La señora Presidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda, está “pegando el grito al cielo” porque los bancos del Estado están cobrando altísimas tasas de interés por la plata que prestan; más de lo que cobran, supuestamente, en la banca privada.
La mandataria indicó que cada vez que dicha tasa sube un punto porcentual, la banca pública le saca a la gente unos 60 mil millones de colones, metiendo en serios problemas económicos a quienes tienen créditos, ya sea en lo personal, en vivienda, en actividades productivas.
Se supone que quienes más sufren por ello son sectores de clase media que han tenido la “suerte” (o, ¿la desgracia?), de haber sido sujetos de crédito en los bancos estatales.
Nosotros pensamos, sin conocer a fondo de estas cuestiones de banca y de finanzas, que lo que puede estar ocurriendo es que, efectivamente, las regulaciones financieras sobre la banca (pública y privada) son muy débiles, por una parte. Por otra, las concepciones que imperan en la banca estatal son, hoy en día, radicalmente distintas a las que le dieron origen, cuando el ciudadano José Figueres Ferres, Don Pepe, emitió el decreto de nacionalización bancaria en 1949.
Las cosas tampoco parecen estar bien en la banca privada, misma que da mucho de qué hablar en materia de regulaciones. Unos inversionistas costarricenses y extranjeros se quejaron, recientemente de que perdieron su plata, acusando a una banca gringa por ello. Hasta un conocido futbolista nacional habría perdido 300 millones de colones. Aquí dejaron en cuestionamiento la eficacia y la transparencia del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif); cuestionándose, además, cómo es posible que ese banco gringo cuestionado, Citi Bank, esté siendo escogido por la Casa Presidencial para la emisión de los eurobonos.
Todos sabemos que actualmente la hegemonía política que domina en nuestro país, el poder real de nuestra sociedad, está centrado en el capital financiero-bancario de signo neoliberal; y es de tal calibre este poder que hasta la propia Presidenta Chinchilla Miranda está, como indicamos, “pegando el grito al cielo”; porque los bancos del Estado están sin control político riguroso y sus estrategias son de acumulación desenfrenada de plata y no volcados hacia la promoción del bien común y a la integración social. Casi que se ocupa en este país una segunda nacionalización, una re-nacionalización de la banca pública.
Y aquí es donde conviene preguntarse: ¿tiene realmente poder la figura presidencial como para “poner en cintura” a la banca pública y ponerle al servicio del desarrollo social integral y del bien común?… ¡No! decimos nosotros. El Banco Central de Costa Rica (BCCR), que debería ser la entidad desde la cual se puede regular el cobro de las tasas de interés que tanto le preocupan a la señora Presidenta, funciona como una “república independiente” y no lo controla la Casa Presidencial.
Para que ello fuera así, otra hegemonía política debe surgir en el país. Por eso resulta ridículo que se diga, ahora, que van a averiguar las razones por las cuales esas tasas están altas.
Lo que pasa aquí con este asunto tiene conexión con ese gigantesco poder incontrolado del capital financiero-bancario inspirado en el criminal pensamiento neoliberal que tiene, por ejemplo, a millones de trabajadores europeos en la más grande miseria, con países regresando a niveles de pobreza jamás impensados.
Tan es así que su Santidad, el Papa Benedicto XVI, ya está hablando de que es urgente la reforma del sistema financiero y monetario mundial; y, más específicamente, el propio Vaticano está indicando que apoya la tasa Tobin (el impuesto “Robin Hood”), contra la especulación financiera, para adoptar medidas de justicia social que frenen las devastadoras secuelas sociales provocadas por la tal “crisis” europea.
Esta posición eclesiástica de la Iglesia Católica universal, fue dada a conocer por el arzobispo Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo de la Justicia y de la Paz, en una entrevista difundida por Radio Vaticano y de la cual tuvimos noción nosotros, leyendo una nota de prensa de la agencia italiana de noticias ANSA.
Quizás lo que esté pasando con la banca pública costarricense lo podamos comprender con las expresiones del indicado prelado vaticano. Según él, “hay finanzas y finanzas, una buena que está al servicio de la economía real, de las empresas y de las familias; en cambio, hay otra que intenta obtener beneficios en el menor tiempo posible de todo…”. Cómo nos gustaría saber qué están pensando de todo esto, los excelentísimos señores obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (Cecor).
Dicen algunos que esas altas tasas de interés se deben entre otras cosas, a que el Gobierno, por su problema fiscal, pide prestado grandes sumas de plata todos los días. Creemos que esto es, parcialmente, cierto, dadas las debilidades estructurales del sistema tributario costarricense, altamente regresivo.
Cuando una empresa nacional como la cervecera, se da el “lujo” de comprar una similar en Estados Unidos y paga por ello, ¡¡¡¡385 millones de dólares!!! uno se pregunta: ¿Cuál es el nivel de ganancias de semejante negocio privado como para hacer una inversión de tal calibre?… ¿cuál es la tasa de impuestos que paga como para que le quede tantísima plata para esa increíble compra. Hablamos de unos ¡¡¡192 mil millones de colones!!! prácticamente un 1% del Producto Interno Bruto (PIB)… ¿Ganó algo el fisco costarricense con tal compra? ¿Qué nos dice el señor Ministro de Hacienda al respecto?…
Por cierto que la controversia de la plata que por impuestos está en litigio entre la cervecera y el Instituto de Desarrollo Agrario (IDA), sigue sin resolverse por influencia de un poder oculto cuya naturaleza desconocemos; estando en pleito unos 30 mil millones de colones en impuestos por venta de cerveza, supuestamente por una “desavenencia” en la fórmula de cálculo. Esta cantidad de plata en pleito para no dárselos al IDA, es completamente ridícula si la comparamos con lo invertido en esa compra empresarial.
El grito presidencial por las altas tasas de interés que cobra la banca pública; la envergadura de un negocio como el que hemos comentado; el problema fiscal del Gobierno por el anacrónico sistema tributario que tenemos; el respaldo vaticano al impuesto “_Robin Hood”_, son señales clarísimas de que la desigualdad sigue siendo el problema más grande de sociedades como la nuestra. Por tanto, no hay mayor desafío de la lucha social que enfrentarnos, por todas las formas posibles a nuestro alcance, para revertir este perverso flagelo que amenaza a las democracias mismas.