Democracia evolutiva o dictaduras

Está visto y demostrado que los latinos NO tenemos la menor madurez política para comportarnos bien dentro del marco señalado por la democracia; todos sentimos la tentación de hacer las cosas a nuestro modo y capricho, con lo cual demostramos nuestro primitivismo “político”. Parece que estamos buenos para ser colonias de países cultos que, por nuestra conducta, jamás nos tratarán como iguales; ni siquiera como parecidos.

Nuestro salvajismo es algo que aflora a la menor oportunidad que tenemos, y si no fuera por el miedo que nuestras clases gobernantes sienten ante las presiones internacionales (USA y Europa), estaríamos envueltos en guerras tribales infinitas, lo cual no deja de tener su lado prometedor: el exterminio. Evento que llevaría a las naciones civilizadas a la posibilidad de contar con extensas colonias productoras de recursos naturales.

Pero como no podemos eliminarnos del todo, TIENEN QUE PACIFICARNOS para poder vendernos productos manufacturados y que no interrumpamos el flujo de materias primas. El caso de Honduras es el ejemplo más reciente de esta barbarie que subyace en el alma de todos los latinos. De todos los que detentan el Poder, desde luego, pues los pueblos NUNCA han contado para nada. Corrijo: para carne de cañón, sí.

Es admirable la disposición que tenemos para enredarnos en todo tipo de guerras, y todo lo queremos resolver a garrotazos. El diálogo para nosotros solo es un recurso apaciguador mientras tenemos la fuerza necesaria para aplastar al rival. Como el minuto de descanso en el boxeo.

Y ni siquiera son guerras en contra de países diferentes; nuestros bochinches casi siempre son domésticos, contra nuestros propios hermanos de raza, nacionalidad y familia.

Somos pueblos rústicos, sin importar a qué clase social o económica pertenezcamos. Nosotros no entendemos nada de ideologías o respeto a los derechos de los demás; somos arbitrarios y solo comprendemos el lenguaje de la violencia. Para recibirla o aplicarla de y a nuestros congéneres.

Tampoco cuenta el mestizaje, pues tanto los latinos indios como los latinos europeos somos animales del mismo pelaje; incluso los más europeizados son los que más se destacan por su brutalidad. Lanzar al mar desde un avión a compatriotas maniatados es algo incalificable. Y eso lo hacía el ejército de una de las naciones más cultas y europeizadas de América Latina.

Respetamos la democracia solo cuando esta nos conviene y favorece; si no, a la porra con ella. Gobernantes y gobernados somos lo mismo. Cada latino es un dictador potencial. Solo es cuestión de tener un motivo y una oportunidad y estaríamos llenos de sátrapas de todo tipo. La democracia evolutiva (formal) parecía ser la alternativa que habría de conducirnos a la democracia verdadera, pero el ejemplo de Honduras nos ha puesto los pies sobre la tierra una vez más. Ya lo habíamos visto en Chile cuando le aplicaron el “golpe preventivo” a Allende, antes de que se convirtiera en un peligro comunista en América.

Lo que han querido hacerle a Fidel por medio siglo; y lo que desean ardientemente hacerles a Hugo Chávez, Correa, Evo, Funes, Colom y todos aquellos que se inclinen hacia cualquier “lado” que no sea del gusto de las oligarquías. Pero esto no tiene nada de extraño para cualquier estudioso de la política latinoamericana; ni siquiera que haya cientos de periódicos, televisoras y medios dispuestos a justificar esta conducta cuando es “oficial”; con lo que queremos decir: de la OLIGARQUÍAS.

Caso de Honduras. Lo que verdaderamente sorprende es que haya millones de personas de los más bajos estratos socio-económicos, que aplaudan estas acciones y se solidaricen con cualquier acto vandálico de los poderosos, y lo consideren como algo legítimo para la “salvaguardia” de la democracia.

Es inexplicable que haya millones de idiotas que consideren como un acto patriótico la salvajada de Honduras. O que haya bellacos pelagatos que se identifiquen con la oligarquía venezolana. Está bien que estén en contra los grandes capitalistas venezolanos, que ven amenazados sus ilegítimos privilegios por la política socialista de Chávez; pero que haya zopencos muertos de hambre que se opongan porque creen que si tumban a Hugo todo se va a componer para ellos, es inadmisible. Pero así somos de ¿simples?

En vista de que no es viable la democracia evolutiva, ni tolerable la democracia formal oligárquica, solo nos queda el camino de la dictadura socialista, siempre y cuando esta actúe como freno y bozal de la plutocracia.

La dictadura socialista debe funcionar como el fiel de la balanza, haciendo que las cosas caminen por las vías derechas, sin que haya aprovechados; sin que haya gente en los dominios de la miseria, mientras que otros viven en el boato. Este es el único camino que tenemos los latinos para acceder a un mundo más justo y participativo, en donde los habitantes de cada país tengan NO los mínimos requerimientos para una vida ascética, sino la suficiente abundancia para disfrutar de la vida.

Somos naciones riquísimas que bien podemos darnos ese lujo; mejor que muchos países europeos que, como Islandia, un peñasco helado situado en medio de la nada, goza de un ingreso per cápita de CUARENTA MILLARES, y una tasa de alfabetización de CIENTO POR CIENTO. Y solo viven del pescado porque NO TIENEN RECURSOS EN SU SUELO.

Entonces, ¿cómo es posible que México, Brasil, Colombia y otros gigantes de la América Latina, repletos de riquezas naturales, vivan en la pobreza extrema? Con tantas tierras y agua, ¿cómo es que la América Central es un escaparate de miseria?

Nos guste o no, solo los Dictadores Socialistas podrán sacarnos del pantano en el cual nos encontramos. Honduras vio, por un parpadeo de tiempo, lo que podía ser el camino hacia su mejoría social pero, de inmediato, la oligarquía le cortó el sueño. Venezuela lo está intentando, pero la Derecha está haciendo lo posible por frenar la marcha bolivariana. Al sueño cubano lo mataron en la cuna. Y los otros… desgraciadamente, se plegaron a la vieja costumbre de nuestros gobernantes: convertirse en lacayos del capital.

Solo los pueblos de la América Latina decidirán la hora del cambio verdadero; pero mientras impere la indolencia y la falta de discernimiento de qué es lo que nos conviene a todos, seguiremos de mal en peor.

(¿Qué piensan ustedes en sus países?)

Solidariamente

Ricardo Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@yahoo.es

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