Los delitos cívico-políticos de los hermanos Arias

Hay que recordar que don Oscar, el “presidente formal”, ganó la Presidencia de la República sin transparencia, casi llegando al límite del fraude, pues fue necesario esperar un mes y contar los votos uno a uno para determinar su “gane”.

El tribunal electoral (que luego le rendiría pleitesía), se negó a un auditoraje ante notables “inconsistencias”, como eufemísticamente se le llamó a los chanchullos que mancharon tal elección.

El dúo presidencial engañó, miserablemente, a la ciudadanía con la falsa promesa de una reforma tributaria. Es más, cometieron una estafa política porque anduvieron diciéndole a la gente que si le dábamos “su” TLC con Estados Unidos, compensarían sus efectos negativos con una reforma tributaria.

Obtuvieron ese tratado, en medio de las más escandalosas y sucias maniobras político-electorales, y nada de reforma tributaria. Los grandes capitales que ellos beneficiaron con “su” TLC, siguen sin pagar los impuestos directos que deberían aportar a la sociedad. Dejan las arcas vacías: ¿Y ahora cómo hará doña Laura para financiar las redes de cuido; para invertir los 57 mil millones de colones prometidos en seguridad; para los aumentos salariales?… ¿Se despedirá gente en el sector Público?…

Ésta, en su mayoría abrumadora, sigue castigada con una tributación indirecta, profundamente regresiva, que genera gigantescas injusticias y un no menos gigantesco proceso de concentración de riqueza que el dueto presidencial apuntaló indiscutiblemente.

“Ganaron” ese TLC con trampa, triquiñuelas y lograron que sus “leyes de implementación” se aprobaran, atropellando fuertemente la institucionalidad republicana; luego de que le doblaran el brazo a la constitucionalidad judicial; una vez que el tribunal electoral se les entregara en el proceso del referéndum sobre el TLC.

Quedará para la historia qué fue lo que ofrecieron, con qué amenazaron, cómo compraron, a los diversos altos jueces de la República, para lograr que éstos le abrieran de par en par las puertas al insaciable capital transnacional que ya ha empezado a devorar nuestra institucionalidad; especialmente la parte más sangrienta de ese capital: el centroamericano.
Nada hicieron por las miles de personas trabajadoras del sector Privado, que sufren estrechísimas situaciones económicas, pues ni siquiera ganan el salario mínimo de ley, ya de por sí bajo.

Para ser exactos, unas 600 mil personas son explotadas de manera inmisericorde, generando los fuertes segmentos de pobreza que, paradójicamente, son las bases electorales que a gente como los Arias les permite acceder al poder, pues es la base del clientelismo reproductor del sistema de exclusión social que se está entronizando en el país.
El asalto, por medio de Golpe de Estado, a la libertad y la autonomía sindicales, en el caso de los muelles de Limón y de Moín, buscando su privatización; es otro de los episodios más repudiables que protagonizaron los Arias.

Mientras dejan los CEN-CINAI en condiciones deplorables, a su personal en condiciones de sobreexplotación casi esclava, así como a miles de niñitos y de niñitas atendidos de manera precaria; la corruptela de la privatización de Japdeva llega al cinismo delicuencial más impresionante ejecutado por político alguno en el poder: ofrecer una mordida de ¡80 mil millones de colones¡ (80.000.000.000.00), para que se lo repartan 1.400 personas; el soborno más espectacular de la historia republicana costarricense.

Ni el 20 % de su oferta de vivienda, fueron capaces de honrar. Se atragantaron con almuerzos carísimos y mucha de la gente que, manipuladamente, les dio el voto, se quedaron burladas, “viendo para el ciprés”.

No más entrando a gobernar, don Oscar se fue a Ginebra, Suiza, a la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para saldar la enorme deuda moral y ética del país con la legislación laboral internacional. Aquí también le tomaron el pelo a este relevante organismo mundial y le heredan un tortón a doña Laura, que ha de quedar expuesta como cabeza de un gobierno que deshonra su palabra empeñada ante la comunidad planetaria del mundo laboral.

También le hicieron trampa a la humanidad con el cuento de “paz con la naturaleza”. Nada más falso, demagógico y de doble moral. Crucitas, Baulas y el abandono criminal de muchos parques nacionales, desnudan completamente su desprecio por la Madre Tierra.

Finalmente, aunque se queda mucho más por decir, dejaron sentadas las bases para la reversión dramática de derechos laborales en el sector Público, con su proyecto de salario único. De la misma forma, dejan en el umbral del desempleo, a miles de humildes trabajadores municipales, con su ley de privatización de los servicios de las municipalidades; aprobando ésta a espaldas de la gente, sin transparencia, a hurtadillas. Le dejan a doña Laura un barril de pólvora con mecha incluida.

Y todavía tienen el cinismo de decir que le “devolvieron” la confianza a Costa Rica. Probablemente a la de los más de arriba, porque para quienes estamos abajo y en medio, la vivencia cotidiana es difícil, estresante, insegura, incierta…

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