* Editora El Financiero No. 598. 8-14 enero del 2007.
Es muy evidente que las circunstancias en que gobernó Pinochet son diferentes a las de Castro.
Pinochet tuvo todo el apoyo de Estados Unidos, Castro ha enfrentado durante 50 años un embargo comercial por parte de esa potencia mundial, la cual sigue intentando derribarlo y eliminarlo.
Pinochet derrocó a un gobierno elegido democráticamente, Castro a Fulgencio Batista, quien en marzo de 1952 dio un golpe de estado porque sabía que iba a perder las elecciones. El pueblo cubano rechazaba a Batista, quien ya había sido presidente, porque era un corrupto.
Pinochet asesinó a miles de chilenos. Según la Comisión de Verdad y Reconciliación, hubo 2.095 muertos y 1.102 “detenidos desaparecidos”. En el Informe Valech del 2005 se consignó además que la tortura fue una herramienta común.
Los informes de Amnistía Internacional critican la actitud de las autoridades cubanas con respecto a la libertad de expresión y opinión, y las libertades políticas pero no señalan casos de tortura física, desapariciones, asesinatos políticos ni manifestaciones reprimidas a golpes.
Si Arias cree que ambos se parecen tanto, ¿por qué Costa Rica durante el tiempo de Pinochet no rompió relaciones con Chile? Con Cuba se rompieron desde 1961.
Se le olvida a don Óscar la ayuda de expertos cubanos que nos asesoraron en la lucha contra el dengue y los ocho años que tienen médicos cubanos de trabajar en los hospitales de la CCSS dando servicio de radioterapia a enfermos de cáncer. Además, que 300 jóvenes ticos de escasos recursos estudian medicina (la mayoría) y educación física gratuitamente en Cuba y más de 100 ya se graduaron. Pasa por alto también el comercio bilateral de US$ 20 millones anuales con un balance favorable para Costa Rica. ¿Valdrá la pena irrespetar el principio de no intervención en los asuntos internos y la soberanía de otros Estados?