El «cansancio» del Presidente

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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“Cansado” de tanta crítica pues, según él, ésta no nos hace más libres sino más ingobernables.

Evidentemente, esta “sincera” confesión presidencial indica una cosa: Don Oscar no estaba preparado para gobernar el país, luego de veinte años de profundas transformaciones sociopolíticas y económicas en la realidad costarricense.

En todos esos años, por lo general, él se la pasó en el exterior recibiendo premios honoríficos por todo lado, sin darse cuenta de que Costa Rica (entre otros aspectos negativos como la corrupción del PLUSC), desarrollaba su principal problema: el proceso de veloz concentración de la riqueza y el crecimiento de la desigualdad social.

Para lo único que estaba “preparado” y porque así se lo encomendaron (para lo cual le arreglaron la Constitución y pudiera ser reelecto), fue para impulsar, vía TLC, el proceso de entrega a las transnacionales del mejor patrimonio nacional, reflejado en instituciones legendarias consustanciales al ser costarricense, como el ICE y como el INS.

Pero aún en esto, como quedó demostrado, tuvieron él y sus acólitos (en el tribunal electoral, en el parlamento, el G-38 y en la propia magistratura constitucional), que ejecutar las más inverosímiles triquiñuelas, trampas y embustes, para lograr ese nefasto objetivo. Probablemente esto haya “cansado” mucho al señor Presidente.

Cumplida la tarea que le fue encomendada, el “cansancio” del Presidente expresa dos cosas en estos momentos: soledad y fracaso.

La soledad surge por la obligada salida de algunos de sus más cercanos colaboradores: el delincuente constitucional que abandonó una de las vicepresidencias; el ministro que ha sido zumbado con una acusación penal por presunta desviación de fondos y otro que le salió güero con sus sueños presidenciales, pues no estaba ungido por él. Por otro lado, la peonada política parlamentaria que le fue dócil en lo del TLC, el G-38, ya cumplió su vida útil (y, si acaso, tan solo le quedará una “fiestita” por ahí, con el casi G-39).

Además, y quizás lo más importante en esa soledad, sea que el poder mediático llorentino (que fue su principal soporte para que llegara de nuevo a la Casa Presidencial), le mandó al carajo, le sacó los trapos sucios y le catalogó de mentiroso; pese a que, como indicamos, les cumpliera él la tarea que le encomendaron (el TLC), para la cual le encumbraron los humos de soberbia majestad imperial que hoy le hacen insoportable las críticas.

Por otro lado, el fracaso es más que evidente. Ha resultado su gobierno totalmente incapaz de controlar la inflación y el alto costo de la vida está desbocado, golpeando en todos los estratos sociales; renunció a una reforma tributaria que era imprescindible para la paz y la estabilidad social; quedó en evidencia la enorme estafa política de que fueron víctimas miles de compatriotas necesitados de vivienda, a los cuales él les ofreció casa, si le daban el sí al TLC de la prensa oligárquica llorentina, esa que hoy le dio las espaldas, que lo ha tratado como mentiroso y que lo quiere convertir en material de desecho (políticamente hablando); como suele hacerlo con quien dejó de serle útil.

Por otra parte, ni motos BMW ni carros Mercedes Benz para los trabajadores de las zonas francas, a quienes se engañó vilmente con esta pueril promesa, a cambio que le dieran el sí al TLC. ¡Cómo no va a haber críticas por esta barbaridad!

El cansancio es falta de fuerzas, hastío, tedio y fastidio. El hastío es repugnancia y disgusto; el tedio es aburrimiento extremo y fuerte rechazo a lo que se considera desagradable; y el fastidio, es disgusto, enfado, enojo.
Respetuosamente, don Oscar, si se siente tan “cansado”; usted debería renunciar. Su salida no dejará un gran vacío. La verdad es que en el seno del pueblo pensamos que es su hermano, don Rodrigo, el presidente real, aunque no menos soberbio, dogmático y prepotente.

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