Salud José Miguel Corrales, a quienes lo acompañaron en esta propuesta, y a quienes desde hace años vienen empujando el tema. Salud Tribunal Supremo de Elecciones, que en tiempos en que la institucionalidad del país ha sido tan manoseada, tuvo la valentía de autorizar la recolección de firmas.
La oportunidad que se le presenta al país es una para profundizar la
democracia. Hay que abrazarla. Hay que aprovecharla, haciendo las cosas bien. El primer Referéndum vinculante en la historia del país debe sembrar las bases correctas para el uso futuro de esa poderosa herramienta de participación ciudadana. Difícilmente quienes ostenten el poder político a futuro se atrevan a ejercerlo con excesos, si se acuerdan que ahí está la espada del Referéndum en manos de los ciudadanos.
La tirada, es que uno sabe la tusa con que se rasca. El régimen que
durante tantos meses desestimó por completo el valor y la posibilidad de un Referéndum para decidir el tema de su TLC, al verse derrotado por la democracia de las calles aquel histórico 26F, comenzó a manosear la idea entre corrillos desde hace semanas. Aquí sigue oliendo a azufre. Para muestra un botón: ante el anuncio del TSE, el régimen corre a convocar a Referéndum, con la intención de atropellar y ensuciar el proceso.
Disculpen señores en el Zapote, pero en este baile ya esa muchacha está desfilando con otro, y ese otro es el pueblo! No debemos seguir acomodando las cosas a los intereses del momento. La jugada prepotente, la burda maniobra, solo pretende evitar que quienes primero solicitaron el Referéndum, puedan exponer su punto de vista durante el proceso de recolección de firmas. La valentía que mostró el TSE en la autorización concedida, presagia hidalguía en defender la Ley, y por ende el concepto legal de primero en tiempo primero en derecho.
Superado como deberá serlo en su momento dicho exabrupto, se deben cumplir con rigurosidad y sumo cuidado tres etapas, sin las cuales el proceso adquiriría vicios insalvables:
Aclarar la constitucionalidad del tema a consultar.
Sería una ofensa a la ciudadanía y una burla a la democracia, someter a Referéndum un tema aún no revisado en cuanto a su legitimidad constitucional. No efectuar a tiempo una consulta constitucional, además de que soltaría de nuevo el olor a azufre, sería un sin sentido en el cual se le estaría pidiendo al pueblo costarricense que vote sobre una Ley que podría ir en contra de su propia Constitución.
Aclarar las reglas del Referéndum.
Es necesario que haya transparencia y equidad para ambas partes en los temas de propaganda, transporte, etc. Pero a fondo, la ciudadanía debe conocer claramente cómo se van a contabilizar sus votos para tomar una decisión u otra. Lo correcto de acuerdo a la Ley del Referéndum, es que por ejemplo en este caso, por requerir de 38 votos en la Asamblea, se requiera de un 40% del padrón nacional votando por el “si” para dar por aprobado el tratado en cuestión, o de lo contrario el mismo se archiva.
El arrogante discurso del régimen y de sus concubinos mediáticos es que su TLC cuenta con el apoyo “de la gran mayoría” de los costarricenses, por lo que solo sería cuestión de que pongan los votos donde ponen la boca.
Retiro inmediato de las Leyes de Implementación del TLC de la corriente legislativa.
Si el pueblo de Costa Rica va a decidir si aprueba o no el TLC, no tiene ningún sentido honesto ni democrático que se sigan viendo las leyes de implementación del mismo en la Asamblea, hasta tanto el pueblo soberano no rinda su decisión. Las “leyecitas” en mención desarticulan y a la vez articulan gran cantidad de instituciones y ordenamientos legales en el país, por lo que sería prácticamente imposible echar atrás con sus alcances, en caso de que no gane el “si” en el Referéndum. Más aún, sería un verdadero fraude el que el régimen pase por la Asamblea el “TLC sin TLC”, como son sus leyes de implementación, mientras a la ciudadanía se le dice que es ella quien en realidad y legitimidad democrática va a tomar la decisión de improbar o aprobar el TLC.
El trasfondo de la necesidad de estas tres etapas en la aplicación del primer Referéndum de nuestra historia, es profundamente ideológico. Es o no en democracia verdaderamente soberano el pueblo? Si la respuesta es sí, las tres etapas expuestas son condición vital a cumplir. Obviar una sola de las tres, significaría tal perdida de credibilidad en el sistema, que haría irrelevante un segundo Referéndum en el futuro, y quizá entonces más bien tendríamos menos democracia, ante lo cual el pueblo burlado pasaría la factura histórica y política a los que hoy se ufanan de seguir usurpando el poder. Pero de mucha más importancia que
el ego personal y el peso político pasajero de quienes hoy ocupan el
Zapote, es que quienes tienen la posición y sustento legal para hacerlo, resguarden a ultranza el nuevo mecanismo de participación y control ciudadano del Referéndum, por lo que vale, y más allá de intenciones del momento.