De los 24 millones de habitantes de Irak, 10 millones necesitarían ayuda después del ataque militar estadounidense; habrá miles y miles de muertos y heridos. La niñez y la adolescencia iraquí serán, dolorosamente, quienes más sufrirán (el 48 % de la población iraquí tiene menos de 14 años). Hasta un millón de personas tendrán que abandonar sus hogares, convirtiéndose en refugiadas de guerra.
Si bien Irak está gobernado por un hombre con poderes dictatoriales y que ha atropellado los Derechos Humanos de poblaciones étnicas distintas a las de su propio origen (como la población kurda); esta no es causa suficiente para la descomunal agresión militar estadounidense que se avecina. Estamos de acuerdo en que el régimen político iraquí debe ser despojado de cualquier arma de destrucción masiva, pero jamás la vía de la agresión militar debe legitimarse para ello. Es más, creemos que ningún país del planeta debe tener armas de semejante impacto destructivo, por más poderoso que sea.
Las razones de un eventual ataque de los Estados Unidos contra Irak son otras. Por ejemplo, la necesidad de tener control directo sobre los 112 mil millones de barriles de petróleo que tiene Irak en su subsuelo (las segundas reservas más grandes del planeta, después de las de Arabia Saudita), es una de las verdaderas razones para semejante agresión.
Otra razón no menos poderosa es la necesidad de la reactivación que necesita, con urgencia, la economía estadounidense, cuya industria de guerra es vital en tal sentido. El gasto militar estadounidense, público y privado, está detenido, por la acumulación en bodega de enormes cantidades de material bélico que ya se está volviendo obsoleto; así como la imperiosa necesidad de probar los nuevos inventos para la guerra, como la bomba eléctrica.
A pesar de la inminencia de esta agresión militar, que jamás puede conceptuarse como una verdadera guerra, en ANEP creemos que la paz es posible y desde ya, condenamos, de manera enérgica la acción bélica estadounidense contra el pueblo iraquí. En su momento, con la misma energía y vehemencia, condenamos los viles ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001, que tanto dolor provocaron en la gran nación del norte de América y en todo el mundo.
Sabemos que el pueblo trabajador de ese gran país, que es los Estados Unidos de América, no comparte la acción de su gobierno. Sabemos que las grandes transnacionales que controlan la comunicación mundial, manipulan la información en torno a Irak. Todavía queda mucha gente confundida y/o engañada; pero, aún así, pese a la engañosa estratagema desinformativa, millones y millones son ya plenamente conscientes de las verdaderas intenciones del Presidente Bush y de sus socios de las compañías petroleras y de la industria militar.
La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), expresa su condena enérgica a las acciones militares estadounidenses contra el pueblo iraquí. Nos unimos al amplio, diverso y creciente clamor mundial a favor de una solución pacífica en el caso de Irak. Hacemos un llamado para que todos y todas nos pronunciemos por la paz.
San José, Costa Rica,
25 de febrero del 2003