El retrato que le hiciera el fotógrafo cubano Alberto Korda, durante el sepelio en La Habana de las víctimas del sabotaje del barco Le Coubre en 1960, es una de las imágenes más conocidas en todo el mundo. Ese Che de mirada profunda, con esa expresión de dolor y orgullo, es la imagen del guerrillero eterno, del ser humano que siempre luchará contra las injusticias y el dolor que sufren sus hermanas y hermanos latinoamericanos. Es, en fin, la imagen del “_Hombre Nuevo_” que él tanto soñó y que compartió con el pueblo cubano. No en vano los niños y niñas de la isla grande todas las mañanas recitan “+seremos como el Che+”.
Su imagen no es lo único trascendente. Ernesto Guevara de la Serna es más que el ícono pop que el capitalismo, que él tanto combatió, ha querido construir. El Che es acción y pensamiento. Es congruencia con lo escrito y lo actuado. El Che fue consecuente hasta el último día de su vida. Nunca se sintió cómodo en el sillón del poder. Sus ideales no lo dejaban estar en paz. El necesitaba estar en el campo junto a sus pobres que tanto amaba. El necesitaba hacer revolución. Y es por esto que tantos lo amamos, como personaje, como ideólogo, como combatiente de la vida.
Guevara decía que él no tenía familia, ni padres, ni hijos e hijas. Con esto planteaba una renuncia a la construcción individualista del ser social, para formular un nuevo estilo de armar el mundo en el cual convivimos, más colectivo, donde todos y todas nos vemos interrelacionados desde la raíz más profunda, en fin una visión socialista. Y esta visión era la que el Che creía que debía ser difundida por toda la Patria Grande. Y en ese esfuerzo fue que murió.
Valle Grande, La Higuera. Asesinado, sus manos cortadas y secuestradas como trofeos de guerra. Hace 42 años el mundo lloró su muerte, pero en realidad lo que sucedía era, como dice Silvio Rodríguez, que la tierra estaba pariendo un corazón. Meses antes el Che se despedía de sus hijos de sangre dejándoles una frase eterna: “Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.
Es la cualidad más linda de un revolucionario.”
Tema: Comandante de Alejandro Filio
Para saber más sobre Ernesto “_el Che_” Guevara:
En Wikkipedia
Patria Grande
Ché Guevara
Radio Habana
Tristeza en la muerte de un héroe – Pablo Neruda
Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección de nuestra esperanza enlutada, los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas, supimos que los más callados fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias llegaron los vociferantes llena la boca de jactancia y de proezas salivares.
El pueblo movió la cabeza:
y volvió el héroe a su silencio.
Pero el silencio se enlutó hasta ahogarnos en el luto cuando moría en las montañas el fuego ilustre de Guevara.
El comandante terminó asesinado en un barranco.
Nadie dijo esta boca es mía.
Nadie lloró en los pueblos indios.
Nadie subió a los campanarios.
Nadie levantó los fusiles, y cobraron la recompensa aquellos que vino a salvar el comandante asesinado.
¿Qué pasó, medita el contrito, con estos acontecimientos?
Y no se dice la verdad pero se cubre con papel esta desdicha de metal.
Recién se abría el derrotero y cuando llegó la derrota fue como un hacha que cayó en la cisterna del silencio.
Bolivia volvió a su rencor, a sus oxidados gorilas, a su miseria intransigente, y como brujos asustados los sargentos de la deshonra, los generalitos del crimen, escondieron con eficiencia el cadáver del guerrillero como si el muerto los quemara.
La selva amarga se tragó los movimientos, los caminos, y donde pasaron los pies de la milicia exterminada hoy las lianas aconsejaron una voz verde de raíces y el ciervo salvaje volvió al follaje sin estampidos.