El presidente del Banco Mundial ha dicho que el alza de los alimentos podría sumir aun más en la pobreza a 100 millones de personas en todo el planeta. Las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), indican que un incremento del 15% en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos. Esa variación de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la pobreza extrema.
Las recomendaciones de política de los organismos internacionales para enfrentar esta situación incluyen tanto medidas destinadas a aliviar las condiciones de los sectores de menos recursos como el impulso de propuestas de mediano y largo plazo destinadas a incrementar la oferta y la productividad agrícola.
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ha señalado que “este es el momento para que los países de las Américas revisen sus estrategias de seguridad alimentaria y diseñen políticas para convertir la producción agropecuaria en una prioridad de la agenda nacional de desarrollo“.
Por su parte, el Informe del Desarrollo 2008 del Banco Mundial sostiene que “la agricultura es crucial para el crecimiento, la seguridad alimentaria y la mitigación de la pobreza”. Y para que la agricultura cumpla ese papel se requiere, entre otras cosas, fortalecer el papel del Estado, aumentar la inversión pública en las zonas rurales, modernizar los sistemas de producción e incrementar la productividad.
Estas apreciaciones representan un cambio importante en la visión del Banco Mundial, cuyas recomendaciones hasta hace poco tiempo eran que la producción agrícola debía orientarse hacia los productos de exportación y no a la satisfacción de las demandas internas . Esos planteamientos contrajeron significativamente la producción de alimentos en muchos países. Las estadísticas de Costa Rica lo corroboran.
En la cosecha 2000/2001 se sembraron en el país 86,500 hectáreas de arroz, 9,500 de maíz blanco y 24,300 de frijoles. En la cosecha 2006/2007 las extensiones cultivadas se redujeron a 51,900 hectáreas de arroz, 6,900 de maíz blanco y 15,500 de frijoles.
Esta disminución en el área cosechada se reflejo en el volumen total de producción. En el 2000/2001 se produjeron 361,800 toneladas de arroz, 16,700 de maíz blanco y 16,000 de frijoles. En el 2006/2007 solo se llegó a 200,000 toneladas de arroz, 12,800 de maíz blanco y 10,600 de frijoles.
En cuanto al maíz amarillo y el sorgo, a mediados de los años ochenta se producían alrededor de 20,000 toneladas del primero y algo mas de 70,000 toneladas del segundo, pero desde finales de esa década se dejaron de cultivar y actualmente se importa la totalidad de esos productos.
A estos números hay que añadir que el porcentaje del crédito total prestado a granos básicos y a la agricultura en general ha venido disminuyendo de manera constante. Hace veinte años, en 1987, el sector agropecuario recibía el 36% del crédito del sistema bancario al sector privado; diez años después ese porcentaje se redujo al 11%; y el año pasado solo obtuvo el 4%.
Estas estadísticas son el resultado de las políticas aplicadas en Costa Rica en los últimos años y la manera en que los agricultores, grandes y pequeños, han reaccionado a las señales recibidas de quienes han tenido la responsabilidad gubernamental de la macroeconomía y del agro nacional.
20/05/2008