En deuda con usted, por tercera vez. El asunto de que “los ricos quieren pagar más impuestos” en su segunda parte, lo postergaremos por una semana más. Disculpas por ello.
Es que este asunto de la privatización del servicio de energía eléctrica, a cargo del ICE por más de seis décadas, es una cuestión de enorme relevancia para toda la sociedad; especialmente para la clase trabajadora y para todo ese empresariado micro, pequeño y mediano que ha estado abandonado, durante tanto tiempo, de apoyo estratégico por parte de la política pública.
El pasado lunes 26 de setiembre, con mucha emoción, vimos de nuevo la “_mancha amarilla_” por las principales calles capitalinas. Efectivamente, los sindicatos del ICE dieron el campanazo de salida para un nuevo episodio de su ya legendaria lucha cívica, que los ha llevado a dejar de lado las cuestiones corporativo-gremiales, para asumir tareas estratégicas en defensa del bien común, de la integración social, de la propiedad nacional del patrimonio público heredado; y, en defensa de un modelo de desarrollo económico con importantes niveles de equidad que había puesto a Costa Rica como ejemplo regional y mundial.
La historia moderna de nuestra querida Costa Rica tendrá que consignar la trayectoria cívica de la clase trabajadora iceísta y de sus organizaciones sociolaborales, en los últimos veinticinco años; a partir de la primera lucha con sentido patriótico que fue contra la imposición de la transnacional Millicom, en el primer gobierno de Oscar Arias Sánchez (1986-1990). A partir de ahí son constantes las acciones de los sindicatos del ICE en defensa de esta institución y de lo que la misma ha representado para la igualdad social en Costa Rica.
Luego de la caída del Muro de Berlín, en 1989, cuando los partidos Liberación y Unidad, renegaron de sus filosofías políticas (la Socialdemocracia y el Humanismo Cristiano, respectivamente), para entregarse ambos al neoliberalismo; y cuando se dio la desbandada de toda la izquierda “_clásica_” costarricense por la caída del bloque de países socialistas; en Costa Rica, especialmente en esa dura década de los años 90’s, la lucha contra el desmontaje del Estado Social de Derecho que nos fuera heredado de las generaciones anteriores, pasó a ser asumida por diversos movimientos sociales y, específicamente, por algunos de carácter sindical, como las agrupaciones del ICE.
Esta historia está por escribirse y hay deudas cívicas pendientes para honrar a muchos hombres y muchas mujeres que, con los gremios del ICE como vanguardia, asumieron importantes desafíos históricos en defensa de una particular forma de ser costarricenses, hoy en riesgo total de desaparecer por obra de esa globalización neoliberal anticristiana de signo financiero-bancario.
Los sindicatos del ICE nos llaman ahora a la lucha en defensa del modelo eléctrico exitoso que le dio el ICE al pueblo costarricense. Los que en el seno de la Asamblea Legislativa y fuera de ella quieren desaparecerlo, no tienen cómo refutar realidad como la de que con el ICE se tiene una cobertura eléctrica de un 99.3 del territorio nacional (la más alta de la América Latina), y a precios muy favorables.
La “_mancha amarilla_” que nuevamente se lució por las principales avenidas del centro de San José, revaloró, relegitimó, reconfirmó, la validez de la protesta cívica del concepto de Democracia de la Calle, como una forma apropiada de los pueblos que necesitan llamar la atención de sus gobernantes para exigirles cambios de rumbo y/o adopción de políticas públicas en pro del bien común y del bienestar de las mayorías.
La manifestación iceísta de este lunes 26 de setiembre, otra histórica página en el transcurrir cívico del movimiento laboral del ICE, nos llama la atención para que defendamos, como pueblo, el patrimonio eléctrico nacional hasta ahora al servicio de la gente, del bien común.
Los sindicatos del ICE, a través de su coordinadora de unidad, el Frente Interno de Trabajadores y de Trabajadoras –FIT-ICE, nos indican (entre otros aspectos dados a conocer con la indicada manifestación), que es necesario “_conservar y fortalecer el modelo eléctrico actual, con orientación de servicio al costo, universal y solidario_”. Para ello le proponen al gobierno de la Presidenta Chinchilla un “_diálogo respetuoso con sectores sociales, ambientales y productivos_”; que, por ejemplo, dé como resultado un “_plan de contingencia_” que contemple, entre otros aspectos, “_el financiamiento de los proyectos planificados y en ejecución, incluidos en el Plan de Expansión de la Generación definido por el ICE_”. Además, lanzan la iniciativa de que se promuevan reformas legales “_para que los fondos de pensiones del país puedan ser invertidos en proyectos eléctricos construidos por el ICE_”.
También destaca en este planteamiento sindical del FIT-ICE, la indicación de que “_es necesario fortalecer las empresas municipales de servicio público y las cooperativas de electrificación rural_”; reconociéndoseles su importante papel de contribución al desarrollo eléctrico nacional, al llevar la luz a los rincones más alejados del país, bajo conceptos de Economía Social pero sin afán de lucro mercantil. Toda una lección sindical con profundo contenido cívico.