Por segunda vez, consideramos necesario compartir con la ciudadanía que nos hace el inmenso honor de leernos semana a semana, el enorme regocijo que nos embarga ante el triunfo inobjetable y contundente del Referéndum de la Calle, recientemente ocurrido en Francia.
Se ha generado la derrota de uno de los más acariciados proyectos del neoliberalismo en lo que respecta a la clase trabajadora: revertirle los derechos que todavía le quedan; o lo que es lo mismo, imponer lo que se conoce como “Flexibilidad Laboral”, que en Francia se conoció como el proyecto de “Contrato de Primer Empleo” (CPE), ya hoy sepultado.
Para quienes hemos venido insistiendo, una y otra vez, en el poder de la Democracia Callejera, lo acontecido en Francia tiene una enorme trascendencia. Y es que el concepto de democracia se ha revitalizado adquiriendo nuevas dimensiones, por cuanto la calle sirve para recordarle a un gobierno lo transitorio de su mandato; la calle sirve para que las máximas autoridades políticas electas en las urnas, entiendan que no pueden ir en contra del sentimiento de la gente y de su ciudadanía, cuando de justicia social, de equidad y de paz se trata.
El ejemplo francés nos da enormes lecciones y nos da nuevos aires e inyecta renovadas energías para quienes hemos decidido apostar por la calle como el instrumento democrático para la derrota estratégica del denominado TLC.
Ese TLC pierde cada día más espacio, luego de los contundentes argumentos en su contra que se han conocido en estos días, desde respetables y prestigiosas instituciones de la democracia costarricense, como la Defensoría de los Habitantes de la República y la Universidad de Costa Rica (UCR).
Estando en el año del 150 Aniversario de la Gesta Heroica de 1856 que generó las condiciones para una identidad nacional muy particular del ser costarricense; la mejor manera de celebrarlo es seguir potenciando la resistencia cívica y pacífica bajo el concepto de Referéndum de la Calle, para estremecer los cimientos de una institucionalidad podrida que necesita una renovación estratégica y profunda.
La derrota del TLC, a través del ejercicio de la Democracia Callejera, nos dará la potencia suficiente para transformaciones radicales que amplíen la práctica de la democracia en nuestro país, restringiendo el poder autoritario de ciertos grupos que han atropellado esa democracia, basados en el dineral que aceleradamente han acumulado con las reformas neoliberales.
Con el Referéndum de la Calle podremos reencausarnos por los senderos de justicia social, de equidad distributiva y de movilidad social, que nos hicieron tan diferentes con respecto a los otras nacionales hermanas centroamericanas; hundidas todas en la más absoluta pobreza, en la violencia más irracional y en un sistemático proceso de degeneración de la convivencia civilizada a raíz de las espantosas políticas de concentración de la riqueza. Esto no lo queremos para nuestra amada Costa Rica y con el motor del ejemplo francés, seguimos adelante hasta derrotar el TLC.