FITTVCC: 2009 un año difícil

Maracay, 16 de enero de 2009

A TODAS NUESTRAS AFILIADAS

Apreciados(as) compañeros(as)

Al saludarles con un abrazo afectuoso, con el mayor aprecio y consideración, deseando hayan pasado, junto con vuestras familias, unas felices pascuas y un venturoso fin de año 2008, quisiera poner a su consideración el siguiente documento para la reflexión.

Documento para la reflexión

Ante la grave crisis financiera mundial que se generó a mediados del año 2008, he creído oportuno elaborar este documento para la reflexión de todas nuestras organizaciones afiliadas, considerando que estamos en presencia de una crisis de grandes dimensiones sociales y económicas que ya desde el mismo año 2008 viene afectando los niveles de producción y el empleo de nuestra y otras industrias de la manufactura a escala global, y de manera muy particular el consumo, lo cual repercutirá de inmediato en el nivel de vida de la población en general; afectando severamente a las familias de bajos recursos y a los trabajadores que, por efecto de la crisis puedan perder sus empleos.

Como recordarán, en noviembre de 2008, desarrollamos en la ciudad de Guatemala una importante actividad de educación y capacitación como lo fue el taller “Concepto, Contenido y Promoción del Trabajo Decente”. Para ese entonces, no había estallado significativamente la crisis financiera generada en los Estados Unidos con los créditos hipotecarios del sector inmobiliario que arrastró y está arrastrando las economías de otras naciones.

Esta nueva situación de crisis económica que se ha presentado en los actuales momentos pudiera contrarrestar de manera negativa los enunciados y propósitos de las conclusiones del taller en Guatemala sobre la campaña exitosa por el trabajo decente. No obstante a ello, debemos insistir hoy con mayor fuerza en que el trabajo decente debe estar en el seno de las reglas que deberán sentar las bases en el nuevo orden económico mundial que deberá implementarse como respuesta a la crisis financiera, manteniendo al mismo tiempo los señalamientos recientes del presidente francés, Nicolás Sarkozy, ante la reunión del Grupo de los 20 en Washington, que el trabajo decente es un componente esencial de cualquier norma que pueda ponerse en marcha. Además, señala que el trabajo decente tiene que estar en el seno de las reflexiones de cualquier otra decisión que se adopte y con ello instó a la OIT a que haga escuchar su voz en el debate mundial que se ha lanzado sobre la definición de una nueva gobernanza global.

Ante este panorama, los sindicatos en todas partes del mundo y particularmente en esta región y los de nuestro sector, debemos estar alertas, con los ojos bien abiertos debido a que los empleadores utilizan por lo general en estos periodos de crisis, programas de reconducción de la producción para imponer recortes de los derechos de los trabajadores, afectando básicamente los salarios, las cargas de trabajo y la estabilidad laboral. Estas estrategias empresariales no debemos ponerlas en duda si observamos los señalamientos que ha hecho recientemente la CEPAL que advierte que América Latina sufrirá en el presente año 2009 una fuerte reducción del crecimiento, impactando la creación de empleos. Este organismo prevé que más de 21 millones de trabajadores latinoamericanos estarán cesantes en el presente año, mientras que 5 de cada 10 trabajadores tendrá un empleo formal con protección social.

En realidad, en muchos países el tema de la crisis dejó de ser un pronóstico para convertirse en realidad. En Honduras, por ejemplo; la industria maquiladora confirmó la pérdida de 15.000 puestos de trabajo en el año 2008 a causa de la crisis, principalmente por la recesión estadounidense y en especial por las altas tarifas de electricidad.

En Paraguay, la industria del cuero es una de las más afectadas por los primeros coletazos de la crisis que ha causado que unos 600 trabajadores hayan sido despedidos y otros 600 estén en seguro de pago.

En Argentina, la empresa TECOTEX decidió reorganizar las vacaciones de su personal en el pasado mes de diciembre para desacelerar la producción, motivado a la retracción de la economía argentina y al ingreso de productos de países como Brasil y China; agravando el mal momento de la industria textil argentina en Tucumán. De igual modo, la empresa textil TECOTEX, ubicada en Lules, notificó reducción de turno en tareas de producción.

En Perú, los empleadores temen una disminución de un 15% de las exportaciones hacia los Estados Unidos que pudiera poner en riesgo unos 10.000 puestos de trabajo de los 212.000 que existen en Lima Metropolitana.

En la República de Nicaragua, se perdieron en el año 2008, 5.000 puestos de trabajo por la poca demanda de los mercados mundiales.

En México, la industria del vestido perdió 36.000 empleos de los 380.000 que genera; cerrando 296 empresas y para el presente trimestre del 2009, se podrían cancelas hasta 10.000 puestos de trabajo adicionales, debido a la crisis y a la caída de las exportaciones hacia los Estados Unidos.

En la República Dominicana, entre el 2007 y 2008, se perdieron más de 43.000 puestos de trabajo; y Colombia prevé una disminución de sus exportaciones hacia Estados Unidos en más de un 35%, lo que está generando un sinnúmero de desempleos en las pequeñas y medianas industrias.

Así, en líneas generales, en la gran mayoría de los países de la región, en unos más y unas menos y más allá en otras partes del mundo, se produjeron y se vienen produciendo cierres de fábricas y despidos de trabajadores, por lo que debemos estar muy alertas de lo que pudiera ocurrir a partir del segundo semestre de este año 2009.

Un ejemplo de esta situación es el caso de Camboya, donde la recesión en los Estados Unidos podría afectar la campaña contra la explotación. Camboya exporta el 70% de su producción de ropa hacia EE.UU, y esta industria representa aproximadamente el 80% de las exportaciones totales del país, estimándose que se emplean hasta un millón de personas de una población de 13 millones que dependen directa o indirectamente de esa industria.

Debemos recordar que el gobierno de Camboya y el de EE.UU., bajo la administración de Clinton, formaron un tratado comercial que vinculaba la cuota de exportación de textiles con Camboya a los Estados Unidos uniendo esfuerzos para erradicar la explotación laboral en el sector. Bajo este tratado Camboya tenía que reformar su legislación laboral, aceptar la formación de sindicatos y permitir a la Organización Internacional del Trabajo monitorear fábricas y publicar sus hallazgos. Esto hizo de Camboya un experimento gigante, la pregunta era si funcionaría, y funcionó. La industria creció y las condiciones laborales y sociales mejoraron enormemente.

El tratado comercial en cuestión, expiró en enero de 2005, cuando Camboya se incorporó a la Organización Mundial del Comercio. Washington desarrolló una serie de cuotas de transición denominada “sistema ligero de cuotas” –para asegurar que China no exportara más de un cierto volumen de textiles en ciertas categorías. Estas medidas para salvaguardar la industria textil de Camboya, perdieron su vigencia a fines del pasado año 2008. A muchos les preocupa que la industria, aún nueva según estándares internacionales, pudiera ser abrumada por poderes como China y Vietnam, donde las condiciones laborales y sociales no son tan buenas.

Estas medidas expiran en momentos de una potencial recesión global cuando los consumidores estarán buscando lo más barato. Como se sabe, cuando empiezan las presiones económicas lo primero que se hace es apuntar al desmejoramiento de las leyes laborales y de las condiciones sociales. Este es un momento crucial para la industria de Camboya y está en riesgo de perder este experimento increíble. Los observadores están de acuerdo con que vincular las cuotas comerciales a los estándares laborales fue el mayor impulso a Camboya para que trabajara en mejorar las condiciones laborales. Otro factor fue un innovador programa de la Organización Internacional del Trabajo llamado “Mejores Fábricas en Camboya”. Nuestra Internacional, la FITTVC, está incorporada activamente en el desarrollo de este programa, logrando con los trabajadores, no sólo la organización sindical, sino la firma de contratos colectivos aceptables para los trabajadores.

Para poder obtener un permiso de exportación, las fábricas textiles debían afiliarse al programa y acordar ser monitoreadas regularmente por equipos de la OIT. Este proceso de monitoreo, a cuyo sostenimiento contribuyen los empleadores, incluye visitas sin aviso y auditorías exhaustivas para evaluar el desempeño de las fábricas en 500 áreas. Aunque los informes detallados son confidenciales, las fábricas los entregan a pedido de los compradores.

La mayoría de los observadores están de acuerdo con que el programa de la OIT ayudó a evitar la crisis, que muchos creen se hubiera dado después de que expirara en 2005 el tratado de comercio original firmado con EE.UU. bajo la administración Clinton. También le ayudó a Camboya a construir una base sólida, de cara a las desventajas significativas de su industria.

Quisiera dedicarle un espacio muy particular a unos señalamientos muy importantes que hiciera recientemente el periodista y luchador social mundial, Antonio Martins, cofundador de Foro Social Mundial, quien señaló que sólo en los EE.UU. se han invertido hasta ahora unos 5.000 billones de dólares (cinco millones de millones), con el sólo propósito de evitar la quiebra del sector financiero. Este hecho desmiente por si sólo la idea según la cual los Estados (los gobiernos) sólo gastan lo que recaudan. El Estado, al ser el único emisor del dinero, también redistribuye (o reconcentra) la riqueza por medio de intervenciones fiscales y monetarias. Es por ello –señala Martins- que tenemos el derecho a preguntarnos ¿Si es posible destinar 5.000 billones de dólares para salvar los bancos, por qué una cantidad similar no se emplea para asegurar una vida digna para todos? Los 5.000 billones representarían unos 770 U$ para cada habitante del planeta, ó 2.1 dólares al día sobre una base anual.

Según el Banco Mundial, este es un mundo donde 2.7 mil millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares por día, y 1.1 mil millones de personas con menos de un dólar por día. Por otro lado, se puede cuestionar también ¿Por qué no destinar esos 5.000 billones de dólares para infraestructuras y servicios públicos en todo el mundo? Al mismo tiempo debemos tomar la iniciativa para demostrar con datos de la misma Naciones Unidas que estos recursos serían suficientes, por ejemplo, para reducir el hambre en el planeta, disminuir significativamente el contagio a las muertes provocadas por pandemias y enfermedades como el SIDA o la diarrea, para asegurar la educación universal, etc.

En verdad, estamos viviendo momentos de inquietud con respecto al futuro, y esta legítima y razonable preocupación obedece a la incertidumbre del impacto que pudiera producirse en la vida cotidiana de los trabajadores en relación al empleo, los ingresos y la seguridad social. Son momentos difíciles y de lucha activa para no permitir que esta crisis, que pudiera ser progresiva, afecte el desarrollo social de nuestros representados, disminuyendo así el ya deteriorado poder adquisitivo de los trabajadores aumentando con ello la miseria y la pérdida de empleos.

La experiencia y la misma historia han demostrado que cuando se han presentado crisis del capitalismo como esta, por lo general, los gobiernos transfieren fondos públicos al sector privado como está ocurriendo en estos momentos. En consecuencia, ante la presencia de la amenaza de mayor desempleo, más fragmentación de la producción y la eliminación de los beneficios sociales, es conveniente intensificar, como ya ha sido acordado y aprobado en las resoluciones y conclusiones del taller “Concepto, Contenido y Promoción del Trabajo Decente” realizado el pasado año en la ciudad de Guatemala, la construcción de una plataforma permanente de movimientos sociales, tanto en el ámbito nacional como internacional. Esta unidad de acción es fundamental y básica para llevar hasta sus últimas consecuencias nuestras demandas y exigencias de modo tal de no permitir que esta crisis la paguen, como suele suceder, los trabajadores.

Ante la crisis, prudencia, prudencia y más prudencia, innovación, y sobre todo, unidad de criterio para la acción.

¡FELIZ AÑO PARA TODOS!

José Ramírez
Secretario General
FITTVCC/ORI

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