Como bien ha indicado la distinguida doctora Ministra de Salud, doña María Luisa Ávila Agüero, “el que nada debe, nada teme” y nada mejor para su trayectoria de servicio público que instancias tan calificadas en la vigilancia de la transparencia en la gestión pública, como lo son las dos instancias a las que la ANEP está acudiendo en esta fecha, hagan la constatación de que el pago de esos casi mil millones de colones, fueron “bien gastados”.
No debe la indicada ministra molestarse porque se hagan preguntas sobre el carácter de su gestión ni la de sus más cercanas colaboradoras. Ni mucho menos debe molestarse porque se pida investigar sus decisiones, especialmente aquellas en las cuales hay de por medio fondos públicos. No debe la señora Ministra de Salud emprenderla contra su propia auditoría institucional, tratando de descalificar sus pronunciamientos.
Pedir una investigación a instancias de alto nivel como la Procuraduría de la Ética y como el Ministerio Público, no significa ni condenas apriorísticas ni juicios sumarios de las actuaciones de las actuales jerarquías políticas del Ministerio de Salud. No hay que brincar tan fuerte si el suelo está parejo.
Pero todo el proceso del “D.O.”, que fue impuesto en el Ministerio de Salud en un ambiente de miedo, con actitudes verticalistas y, en algunos casos, con fuertes descalificaciones para el personal institucional de larga trayectoria de servicio, debe ser auscultado al máximo.
La Dirección General de Auditoría del Ministerio de Salud ya hizo su trabajo al respecto y emitió sus conclusiones. Si ello molestó a la señora Ministra de Salud y a sus más cercanas colaboradoras es un juicio de valor de su propia producción y cargado de subjetividad.
Enhorabuena que existen instancias como la Procuraduría de la Ética y el Ministerio de Público para que, con objetividad y en estricto apego a las leyes, reglamentos y procedimientos, le digan a la ciudadanía si todo lo del “D.O.” en el Ministerio de Salud estuvo “bien” ó estuvo “mal”, o algo no hizo “correctamente”.
Es conveniente aclarar varias circunstancias que mueven a inquietudes sobre el proceso del “D.O.” Por ejemplo, ¿fue conveniente ó no fue conveniente para el proceso una relación de pareja protagonizada entre el principal consultor y una relevante figura consultante?; ¿cuánta subjetivización podría haberle sido impregnado al proceso por esta circunstancia vivencial, del ámbito absolutamente privado entre dos seres humanos pero que trascendió y fue de enorme “voz populi” institucional durante todo el proceso del “D.O”?; ¿se habría incrementado el patrimonio personal de estas dos personas protagonistas relevantes del proceso, luego de las retribuciones pagadas por la indicada consultoría?; si ello hubiera sido así, ¿habría habido algún nivel de tráfico de influencias?…
No se moleste, señora Ministra de Salud, porque la ANEP gestiona para que todo quede claro, clarito. No se enoje con la ANEP ni se enoje con la prensa que ha estado auscultando este proceso. La obligación de rendición de cuentas, aunque sea en el mínimo nivel, es condición sine qua non, para la transparencia de cualquier gestión de servicio público y para la tranquilidad que demanda la ciudadanía de que las cosas son precisamente así: transparentes.
San José, 11 de marzo de 2010.
Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP
Edgar Morales Quesada
Secretario General Adjunto ANEP
Guillermo Murillo Castillo
Responsable ANEP-Ministerio de Salud
Unidad de Desarrollo Organizacional (UDO)