Ahora resulta que somos sediciosos, que somos subversivos, que llamamos a la sublevación nacional y que somos desestabilizadores. Es evidente que le tienen miedo a la gente, a la ciudadanía activa, a un pueblo decidido a luchar, porque el Referéndum de la Calle es democracia de la buena, universalmente reconocida para usarla cuando los gobernantes se alejan del sentir de sus pueblos.
Su miopía política y su avaricia económica, esas que les lleva a buscar la forma más acelerada de incrementar sus ya abultadas riquezas, les lleva a ver fantasmas por todo lado, a sentir que están rodeados de complotadores, a creer que tienen un mandato absoluto para dirigirnos, a nosotros, los de abajo, como si fuéramos rebaño; sin que nadie proteste, sin que nadie cuestione. Obedecer, sólo obedecer…
Aunque el viejo tango dice “que veinte años no es nada…”, en el caso de la política pública costarricense sí son muchos. Todo ha cambiado, pero parece que algunos no tienen ni la menor idea de la naturaleza de esas transformaciones ocurridas en el tejido social costarricense, de 1986 a hoy. En realidad deberían ponerse a estudiar. Aquí les vamos a ayudar un poquito. i>Dice la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo siguiente:
“… la Comisión considera que la evolución del movimiento sindical y la aceptación cada vez más amplia de su calidad de interlocutor social de pleno derecho exigen que las organizaciones de trabajadores puedan pronunciarse sobre los problemas de carácter político en el sentido amplio del término, y en particular expresar públicamente su opinión sobre la política económica y social del gobierno…. “. (OIT. Estudio General sobre Libertad Sindical y Negociación Colectiva. Ginebra, 1994).
Esto es lo que hemos estado haciendo todos estos años. Esto es lo que estamos diciendo a propósito del TLC; un TLC que una inmensa mayoría del país rechaza, empezando por sectores tan calificados y de tanto prestigio como la Defensoría de los Habitantes de la República, el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), la Universidad de Costa Rica (UCR) y más recientemente la Universidad Nacional (UNA).
Hemos indicado y lo reafirmamos que la lucha contra ese TLC que nos dejará sin Patria, que nos dejará sin lo poco de lo bueno que todavía queda de esa Patria que nos vio nacer, tendrá dos escenarios: el parlamentario (la Asamblea Legislativa) y el extraparlamentario (la calle).
No nos cansaremos de decir que la movilización ciudadana, en resistencia pacífica, sin violencia, habrá de convencer a una serie de señores diputados y de señoras diputadas que sabemos indecisos en este asunto del TLC, para que se pasen del lado del pueblo, del lado de la gente, del lado de los excluidos, del lado de la golpeada clase media, del lado de los agricultores.
Porque el TLC solamente le sirve al lado de esa oligarquía financiera desbocada, voraz, atea e insensible; que está desesperada por una tajada de los gigantes y lucrativos mercados de las telecomunicaciones, de los seguros comerciales, de las medicinas, del agua y de la energía. Si por defender todo esto que nos fue legado, se nos cataloga de subversivos, sediciosos, desestabilizadores, pues ¡enhorabuena! Afortunadamente somos tantos y tantos que ni se imaginan.