Por eso, afirmar sin empacho que solo hubo un poco más de 20 mil manifestantes es, además de ceguera y torpeza política, un acto de corrupción mediática de espernible degradación. El filósofo Heidegger dice que toda forma de depravación moral comienza cuando la palabra se degenera, porque la palabra decían los griegos, es lo que caracteriza al ser humano.
Ante hechos de esta perversidad, uno se pregunta horrorizado cuál es la ética que rige en ciertos medios de comunicación, qué principios morales les habrán inculcado a ciertos periodistas (?) en los hogares y en las universidades en que fueron educados (?)…
Pero lo más importante de esa historia y patriótica manifestación fue, además de la apoteótica asistencia, su composición social y su carácter básicamente político. Por ello, para hacer un mínimo y elemental análisis de la misma, debemos tomar en cuenta, no solo el aspecto cuantitativo sino también el cualitativo. Contrariamente a otras manifestaciones masivas, como fueron la de los maestros (1996) o la del Combo del ICE (2000), que fueron sectoriales y, por ende de carácter reinvidicativo y , por ello mismo, hegemonizada por los gremios sindicales, la que acaba de pasar fue fundamentalmente política y de carácter englobantemente nacional. No la hegemonizaron los sindicatos, si bien siempre han tenido una participación protagónica.
La participación de los jóvenes, tanto universitarios como de secundaria, no fue tan numerosa proporcionalmente hablando, como en anteriores ocasiones. En cambio, un sector social tradicionalmente reticente a este tipo de expresiones políticas como es el campesinado, los empresarios no transnacionalizados y sectores de comerciantes, se hicieron presentes. A ellos hemos de añadir un grupo de más de 15 sacerdotes.
El país estuvo semiparalizado, hasta el punto de que los empresarios reconocieron que las pérdidas por ellos sufridas fueron cuantiosas.
Merece igualmente destacarse la disciplina que se observó. Todos los grupos, incluso aquellos que gustan de cierto pintoresquismo “revolucionario”, respetaron las directrices de los organizadores, lo cual revela que los más diversos grupos se sometieron democráticamente a una conducción única.
Todo lo anterior demuestra a las claras que se ha configurado una nueva mayoría que adversa la política que en los últimos veinte años han impuesto los partidos tradicionales. Ya nadie puede ignorar que una nueva geografía política ha surgido en el país. Ahora es necesario entablar un diálogo nacional sobre el tipo de país que queremos. Por que la manifestación del lunes 26 no fue solo de protesta, también dotó al país de una agenda política. Aquella que habrá de marcar el rumbo del siglo XXI.
Fuente:La Republica