Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
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Estamos en el año del 60 aniversario de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En su artículo 23, inciso 4), esta histórica declaración estableció que “Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”. Es decir, organizarse en sindicatos para defender los intereses correspondientes (patronales ó laborales), es un Derecho Humano Fundamental.
Casi un año después, el 7 de noviembre de 1949, en Costa Rica se promulgó la Constitución Política que todavía nos rige. En nuestra Carta Magna aún vigente (aunque maltrecha por tanta violación neoliberal), leemos en su artículo 60 (primer párrafo): “Tanto los patronos como los trabajadores podrán sindicalizarse libremente, con el fin exclusivo de obtener y conservar beneficios económicos, sociales o profesionales”. Es decir, organizarse en sindicatos para defender los intereses correspondientes (patronales ó laborales), es un Derecho Constitucional.
60 años después, la palabra “sindicato” es sinónimo de despido en muchísimas empresas privadas. Los ataques a la Libertad Sindical son descomunales, cada vez que un trabajador o una trabajadora invocan los mencionados artículos buscando proteger sus derechos laborales, al amparo de la organización sindical. En empresas de autobús, en tiendas, en comercios, en fábricas e industrias, en labores agrícolas, etc.; se da la persecución sindical desde formas abiertas y descaradas, hasta formas encubiertas, solapadas y chantajistas de todo tipo.
Esta afrenta a la democracia no puede continuar más. La Libertad Sindical es un Derecho Humano Fundamental, así consagrado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Política del país. No podemos seguir hablando de democracia si ésta, en el plano de la producción, solamente es accesible para una de las dos partes fundamentales de la relación laboral: para el patrono. Los patronos tienen sus sindicatos y funcionan con gran tranquilidad, sin persecuciones y ejercen un gran poder en la sociedad.
Como bien vimos, los sindicatos patronales funcionan amparados al mismo artículo constitucional en que deberían funcionar los sindicatos obreros en las empresas privadas. Los sindicatos patronales, conocidos en Costa Rica con el nombre de “cámaras”, agrupan a los empresarios según su actividad. Así tenemos sindicatos patronales en el comercio (Cámara de Comercio); sindicatos patronales en la industria (Cámara de Industrias); en la actividad agropecuaria (Cámara de Agricultura); en los medios de prensa (Cámara Nacional de Medios de Comunicación Colectiva); sindicato patronal de los dueños de los buses (Cámara Nacional de Transportes); sindicato patronal de los empresarios hoteleros (Cámara de Turismo); etc., etc.
Sin embargo, como indicamos, muchos trabajadores y no pocas trabajadoras que laboran en las empresas agrupadas en las mencionadas cámaras, no pueden ejercer el mismo Derecho Humano Fundamental que sus respectivos patronos, es decir, agruparse en sindicatos. Se les impide el acceso al disfrute pleno del artículo 60 de la Constitución Política de Costa Rica, la Libertad Sindical.
Este problema grave que tiene la democracia costarricense es de amplio manejo más allá de las fronteras del país. Por ejemplo, Costa Rica, por ser un país que de manera reiterada violenta la Libertad Sindical, tiene un expediente negativo en el seno de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ente mundial de carácter tripartito, dependiente de Naciones Unidas y del cual somos país miembro.
No más llegado al poder, en el mes de junio del 2006, el actual mandatario costarricense visitó la sede de la OIT, en Ginebra, Suiza y emitió un grandilocuente discurso (como es usual en él), sobre los Derechos Humanos. Es más, ante la inminencia de que Costa Rica recibiera una fuerte llamada de atención de parte de la OIT por las violaciones a la Libertad Sindical, don Oscar Arias asumió varios compromisos para que el país no quedara manchado ante la comunidad internacional del mundo productivo-laboral. Dos años después, estamos peor: más violaciones a la Libertad Sindical. Se acerca una nueva conferencia global de la OIT y nos preguntamos: ¿qué va a decir el Gobierno con relación a la palabra empeñada por el Presidente Arias?…
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