Por Julia Gas
El autor de Las venas abiertas de América Latina citó, en primer lugar, el racismo, “que produce amnesia“. Porque todos somos, según Galeano, africanos emigrados. “De África sólo sabemos lo que nos enseñó el señor Tarzán“, pero fue allí donde “empezó el viaje humano en el mundo”. Aunque no es sólo una cuestión de piel, explicó: “La guerra de Irak también es racismo“.
También censuró la tradición machista, para lo que se valió de una paradójica anécdota de la Revolución Francesa: los símbolos de las victorias por la defensa de los derechos ciudadanos eran femeninos. En cambio, dijo, cuando las mujeres reivindicaron sus derechos como ciudadanas fueron pasadas por la guillotina.
La legalización del matrimonio homosexual en Argentina, pionero en Latinoamérica, le valió para criticar la intolerancia al diferente, un pecado más al que sumó el desprecio al trabajo. En este mundo al revés, “donde las jornadas de trabajo se miden con los relojes derretidos de Salvador Dalí […], es el precio lo que fija el valor y no al revés“.
Los muros contemporáneos
Galeano también se refirió a “la tendencia de los medios de comunicación a mentir“, por lo que afirmó que el mundo miente. El escritor uruguayo reflexionó en este sentido sobre la importancia absoluta que se le dio en su momento al muro de Berlín y lo poco que se habla actualmente sobre los muros de la frontera de México, de Ceuta y Melilla, de Cisjordania o del Sáhara Occidental. “Ni se conocen“, ironizó Galeano, que se cuestiona quién lanzó las bombas sobre Hiroshima y Nagashaki. “¿Sería Irán?“.
Respecto a la actual crisis económica, Galeano comentó con sorna que tenía la impresión de que no había sido responsabilidad de los especuladores de Wall Street, sino que “la culpa la tiene Grecia“.
Sexto pecado: el mundo mata. “La paz mundial está en manos de aquellos que fabrican más armas“. Y hoy en día, afirmó Galeano, se invierte más en gastos militares —”criminales“, según él— que en acabar con el hambre. “Se fabrica hambre: hambre de pan, hambre de abrazos“.
Finalmente, el mundo fabrica enemigos, y lo hace a través del miedo. “La democracia tiene miedo a recordar, las armas tienen miedo a la falta de guerra y los hombres tienen miedo a la mujer sin miedo“, concluyó Galeano, no sin antes recordar un dicho africano que refleja que la mano que da siempre está arriba y la que recibe, abajo. “Hay una relación jerárquica“, dijo para matizar dos conceptos clave: “La solidaridad es igualdad, la caridad es un riesgo“.