Expresamos hoy nuestro regocijo, admiración y solidaridad, con la trascendental e histórica lucha del pueblo trabajador francés, de sus sindicatos y de sus poderosos movimientos estudiantiles; lucha que vienen librando en las últimas semanas en contra de una de las más acariciadas reformas de los neoliberales, cual es, la de revertir derechos laborales, modificando los contratos de trabajo; o lo que es lo mismo, tal y como se denomina en Costa Rica, la_ “flexibilización laboral”_.
Por medio del Referéndum de la Calle, a lo largo y a lo ancho del territorio de toda Francia, millones de personas del pueblo galo (trabajadores y trabajadoras, estudiantes, ciudadanos y ciudadanas, intelectuales y otros movimientos civiles), han desfilado una y otra vez, repudiando la ley neoliberal denominada “Contrato de Primer Empleo” (CPE), un ataque artero a la juventud que se incorpora al mercado de trabajo.
La lucha actual del pueblo trabajador y del estudiantado francés tiene el mismo carácter, la misma circunstancia y el mismo desafío de la gigantesca lucha que tenemos en Costa Rica, contra el más decidido, virulento y descarnado ataque de los neoliberales en contra de nuestra institucionalidad, de nuestra democracia y de nuestra paz.
Nos referimos al denominado tratado de “libre” comercio (TLC), el cual representa el asalto final de los más reducidos grupos de poder económico del país (hoy acostados, incestuosamente, con algunos de los más sangrientos capitales centroamericanos), a las más suculentas riquezas que todavía quedan como propiedad pública de todo el pueblo costarricense.
Por eso estamos felices, extremadamente optimistas, al ver la potencia irrefrenable del concepto de Referéndum de la Calle, el poder de la Democracia Callejera, ese que logra ponerle límite a la voracidad de esos poderes que siendo públicos, terminaron completamente al servicio de poderes privados de enorme dineral; poderes escudados en la sombra y que nunca se someten a escrutinios electorales, sino que, por lo general, pagan y ponen testaferros a su servicio en cada proceso electoral.
Si bien hoy estamos felicitando al valeroso pueblo francés, tampoco estamos envidiándole por esa valentía e hidalguía en esa histórica lucha de repercusión mundial que ha venido librando contra el denominado CPE. Ya nosotros, en esta adorada Tiquicia, pusimos en práctica el Referéndum de la Calle, en el año 2000, logrando arrebatarle de las manos al poder económico nacional, el querido ICE que ya tenían subastado, prácticamente.
Ahora que el pueblo francés está mostrando la potencia del poder civil expresado en el ejercicio de la Democracia Callejera, no nos cabe la menor duda de que, nuevamente pero esta vez con más contundencia, profundidad y cobertura, haremos gigante la gesta costarricense contra el TLC, desplegando el más ejemplarizante Referéndum de la Calle de la América Latina.
Nuestro Referéndum de la Calle en contra del TLC, ahora potenciado con los argumentos de la Defensoría de los Habitantes de la República y del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica (UCR), recientemente dados a conocer, tiene ya una fuerza ética, una potencia moral y una legitimidad política, completamente similar al Referéndum de la Calle del pueblo de Francia contra el CPE. ¡Vamos muy bien!