a todos los pueblos de América y el mundo. ¿Puede alguien creer que los capitalistas tienen patria si sus riquezas las sacan de México convertidas en dólares y las invierten en los países más pobres para obtener mayores ganancias? El patrioterismo que le han inculcado al pueblo con la virgen de Guadalupe, el fútbol, el himno nacional, sus héroes y la bandera, son puras fantochadas para mantener en el pueblo un sentimiento de guerra o de odio frente a otros países igual de explotados y oprimidos por sus gobiernos. Pero ese sentimiento no tardará más porque la realidad nos está enseñando otra cosa.

8. El “chovinismo de gran nación” fomentado por las clases dominantes para sojuzgar a los pueblos, será superado y derrotado al mismo tiempo que nuestras historias serán reescritas y reinterpretadas por los trabajadores. No habrá más Américas para los yanquis de Norteamérica, tal como buscaba la llamada Doctrina Monroe. Las batallas de Bolivar, San Martín, Morelos, Martí, que tan importantes fueron para iniciar la liberación de nuestros pueblos y conformar un continente libre, serán continuadas y reescritas por los pueblos liberados. Por eso hay que continuar luchando por derrotar el golpe de Estado de Honduras y seguir apoyando a todos los gobiernos y pueblos que batallan por construir una sociedad justa, equitativa e igualitaria. Y no olvidemos que cualquier amenaza o golpe contra nuestros pueblos es un golpe a nuestra persona.

(* Especial para ARGENPRESS.info)

Washington y el golpe de Estado en Honduras: Aquí están las pruebas

• El Departamento de Estado tenía conocimiento previo del golpe.

• El Departamento de Estado y el Congreso de EEUU financiaron y asesoraron a los actores y organizaciones hondureñas que participaron en el golpe.

• El Pentágono entrenó, capacitó, financió y armó al ejército hondureño que perpetró el golpe y sigue reprimiendo al pueblo de Honduras.

• La presencia militar estadounidense en Honduras, que ocupa la base militar de Soto Cano (Palmerola), autorizó el golpe de Estado con su complicidad tácita y la negativa a retirar su apoyo a los militares hondureños.

• El embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, Hugo Llorens, coordinó la expulsión del poder del presidente Manuel Zelaya, junto con el subsecretario de Estado Thomas Shannon y John Negroponte, quien trabaja actualmente como asesor de la Secretaria de Estado Hillary Clinton.

• Desde el primer día del golpe, el gobierno de Washington ha hablado de las “dos partes” involucradas y la necesidad de un “diálogo” para restituir el orden constitucional, legitimando de esta forma a los golpistas.

• El Departamento de Estado se ha negado a calificar legalmente los sucesos de Honduras como un “golpe de Estado”, no ha suspendido ni congelado su apoyo financiero y el comercio con el país, ni ha tomado medidas para presionar eficazmente al gobierno de facto.

• Washington manipuló a la Organización de Estados Americanos para alargar el tiempo de debate sobre lo que había que hacer y así no apoyar el regreso inmediato del presidente Zelaya al poder, como parte de una estrategia que sigue en pie y simplemente busca legitimar al gobierno de facto y desgastar al pueblo hondureño que todavía se resiste al golpe.

• La Secretaria de Estado Clinton y sus voceros dejaron de hablar del regreso del presidente Zelaya al poder luego de la designación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica, como “mediador”, y ahora califican al dictador que asumió el poder ilegalmente durante el golpe, Roberto Micheletti, como “presidente interino”.

• La estrategia de “negociar” con los golpistas fue impuesta por el gobierno de Obama como una manera de desacreditar al presidente Zelaya –culpándolo por los hechos que provocaron el golpe– y legitimando a los golpistas.

• Congresistas estadounidenses –demócratas y republicanos– organizaron una visita de unos representantes de los golpistas de Honduras a Washington, a los que recibieron con honores en diferentes instituciones de la capital estadounidense.

• A pesar de que fue el senador republicano John McCain quien coordinó la visita de los golpistas a Washington a través de un bufete de lobby, The Cormac Group, actualmente es el abogado de Bill Clinton y amigo cercano de Hillary, Lanny Davis, a quien se ha contratado como “lobbista” para lograr la aceptación pública de Washington del gobierno de facto en Honduras.

• Otto Reich y el venezolano Robert Carmona-Borjas, quien fue abogado del dictador Pedro Carmona durante el golpe de Estado de Venezuela en Abril de 2002, ayudaron desde Washington a preparar el escenario para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

• El equipo de diseño del golpe de Estado en Honduras designado por Washington también incluía a un grupo de embajadores de Estados Unidos recientemente nombrados en Centroamérica, expertos en la desestabilización de la revolución cubana, y a Adolfo Franco, ex encargado del programa de Cuba de la USAID.

Nadie duda de la implicación de Washington en el golpe de Estado de Honduras contra el presidente Manuel Zelaya que comenzó el pasado 28 de junio. Muchos analistas, dirigentes, e incluso presidentes, lo han denunciado. Sin embargo, la mayoría coinciden en disculpar a la administración de Barack Obama de algún papel en el golpe hondureño, haciendo responsables en su lugar a los rasgos del gobierno de George W. Bush y a los halcones que todavía andan por los pasillos de la Casa Blanca. La evidencia demuestra que sí, que es cierto que los halcones y los protagonistas de siempre de los golpes y sabotajes en América Latina también han participado esta vez, y además existen amplias pruebas que señalan el papel del gobierno de Obama.

El Departamento de Estado

La nueva diplomacia estadounidense, denominada “smart power” (poder inteligente) ha jugado un papel principal antes, durante y después del golpe de Estado en Honduras. Los voceros del Departamento de Estado, admitieron en una rueda de prensa el 1 de julio, que tenían conocimiento previo del golpe y habían estado trabajando con los sectores que lo planificaban para buscar “otra solución”. También admitieron que dos altos funcionarios del Departamento de Estado, el subsecretario de Estado para América Latina Thomas Shannon y el subsecretario de Estado James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al golpe para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Dicen que su propósito era “frenar” el golpe, sin embargo su presión verbal no concuerda con su respaldo a los sectores golpistas.

Después del golpe, la Secretaria de Estado Hillary Clinton publicó una declaración, el domingo 28 de junio, que no reconocía los sucesos como un “golpe” y tampoco exigía la restitución del presidente Zelaya en el poder. Adicionalmente, siempre hacía referencia a “las dos partes” del conflicto, legitimando a los golpistas y haciendo responsable públicamente al presidente Zelaya desde el primer día: “La acción contra el presidente hondureño Mel Zelaya viola los principios de la Carta Democrática de la OEA y debe ser condenado. Llamamos a todas las partes en Honduras a que respeten el orden constitucional y el Estado de derecho, que reafirmen su vocación democrática y se comprometan a resolver las disputas políticas de manera pacífica a través del diálogo. Honduras debe abrazar a los mismos principios de la democracia que ratificamos hace un mes en la reunión de la OEA celebrada en ese país.”

Y desde entonces, a pesar de diversas referencias al “golpe” de Honduras, el Departamento de Estado se negaba a calificarlo de golpe de Estado, lo que le obligaría a suspender toda clase de apoyo económico, diplomático y militar al país. El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado lo explicaron de esta manera: “En referencia al propio golpe, lo mejor sería decir que fue un esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles. Obviamente, los militares fueron quienes condujeron la remoción forzada del presidente y han actuado para asegurar el orden público durante este proceso. Pero para que el golpe sea más que una insurrección o una rebelión, hay que ver una transferencia del poder a los militares. Y en ese sentido el Congreso –la decisión del Congreso de juramentar a su presidente Micheletti, como presidente de Honduras, indica que el Congreso y miembros claves de éste han desempeñado un papel importante en esta situación.”

Esta posición ambigua, que condena los sucesos de Honduras como una ruptura del orden constitucional pero no llega a calificarlo como golpe de Estado ni exige la restitución del presidente Zelaya, se ratificó luego de la reunión que sostuvo la Secretaria de Estado Hillary Clinton con el presidente Zelaya el 7 de julio: “Acabo de celebrar una reunión productiva con el presidente Zelaya. Discutimos los sucesos de los últimos nueve días y el camino a seguir. Le reiteré que Estados unidos apoya la restitución del orden constitucional en Honduras. Seguimos apoyando los esfuerzos regionales a través de la OEA para lograr una resolución pacífica según las normas de la Carta Democrática. Llamamos a todas las partes a no cometer actos de violencia y a buscar una solución pacífica, constitucional y estable a las serias divisiones en Honduras, por medio del diálogo. Para ese fin, hemos trabajado con nuestros socios en el hemisferio para establecer una negociación, un diálogo que podría desembocar en una resolución pacífica de esta situación.”

Ya estaba claro, después de esa reunión, que Washington no iba a seguir abogando por el regreso del presidente Zelaya al poder, sino que buscaba “una negociación” con los golpistas que, al final, favoreciera los intereses estadounidenses. Fuentes cercanas a la Organización de Estados Americanos (OEA) afirman que una alta delegación estadounidense presente en la reunión del 4 de julio en la sede del organismo multilateral intensificó la presión hacia otros Estados para que aceptaran una salida “negociada” que no implicase necesariamente la restitución de Zelaya como presidente de Honduras.

Esta manera de desviar el tema, manipular el asunto y aparecer asumiendo una posición cuando en realidad las actuaciones demuestran lo contrario, forma parte de la nueva doctrina de Obama denominada “smart power” (poder inteligente), que pretende lograr los objetivos imperiales sin satanizar al gobierno de Washington. “Smart Power” es “la capacidad de combinar el ‘poder duro’ con el ‘poder suave’ para lograr una estrategia victoriosa. El ‘Smart Power’ utiliza estratégicamente la diplomacia, la persuasión, la construcción de capacidades, la proyección del poder militar, económico y político y la influencia imperial, de manera efectiva, con una legitimidad política y social.” Esencialmente, es una mezcla de la fuerza militar con todas las formas de la diplomacia, con énfasis en el uso de la “promoción de la democracia” como táctica para influir en el destino de los pueblos, en vez de perpetrar una invasión militar.

El embajador

El periodista Jean-Guy Allard ha revelado los orígenes del actual embajador de Estados Unidos en Honduras, Hugo Llorens . Según Allard, Hugo Llorens, un cubano de nacimiento que llegó a Estados Unidos como parte de la Operación Peter Pan, es “especialista en terrorismo… La Casa Blanca de George W. Bush captó al astuto Llorens en 2002, nada menos que como Director de asuntos andinos del Consejo Nacional de Seguridad de Washington D.C., lo que lo convirtió en el principal asesor del presidente sobre Venezuela. El golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez se produjo mientras Llorens se encontraba bajo la autoridad del subsecretario de Estado para Asuntos hemisféricos, Otto Reich, y del muy controvertido Elliot Abrams. En julio de 2008, Llorens fue nombrado embajador en Honduras.”

El pasado 4 de junio, el embajador Llorens declaró a la prensa hondureña que “…Uno no puede violar la Constitución para crear una Constitución, porque si uno no tiene Constitución vive la ley de la jungla.” Esas declaraciones se emitieron en referencia a la encuesta popular sobre la convocatoria de una posible asamblea constituyente, que debería haber tenido lugar el 28 de junio si no hubiera ocurrido el golpe de Estado contra el presidente Zelaya. Los comentarios de Llorens no sólo ponen en evidencia su posición contra la encuesta, sino, además, su total injerencia en los asuntos internos de Honduras.

Pero Llorens no estaba solo en la región. Luego de su nombramiento como embajador en Honduras –cargo que obviamente se le asignó debido a la necesidad de neutralizar la creciente presencia de gobiernos izquierdistas en la región y la potencia regional del ALBA–, se nombraron varios embajadores más de Washington en los países vecinos, todos expertos en la desestabilización de la revolución cubana y operaciones psicológicas.

Primero llegó el diplomático Robert Blau a la embajada de Estados Unidos de El Salvador, el 2 de julio de 2008, como el segundo de la diplomacia estadounidense. En enero de este año, Blau asumió la embajada como encargado de negocios. Antes de su envío a El Salvador, Blau fue subdirector de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, luego de haber estado dos años en la Sección de Intereses de Washington en La Habana como asesor político. Fue tan eficiente en su trabajo en Cuba con la disidencia, que el Departamento de Estado le concedió el Premio James Clement Dunn a la Excelencia, debido a su labor con la oposición contrarrevolucionaria en Cuba. Llorens y Blau eran viejos amigos, luego de trabajar juntos en el equipo de Otto Reich en el Departamento de Estado.

Después fue nombrado Stephen McFarland como embajador de Estados Unidos en Guatemala, el 5 de agosto de 2008. McFarland, graduado de la Universidad de Guerra de Estados Unidos y ex miembro del equipo de combate número dos de los marines en Iraq, era el segundo en la Embajada de Estados Unidos en Venezuela bajo William Brownfield, quien incrementó de manera alarmante el apoyo financiero y político a la oposición contra Chávez. Luego, McFarland estuvo en la embajada de Estados Unidos en Paraguay, apoyando la construcción de la base militar del Pentágono en ese país. McFarland también fue director de Asuntos Cubanos en el Departamento de Estado y su perfil lo destaca como un experto “en transiciones democráticas, derechos humanos y seguridad.”

El embajador Robert Callahan llegó a Managua, Nicaragua, también a principios de agosto. Ha trabajado en las embajadas en La Paz, Bolivia, y San José, Costa Rica, y ha sido profesor en la Universidad Nacional de Guerra de Estados Unidos. En 2004 fue enviado a Iraq como agregado de prensa de la embajada en Bagdad. A su regreso, estableció la oficina de prensa y propaganda de la recién creada Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) de Washington, que en la actualidad es el órgano más poderoso de la inteligencia estadounidense.

Juntos, estos embajadores –expertos en golpes de Estado, desestabilización y propaganda– han preparado el terreno para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

Financiamiento a los golpistas

Justo en el mes anterior del golpe contra el presidente Zelaya se formó una coalición entre diferentes organizaciones no gubernamentales, empresarios, partidos políticos, la iglesia católica y los medios de comunicación, denominada “la unión cívica democrática”. Su único propósito era derrocar al presidente Zelaya para impedir que abriera el camino a una asamblea constituyente que permitiría al pueblo alzar su voz y participar en su proceso político.

La “unión cívica democrática” de Honduras esta compuesta por organizaciones como el Consejo Nacional Anticorrupción, el Arzobispado de Tegucigalpa, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), el Consejo de Rectores de Universidades, la Confederación de Trabajadores de Honduras (CTH), el Foro Nacional de Convergencia, la Federación Nacional de Comercio e Industrias de Honduras (FEDECAMARA), la Asociación de Medios de Comunicación (AMC), el Grupo Paz y Democracia y el grupo estudiantil Generación X Cambio.

La mayoría de estas organizaciones han sido beneficiarias de los más de 50 millones de dólares que anualmente invierten la USAID y la NED en el “desarrollo democrático” en Honduras. De hecho, un informe de la USAID sobre su financiamiento y trabajo con COHEP, destaca que “el perfil bajo de la USAID en este proyecto ayudó a asegurar la credibilidad de COHEP como una organización hondureña y no un brazo de la USAID.”

Los voceros de la unión cívica democrática de Honduras en representación, según ellos, de la “sociedad civil”, declararon a la prensa hondureña el 23 de junio –cinco días antes del golpe contra el presidente Zelaya– que “confían en que las fuerzas armadas cumplirán con su deber de defender la Constitución, el Estado de Derecho, la paz y la democracia.” Cuando sucedió el golpe, el día 28 de junio, fueron los primeros que salieron a decir que no hubo un golpe de Estado, sino que habían “rescatado su democracia” de las manos del presidente Zelaya, cuyo crimen fue querer dar al pueblo voz, visibilidad y participación. También en representación de los sectores de clase media y alta, la unión cívica democrática ha calificado a los sectores que apoyan al presidente Zelaya de “turbas”.

El Instituto Republicano Internacional, que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED), obtuvo más de 1,2 millones de dólares en 2009 para trabajar con los sectores políticos en Honduras. Su trabajo se ha dedicado a apoyar los “centros de pensamiento” y “grupos de presión” en Honduras, para influir en los partidos políticos y “apoyará iniciativas para implementar posiciones políticas durante las campañas de 2009.” Ésta es una clara intervención en la política interna de Honduras y evidencia del financiamiento de la NED a los sectores golpistas del país.

El lobby de Washington

El senador republicano John McCain, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, ayudó coordinar la visita de la delegación golpista de Honduras a Washington durante la semana pasada. McCain es conocido por su dura postura contra Venezuela, Bolivia y otros países de la región considerados “anti imperialistas” y por sus estrechos vínculos con la mafia cubana en Miami. McCain también es jefe del Instituto Republicano Internacional (IRI), ente financiero de los golpistas de Honduras. McCain ofreció los servicios de su empresa de lobby, The Cormac Group, que organizó una rueda de prensa de los golpistas en el National Press Club el 7 de junio.

Pero más allá de la conexión republicana con los golpistas hondureños, hay un vínculo más comprometedor con la actual administración demócrata de Barack Obama. El abogado Lanny Davis fue contratado por la sede hondureña del Consejo de Empresarios de América Latina (CEAL) para hacer lobby a favor de los golpistas y convencer a los poderes de Washington de que deben aceptar y reconocer al gobierno de facto de Honduras. Lanny Davis fue abogado del ex presidente Bill Clinton cuando estaba en la Casa Blanca, y es un conocido amigo y asesor de la actual Secretaria de Estado Hillary Clinton. Davis está organizando una ofensiva diplomática y mediática a favor de los golpistas, incluida la compra de publicidad en periódicos estadounidenses, y organizando reuniones entre los representantes golpistas y diferentes congresistas, senadores y funcionarios del gobierno de EEUU. CEAL esta compuesto por los empresarios latinoamericanos que más han promovido atentados contra los movimientos populares en la región. Por ejemplo, el actual representante de Venezuela en el CEAL es Marcel Granier, presidente de RCTV, la cadena de televisión que promovió e intentó legitimar el golpe de Estado contra el presidente Chávez.

Como parte de este esfuerzo, lograron una audiencia especial ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de Estados Unidos, con la participación de congresistas demócratas y republicanos, y los testimonios de personajes promotores del golpe, como Michael Shifter del Diálogo Interamericano de Washington, Guillermo Pérez-Cadalso, ex Canciller y Magistrado de la Corte Suprema de Honduras, y el famoso Otto Reich, cubano-americano conocido por su papel en la mayoría de las actividades de desestabilización contra gobiernos izquierdistas en América Latina desde los años ochenta. Como resultado de este encuentro, el Congreso de Estados Unidos está promoviendo una resolución que reconozca como legítimo al gobierno de facto de Honduras.

Otro resultado del lobby de Lanny Davis fue la reunión convocada en el Consejo de las Américas el 9 de junio, en donde participó Jim Swigert, director de los programas de América Latina y el Caribe para el Instituto Demócrata Nacional (NDI), que recibe su financiamiento de la NED, Cris Arcos, antiguo embajador de EEUU en Honduras y Adolfo Franco, ex administrador de la USAID para América Latina y el Caribe y encargado del programa de “transición” en Cuba. Estos tres personajes han trabajado como asesores del gobierno de Obama frente a la crisis en Honduras. Franco, quien también fue asesor de política exterior para el senador John McCain durante su campaña presidencial en 2008, ha sido acusado de corrupción por su mal manejo de los fondos de la USAID para el programa de “promoción de la democracia” en Cuba, gran parte de los cuales se dieron a grupos de Miami, como el Comité para una Cuba Libre y el Instituto para Estudios Cubanos en Miami, sin pasar por ningún proceso transparente de revisión.

Negroponte y Reich, de nuevo

Muchos han especulado sobre el papel del antiguo embajador de Estados Unidos en Honduras, John Negroponte, quien dirigió la fuerza paramilitar denominada “la contra” y los escuadrones de muerte contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica durante los años ochenta. Negroponte tuvo varios cargos durante la administración de George W. Bush: embajador de EEUU en Iraq, embajador ante las Naciones Unidas, director nacional de Inteligencia y, por último, subsecretario de Estado bajo Condoleezza Rice. A su salida del Departamento de Estado, Negroponte pasó al sector privado. Le ofrecieron un trabajo como vicepresidente de la firma consultora más influyente de Washington, McLarty Associates. Negroponte aceptó. McLarty Associates fue fundada por Thomas “Mack” McLarty, ex jefe de gabinete del presidente Bill Clinton y enviado especial a América Latina durante su presidencia. Actualmente, McLarty maneja la consultora más poderosa de Washington. Hasta el año 2008, McLarty Associates se llamaba Kissinger-McLarty Associates debido a la unión entre Thomas McLarty y Henry Kissinger, que evidencia la unión política entre los sectores demócratas y republicanos en Washington.

En su nuevo cargo, John Negroponte trabaja como asesor sobre política exterior del Departamento de Estado bajo Hillary Clinton. Recordemos que el embajador estadounidense en Honduras, Hugo Llorens, trabajaba bajo el comando de Negroponte durante la mayoría de su gestión.

Otto Reich lleva unos años trabajando en una campaña contra el presidente Zelaya. Fue demandado por Zelaya en abril 2009 por haberlo acusado públicamente de robar 100 millones de dólares de la empresa estatal de telecomunicaciones, Hondutel. Resulta que Reich hacía lobby para una empresa privada de telecomunicaciones que quería privatizar Hondutel. Ahora, con Zelaya destituido y un empresario en el poder, lo más probable es que Reich consiga su negocio multimillonario.

Reich fundó una organización en Washington, llamada Arcadia Foundation junto a un venezolano, Robert Carmona-Borjas, abogado especialista en temas militares, vinculado al golpe de abril de 2002 en Venezuela, según su propio perfil. Robert Carmona-Borjas supuestamente estuvo en Miraflores con Pedro Carmona durante el golpe de abril de 2002 y escapó, junto a Carmona, del palacio cuando fue tomado por la guardia de honor presidencial. Desde entonces vive en Washington, DC. Desde el año pasado, Reich y Carmona-Borjas han llevado una campaña contra Zelaya por asuntos de corrupción, con una serie de micros que hablan de corrupción, libertad de expresión y cambio en Honduras.

Carmona-Borjas ha viajado con frecuencia a Honduras durante los últimos meses, incluso hablando de golpe de Estado “técnico” junto con otros actores, como el defensor del pueblo hondureño, Ramón Custodia, quien declaró a comienzos de junio que “Los golpes son una posibilidad que puede ocurrir en cualquier escenario político”. Luego del golpe, el 3 de julio, Robert Carmona-Borjas apareció en Honduras en la concentración de los golpistas en Tegucigalpa, y fue reconocido como un actor importante que hizo posible la salida de Zelaya y la llegada al poder de Micheletti.

El poder militar

Estados Unidos mantiene una presencia militar muy grande en la base de Soto Cano (Palmerola), ubicada a 97 kilómetros de la capital, que ha estado operativa constantemente desde el año 1981, cuando fue activada por el gobierno de Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan.

En los años ochenta, Soto Cano se utilizó por el coronel estadounidense Oliver North, como una base de operaciones para la “Contra”, las fuerzas paramilitares entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), encargadas de ejecutar la guerra contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica, y particularmente contra el gobierno sandinista de Nicaragua. Desde Soto Cano, la “Contra” lanzaba sus ataques terroristas, escuadrones de muerte y misiones especiales que dieron como resultado miles de asesinatos, desaparecidos, torturados, lisiados y aterrorizados en Centroamérica.

John Negroponte, entonces embajador de EEUU en Honduras, junto a Oliver North y Otto Reich, dirigían estas operaciones sucias.

La base de Soto Cano es la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta “Bravo” (JTF-B) de Estados Unidos, compuesta por efectivos del ejército, las fuerzas aéreas, fuerzas de seguridad conjuntas y el primer batallón-regimiento Número 228 de la aviación estadounidense. Son 600 personas en total y 18 aviones de combate, incluidos helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook. Soto Cano también es la sede de la Academia de la Aviación de Honduras. Más de 650 ciudadanos hondureños y estadounidenses viven en las instalaciones de la base.

La Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país. Un acuerdo “de mano” entre Washington y Honduras autoriza la importante y estratégica presencia de los cientos de militares estadounidenses en la base, en un acuerdo “semipermanente”. El acuerdo se realizó en 1954 como parte de la ayuda militar que Estados Unidos ofrecía a Honduras. La base primero fue utilizada por la CIA para lanzar el golpe contra Jacobo Arbenz en Guatemala.

Cada año, Washington autoriza cientos de millones de dólares en ayuda militar y económica a Honduras, que es el tercer país más pobre del hemisferio. Este acuerdo que permite la presencia militar de Estados Unidos en el país centroamericano puede retirarse sin aviso.

El 31 de mayo de 2008, el presidente Manuel Zelaya anunció que Soto Cano (Palmerola) se utilizará para vuelos comerciales internacionales. La construcción del terminal civil se financió con un fondo del ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas).

Los dos generales con mayor participación en el golpe contra Zelaya son graduados de la Escuela de las Américas y mantienen lazos estrechos con los militares estadounidenses en Honduras. El comandante de la Aviación de Honduras, general Luis Javier Prince Suazo, estudió en la famosa Escuela de las Américas de Estados Unidos en 1996. El jefe del estado mayor conjunto, general Romeo Vásquez, destituido por el presidente Zelaya el 24 de junio por desobedecer sus órdenes, y luego actor principal en el golpe militar sólo días después, también es graduado de la Escuela de las Américas. Los dos altos oficiales hondureños mantienen relaciones muy estrechas con el Pentágono y las fuerzas militares estadounidenses en Soto Cano.

El embajador de Estados Unidos en Honduras que cambió en septiembre 2008, Charles Ford, fue transferido al Comando Sur en Miami para encargarse de la asesoría para el Pentágono sobre América Latina.

Los militares hondureños están financiados, entrenados, adoctrinados y comandados por el ejército estadounidense sobre la base de la doctrina anti izquierdista y anti socialista. Por eso era tan fácil actuar contra el presidente Zelaya, su comandante en jefe, porque lo veían como parte de la “amenaza izquierdista”, contra la que llevan combatiendo desde hace decenios.

De todas estas evidencias –y habrá más en el futuro– se comprueba el inconfundible papel de Washington en el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya.

1984

– La dictadura maquillada de neolengua orwelliana

Con la asonada militar, retorna también al primer plano el fascismo en su versión latinoamericanizada; tan asesino, violento e intransigente como históricamente lo conocemos. Solo que ahora –varios decenios después- se trajea de forma insospechada. Es un golpismo maquillado de democracia.

Así lo vemos en Honduras, donde con cinismo inigualable, el congreso y los tribunales (y el cardenal) legitiman como democrático algo que, de forma perfectamente clara, tan solo constituye un vulgar golpe militar.

Por doquier hay bayonetas, tanques y represión. Se cierran o, como mínimo, se hostilizan e intimidan a todos los medios alternativos de comunicación. Hay estado de sitio, se suspenden las garantías constitucionales. Se realizan detenciones masivas; a la gente se le aplican palizas en media calle. Incluso hay personas muertas.

Nada de lo anterior, sin embargo, impide que se hable de “democracia”. Así lo hacen –sin inmutarse ni titubear- las autoridades de facto. Y, como sabemos, es algo a lo que se prestan –afanosos por legitimarlo- medios de comunicación e ideólogos de la derecha fascista.

De paso, proliferan las acusaciones contra Zelaya con lo cual tan solo se reafirma el trastoque siniestro de los conceptos. En su mayoría tiene que ver con lo que Zelaya “quería hacer”, no con lo que hizo. Y, encima, se le derroca en vez de juzgarlo. Como mínimo esto constituiría una muy dictatorial forma de reinventar (orwellianamente) la democracia.

Ese es el mundo que vivimos bajo el imperio global del capitalismo neoliberal, especulativo, financiarizado y supremamente corrupto. O sea, Orwell resultó ser un profeta certero en su novela 1984. Es un mundo donde esclavitud es libertad; fealdad es belleza; corrupción y estafa son honradez. No extrañe entonces que en Honduras la dictadura sea democracia. También es democracia el asesinato de niños y niñas, perpetrado por Estados Unidos en Iraq. Pero es que, tratándose de discursos políticos, justo eso hace la derecha y ello, centralmente, la identifica: su capacidad para secuestras conceptos propios de las izquierdas, vaciarlos de contenido y convertirlos exactamente en su contrario.

Tal es, en fin, síntoma y signo de la decadencia generalizada del capitalismo a escala mundial. Porque un sistema donde los conceptos se transmutan en su opuesto, es un proyecto de sociedad donde no tan solo desaparecen los límites entre lo justo y lo injusto; entre la opresión y la libertad; entre la belleza y la fealdad. Es también un proyecto donde igualmente se difuminan las diferencias entre vida y muerte. Pero llegado a este punto ese sistema deviene totalmente inviable. Tan solo le queda un camino: el de la agudización de la crisis y la descomposición.

– Un fantasma que retorna

Son ideas supremamente ridículas y chabacanas. Y, sin embargo, parecen que se las toman en serio. Me refiero a la interpretación de las derechas latinoamericanas en relación con los procesos socio-políticos que se han venido escenificando en América Latina y, en particular, en relación con el significado que atribuyen al golpe en Honduras.

Poco más o menos es así:

a) En América Latina han proliferado unos cuantos locos. Por supuesto, Chávez es el loco mayor (para la derecha latinoamericana, “loco” viene a ser una poderosa y novísima categoría sociológica).

b) Además de locos, estos tipos son comunistas (sic).

c) Estos locos-comunistas han urdido una siniestra conspiración para dominar el continente y “destruir la democracia” (más neolengua).

d) Los locos-comunistas han creado un eje del mal: Nicaragua-Cuba-Venezuela-Ecuador-Bolivia.

e) Este eje del mal estaba atrapando entre sus garras a Honduras, contando con la complicidad del loco-comunista Zelaya.

O sea, estamos ante el renacer de la guerra fría a escala latinoamericana. No importa que sea un planteamiento maniqueo y obtuso. Importa la lógica política subyacente, la cual permite justificar cualquier atropello.

Ello queda claro en el caso hondureño. Ante este escenario terrorífico tan solo quedaba el golpe de Estado. Lo habían intentado en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Pero ahí se han desarrollado tejidos sociales y espacios de poder alternativos que, hasta el momento, han abortado los intentos golpistas. Está claro, sin embargo, que Honduras constituía un eslabón débil. Por ello, ahí sí logran el cometido: botan a Zelaya y, en bien de la democracia (de nuevo Orwell), imponen el reino del terror, todo lo cual es posible gracias a que, en efecto, Zelaya no tenía la base de poder suficiente, necesaria para sostener un proyecto favorable a los intereses del pueblo hondureño.

Lo que vemos es, muy a las claras, la imposición de la racionalidad política característica de una derecha neoliberal, oligárquica y fascista. Ello se hace manifiesto de formas diversas: en su discurso orwelliano (la dictadura es democracia); en el desenfado con que, en nombre de la democracia (el neolenguaje), reprimen, agreden, violentan, acallan; en el cinismo con que defienden los intereses de los más ricos diciendo que con ello favorecen a los más pobres (más Orwell).

Esa racionalidad también se hace manifiesta en estas teorías políticas que elaboran para justificar su proceder. La obsesión por el dinero, el poder, la ostentación y el lujo tiene su precio. Y este precio se paga en la forma de un oscurecimiento de la inteligencia. Entonces los vemos diciendo las cosas más burdas y soeces. Total, es por completo innecesario razonar con seriedad y un mínimo de fundamentación, si usted tiene a la CNN (o, para el caso costarricense, a Repretel, La Nación o Columbia) como altavoces que amplifiquen las cuatro incoherencias que usted dice.

(*Especial para ARGENPRESS.info)

Honduras: ¿Una mediación vacía?

El fallido intento de ingresar al país al anochecer y en un avión de mediano porte, frustrado por las autoridades con la más elemental maniobra de obstaculización de una pista aérea, evidenció la intransigencia de los golpistas y, aunque podía haber radicalizado las posiciones, Zelaya parece haber tenido otros efectos y dio a Estados Unidos la oportunidad para convocar a Washington al presidente depuesto, que sin imponer condiciones ni contar con una agenda clara, accedió a una mediación avalada por los norteamericanos y protagonizada por el presidente Arias.

No se requiere excesiva sagacidad para intuir que los golpistas no cederán ni concederán a Arias lo que no han otorgado a todas las organizaciones regionales, incluyendo la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos y decenas de personalidades que han exigido la reposición del presidente en su cargo.

Mientras el legítimo mandatario acude a San José para presentar a Arias argumentos que el mediador tico conoce de sobra y con los cuales, al menos verbalmente se había identificado, iniciando un bregar que puede llevarlo de una a otra capital latinoamericana donde encontrará algunos oídos receptivos y medios de prensa cada vez más hostiles, el usurpador aprovecha las ventajas de quien actúa sobre el terreno, amplía su base de apoyo en la oligarquía, el empresariado y las capas medias, logra una precaria consolidación y mediante la represión y la intimidación económica, desgasta al movimiento popular y gana tiempo.

Tiempo es lo que necesitan los golpistas y es lo que más escasea a Zelaya y a sus partidarios que ahora no son los elementos del Partido Liberal, sino las bases del movimiento popular y los sectores políticamente más avanzados que, de cara a las elecciones de fin de año, necesitan seleccionar candidatos locales y departamentales, definir programas y esclarecer su opción para la presidencia.

Tal vez en la conversación con la Clinton, reforzada por las reiteradas afirmaciones del presidente estadounidense respecto a la improcedencia del golpe militar y la legitimidad del mandato de Zelaya, obtenido democráticamente en las urnas, el mandatario hondureño haya extraído la errónea conclusión de que esas opiniones significan un compromiso de apoyar al pie de la letra y con acciones prácticas sus demandas.

Es cierto que probablemente baste con una llamada telefónica de Barack Obama, incluso puede que sea suficiente con una movida de Hillary Clinton, para que Micheletti, los militares que lo sostienen y los empresarios que lo apoyan, depongan las objeciones al regreso del legítimo presidente. La pregunta es: ¿Por qué habría Obama de hacer semejante gestión?

El presidente norteamericano, por más avanzado que sea no hará ahora y tal vez no lo haga nunca, nada que favorezca los desplazamientos de la política latinoamericana a la izquierda, no contribuirá conscientemente a reforzar las posiciones de los países políticamente más avanzados y es una quimera pensar que pudiera alinearse con las posiciones más radicales.

Si bien el perfil político de la actual administración, menos reaccionaria, violenta y menos guerrerista que Bush y presuntamente menos ideológica, puede crear algunas premisas que, sabiamente aprovechadas, amplíen algunos márgenes de maniobra de los movimiento políticos progresistas e incluso revolucionarios, ello no significa que se pueda contar con Obama como un aliado o compañero de viaje de las causas populares. La política norteamericana tratará de no desmentir al presidente, lo que no significa apoyar a Zelaya, aunque tampoco consagrar a Micheletti.

Tal vez nos espera un proceso no tan dilatado como los de Contadora y Esquipulas, debido a que las elecciones convocadas para fin de año marchan a un límite que puede ser adelantado pero no prolongado, en el cual el presidente Arias, bien respaldado por Estados Unidos, hará nuevos meritos como mediador y tal vez logre una fórmula que salve la cara de una democracia buena para las elites de uno u otro lado, aunque estéril para las masas.

_ (*Especial para ARGENPRESS.info)_

Cayó en la trampa el Presidente Zelaya

No sé si este caballero es una persona ingenua, o si tiene algunas cartas escondidas; pero la impresión que nos deja con la aceptación de ese diálogo con la Oligarquía centroamericana y los simios hondureños, es un síntoma no solo de debilidad sino de inocentada política.

¿Qué puede esperarse de una conversación en donde uno de los interlocutores tiene un solo programa determinado por la Argolla catracha? Ya de antemano lo dijeron: “No hay vuelta atrás, jamás se negociará el retorno de Zelaya”. Entonces, ¿cuál es el objetivo de esa mascarada que se ha montado en Costa Rica, el mismo sitio en donde se planeó el golpe de Estado que lo derrocó?

En Costa Rica se diseñó el plan golpista que habría de terminar con el gobierno de Zelaya; y el paquete incluía la supuesta “mediación” del presidente Arias quien, bajo el ropaje de Premio Nobel, aparenta ser un negociador neutral y bien calificado, como dicen muchos.

La mediación de Arias me recuerda la de los Estados Unidos en el conflicto árabe-judío. El pacificador designado por USA, siempre era alguien así como Madeleine Albright (judía de raza y “norteamericana” por conveniencia) y su séquito de paisanos que formaban las comisiones de “paz”.

Daba lástima ver la cara de odio y repugnancia que le hacía esta horrible mujer al señor Arafat; mientras que cuando llegaba a Jerusalén, derrochaba sonrisas y afecto a Netanyahu o quien fuera el Primer Ministro de Israel. Y su cohorte siempre estaba formada por varios norteamericanos de apellido Stein, Blumenthal, Goldberg, Ross, Saperstein o Goldblum. Y los palestinos los recibían amablemente, como si aquellos fueran neutrales o tuvieran interés por la paz. No sé si eran tan tontos o era conformidad ante lo inevitable.

De esas conferencias de “paz” nunca salió nada bueno para el pueblo árabe; y apenas pasaban estas, continuaban los asentamientos judíos y los bombardeos despiadados en contra de la población civil de Palestina. Solo era una bufonada para ganar tiempo y poner de manifiesto la “terquedad” de los árabes para llegar a acuerdos “positivos” (léase rendición).

La plática solo se da entre personas, grupos o entidades civilizadas. No se dialoga con matones, no se discute con los que han elegido la fuerza de las armas como único argumento. ¿Qué se puede conversar con la soldadesca hondureña? Nada. Ellos no tienen cerebro para entender nada de lo que pasa.

Solo son los mastines de los que mueven los hilos del golpe, que son los mismos en Honduras que en Costa Rica, y fue aquí donde se fraguó el golpe, el cual sería dirigido como se ha hecho. Con la intervención de una figura política “no contaminada” y de gran prestigio mundial, pero perteneciente a la misma Oligarquía de toda Centroamérica.

La misma que está aterrorizada por los avances del socialismo igualitario que pretende crear mejores condiciones a la masa trabajadora de estos pueblos. Excluida Costa Rica, el sitio ideal para el golpe era Honduras. Ellos sabían que nadie les creería a los ejércitos o a los congresos de Guatemala, El Salvador o Nicaragua si realizaban un golpe así.

La marginal Honduras era el sitio ideal, y de ahí la tajante posición del nuevo gobierno: “No hay cabida para el retorno del Presidente Zelaya”. Por lo tanto, ¿cuál sería el objetivo de esa reunión en San José? Ganar tiempo, enfriar los ánimos de los hondureños, haciéndoles creer que había una posibilidad de volver al orden constitucional verdadero: el retorno del Presidente legítimo y el castigo a los bandidos violadores del orden constitucional, incluyendo a los militares.

Los militares JAMÁS han entendido la paz, ya que esta es algo ajeno a su comprensión y está más allá de sus limitados cerebros. Estos individuos solo entienden la violencia: la destrucción total del enemigo o la propia. Los ejércitos nunca han dialogado sinceramente; solo lo hacen cuando se encuentran en apuros o necesitan tiempo para reagruparse, armarse o tener mejores posiciones.

Con estos brutos no se puede conversar; y por ahora, ellos son el parapeto “legal” detrás del que se agazapa la Oligarquía hondureña. El experimento hondureño es la joya de la conjura de la Oligarquía Centroamericana; del éxito o fracaso de esta, dependerán las futuras acciones en contra de los gobiernos de Guatemala, El Salvador, Ecuador y Bolivia, países que parecen ser vulnerables a este tipo de estrategias. Si triunfa la posición de la mafia hondureña, adiós a proyecto socialista de la América Latina.

Esta es la prueba de fuego de lo que pueden hacer los pueblos para autoprotegerse y garantizar la validez de su voluntad. Si el pueblo hondureño falla, todo habrá terminado y la “democracia formal” volverá a imperar en nuestros países. El elástico y acomodaticio “orden constitucional” volverá a ser la medida de todo.

¿Podría alguien creer que un millonario oligarca de nacimiento, poderoso y envuelto en grandes negocios, pudiera ser un apropiado y neutral mediador entre la oligarquía hondureña y la depauperada masa obrera de ese país? Eso sería como esperar que la señora M. Albright o Henry Kissinger les dieran la razón a los árabes en su confrontación en contra de los judíos.

Es indudable que Zelaya metió la pata al admitir la mediación de Arias o la de quien fuera en este problema; debió regresar a Honduras (como lo hizo Torrijos en su tiempo) y reasumir el poder. Además, debió castigar a todos los alborotadores por el delito de “traición a la Patria” como está contemplado en todas las constituciones. No se DEBE ni se puede razonar con los militares ni, mucho menos, con sus amos, los cuales no reconocen ni les importa ninguna ley o constitucionalidad de nada.

A ellos solo les interesa HACER PLATA al costo que sea; y cualquier cosa que altere ese esquema es herejía que debe suprimirse a como dé lugar. A esta gente no le importa el dolor, la vida ni la angustia de los pueblos; muchos menos la DEMOCRACIA DE VERDAD. Lástima que el señor Zelaya haya caído en la celada que les dio a los militares y políticos golpistas, el tiempo que necesitaban para que las cosas se “enfriaran” y les concediera un espacio que no tenían.

Lección positiva: NO SE DIALOGA CON BESTIAS. Estas no entienden qué cosa es eso. Eso debería servirles a los que siguen en la lista, pues no se aplaca la brutalidad o la codicia haciéndole concesiones; parece que el único político latino que ha entendido eso a cabalidad es Fidel Castro.

¿Cómo ven esto en su país?

No muy fraternalmente

Ricardo Izaguirre S.

* E-mail: rhizaguirre@ yahoo. es

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