La razón de tan amplia divulgación en algunos medios de comunicación radica en que el trabajo, de naturaleza cuantitativa, señala que con la entrada en vigencia del TLC se lograría un crecimiento adicional del 2% anual basado en exportaciones.
Estos resultados son considerados por algunos como evidencia suficiente para justificar la aprobación del Tratado, sin tomar en cuenta que los acuerdos comerciales producen profundos cambios institucionales que van más allá del intercambio comercial de bienes y servicios, tal y como lo demuestra Dani Rodrik en varias de sus publicaciones.
En cuanto al trabajo en consideración, elaborado por el economista Marco V. Sánchez, este emplea un modelo de equilibrio general dinámico para Costa Rica que, según el autor “permite simular el impacto de la desgravación arancelaria y las cuotas de acceso preferencial pactadas”.
Sin embargo, lo cierto es que el modelo utilizado por Sánchez, versión particular de los modelos de equilibrio general computable, presenta una serie de limitaciones que son poco explicitadas por el autor y que cuestionan los resultados obtenidos.
Por una parte están las limitaciones propias de este tipo de modelo, las cuales tienen que ver con su pobre capacidad predictiva, tal y como lo ha enfatizado Patrick Kehoe de la Universidad de Minnesota, así como las restricciones que enfrentan desde el punto de vista econométrico. Tanto McKitrick (The Econometric Critique of Computable General Equilibrium Modeling: The Role of Parameter Estimation. Economic Modeling) y Jorgenson (Econometric Methods for Applied General Equilibrium Analysis en Applied General Equilibrium Analysis, Cambridge University Press) han sido prolijos en este aspecto.
Por otro lado están las reservas que impone la información disponible para la estimación de estos modelos. El estudio “Modelos econométricos para los países de Centroamérica” de Luis Miguel Galindo (LC/MEX/L.581) también auspiciado por la CEPAL en noviembre de 2003 indica que “la elaboración de los modelos econométricos presenta problemas. En particular surgen algunas dificultades pues la información disponible no incluye series estadísticas consistentes para períodos prolongados de todas las variables requeridas. Además existen cambios estructurales pronunciados que no son tomados en cuenta”.
En este mismo sentido y en referencia concreta al estudio que comentamos, la economista Anabelle Ulate, directora del Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica, ha manifestado que “una simulación basada en la estructura de consumo de las familias del año 1988 deja mucho que desear, pues sabemos por la última encuesta de Ingresos y Gastos del INEC, que esa estructura cambió considerablemente en 2004-2005 y ahora el consumo de los bienes transables pesan relativamente menos en la canasta de las familias”. (Semanario Universidad / 3-9 mayo 2007).
Así las cosas, y después de analizar el trabajo cepalino, coincidimos plenamente con la profesora Ulate y concluimos en que “lo único cierto del TLC es que sus consecuencias sobre la producción son inciertas”. Sobre los aspectos institucionales comentaremos en una próxima ocasión.
5/4/2007