En la noche de San Juan, las poderosas energías solares actúan sobre la tierra porque es muy cercana al solsticio de verano para el hemisferio norte y de invierno para el sur. Estas poderosas energías, armonizan y actúan sobre la tierra multiplicando los esfuerzos, que nada tienen que ver con un “absurdo realismo mágico” que atribuyen al Movimiento del No al TLC. Por eso, el día 23 de junio del 2007, quedará grabado en la memoria patria por muchas razones.
Una razón es que los 81 cantones, se organizaron en forma casi espontánea y a una velocidad impresionante para atender el llamado al referéndum. Con enorme mística han trabajado para alertar a sus vecinos sobre el inminente peligro para la institucionalidad y la soberanía, que representa un Tratado que no fue negociado, sino que constituye una imposición inaceptable. También en cada cantón funcionan comités distritales con impecable organización y siguen bajando a nivel de barrios y hasta de cuadra. El motor que nos mueve es la mística y el amor a la Patria. El dinero y la codicia no logran tanto fervor.
Lo más impresionante ha sido que en pocos días se hizo un llamado a participar en el lanzamiento de la campaña y la respuesta fue masiva e instantánea. Nunca antes habíamos visto algo así, nada había movido a tanta gente en tan poco tiempo.
Cada comité trabaja con total autonomía y perfecta coordinación con la organización nacional. Las organizaciones sociales son parte importantísima de la lucha, pero quienes luchamos contra el TLC no lo hacemos para servir a intereses gremiales o sus luchas históricas. Los partidos políticos pueden venir a apoyarnos, pero no nos llevarán a sus huestes ni podrán capitalizar la lucha, porque quienes estamos en ella tenemos el corazón abierto a la gran diversidad que integra el movimiento, pero a la vez somos gente pensante que sólo aceptará una propuesta inclusiva y solidaria. Eso no es exactamente lo que los partidos ofrecen. Toda persona que quiera acompañarnos es bienvenida, pero nadie logrará servirse del movimiento porque la única bandera que nos guía es blanca, azul y roja.
Cuando el Rector Eugenio Trejos dirigió el discurso final en la inauguración de la Campaña Patriótica, fue su corazón el que condujo sus palabras llenas de emoción que fluyeron con la misma fuerza patriótica que alguna vez condujo al *Presidente Mor*a y a los héroes del 56 a la Guerra Patria.
No es sedición decir que “sobre mi cadáver pasará el TLC”, como tampoco lo fue enfrentar a los filibusteros. Quienes estamos dispuestos a dar la vida, lo decimos con sinceridad, espíritu de sacrificio y determinación y sabemos bien a qué nos referimos. No dejaremos que nuestra nación se extinga con una anexión en la que cobardemente se claudica y se entrega todo.
No es irrespeto tratar de mercaderes y vende patrias, a quienes así se han comportado deshonrando las posiciones con las que les distinguimos y no han correspondido con decoro y probidad. No es rebeldía llamar a lanzarnos a las calles si irrespetan la pureza del sufragio impulsando con furor la agenda paralela, garantizándose así “del ahogado el sombrero”. Si el TLC no pasa, se apoderarían ilegítimamente de las más valiosas instituciones del país.
El acto en el que participamos, fuese desde el interior del auditorio de la Conferencia Episcopal o en la calle donde la alegría contagiosa, desbordaba los límites de la emoción, el evento puede calificarse de históricamente incomparable.
Ningún partido político ha conseguido una unidad patriótica desinteresada como la que hemos alcanzado, nunca se había visto algo así. Esta actividad estuvo por encima de los partidos y las organizaciones que la impulsaron, donde el protagonista fue el pueblo y quien ha de beneficiarse de este acto insólito ha de ser el mismo pueblo.
La energía emitida desde esa trinchera, vibrará hasta alcanzar el último rincón del país traducido en un renovado espíritu de lucha y mística nunca antes visto. Termino estas líneas precisamente en la Noche de San Juan.
Junio 24, 2007
Fuente: Tribuna Democrática