Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
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Los promotores de esta asquerosa iniciativa tienen nombres y apellidos y es conveniente que el país los identifique con toda claridad: Oscar Arias Sánchez (Presidente de la República), Rodrigo Arias Sánchez (Ministro de la Presidencia), Marco Vargas Díaz (Ministro de “Coordinación Institucional”) y Francisco Jiménez Reyes (Presidente Ejecutivo de Japdeva). Los cuatro están en una especie de colusión militante (pacto ilícito en daño de tercero en este caso, la cosa pública), a fin de entregar el más importante patrimonio portuario nacional a un consorcio privado transnacional que, con toda seguridad, debe tener unos cuantos socios nacionales, cuyos nombres deberían decírsele abiertamente al país.
Somos del criterio de que la mal llamada “indemnización” que el indicado cuarteto coludido le está ofreciendo al personal de Japdeva, a cambio de que se acepte la privatización-concesión de los muelles de Limón y de Moín, constituye la más grande mordida de la historia nacional, pues se está hablando de una cantidad de dinero impresionante: 137 millones de dólares, unos ¡80 mil millones de colones!, para ser repartidos entre unos 1300 funcionarios de Japdeva, a cambio de que éstos se dejen “privatizar”.
Jamás la historia costarricense registra algo de similar magnitud, analizando que la definición de mordida significa “provecho o dinero obtenido de un particular por un funcionario o empleado, con abuso de las atribuciones de su cargo”, aunque en este caso se trata de jerarcas públicos del más alto nivel los que estén ofreciendo esa mordida.
También podríamos llamar a esa mordida, con el concepto de soborno, pues éste es una “cosa que mueve, impele o excita el ánimo para inclinarlo a complacer a otra persona”, nada más que en este caso de Japdeva, esa “cosa”, es miles de millones de colones, que usted, que la ciudadanía, que toda la población costarricense, tendremos que pagar porque no será plata que salga de los bolsillos del cuarteto coludido, sino que se le cargará a las finanzas públicas.
Así ha sido reconocido por el “padrinazgo” de esta sucia operación: el periódico_ “La Nación”_, cuyo principal dueño, don Rodolfo Jiménez Borbón (don “Popo”), fue uno de los más fuertes contribuyentes de la campaña electoral de doña Laura Chinchilla Miranda. En el editorial del periódico de don “Popo”, del pasado viernes 12 de junio, se dice claramente: “_…; todo con cargo al fisco; es decir, pagado por el resto de los ciudadanos”_.
Ante este corrupto panorama, surge una gran pregunta: ¿Cuál es la verdadera realidad del negocio portuario limonense, al punto de ofrecerle a su personal una mordida de 80.000.000.000 (ochenta mil millones de colones)?… ¿De cuánto será la ganancia privada a extraer de tal negocio, al punto de que el Presidente Ejecutivo de Japdeva, el señor Francisco Jiménez Reyes, esté promoviendo una condenable campaña de terrorismo psicológico y de agresión ideológica en contra del personal de Japdeva, amenazándole de que se “quedarán” sin nada sino aceptan la concesión-privatización?…; es decir, se quedarían sin la mordida.
Aunque está claro que la plata de la mordida más grande de la historia nacional, saldrá de fondos públicos, el cuarteto coludido promotor de la privatización de Japdeva ni siquiera ha indicado cómo se hará el desembolso, de cuál partida presupuestaria saldrá tanta plata, cómo será el trámite y cuál es la legislación que promoverá para que esa mordida se “legalice”; cuánto tiempo tardará, etc., etc.
Todo esto, en verdad es escandaloso, condenable y totalmente corrupto. Por lo menos, elevamos nuestra más enérgica protesta y expresamos nuestro más grande repudio de que al pueblo se le saque de su bolsillo semejante cantidad, 80 mil millones de colones, para ser repartida, para comprar la conciencia, de 1.300 trabajadores, como si éstos fuesen los propietarios de una institución pública como Japdeva. Todos deberíamos reaccionar en contra de semejante corruptela.