_Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna. _
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Aunque esos cambios pueden ser tenues en unos casos, relativos o profundos en otros, lo real es que las abusadoras oligarquías neoliberales, en muchos casos asesinas, de la América Latina, están realmente alarmadas y en franco retroceso.
Luego de los genocidios del cono sur y de las matanzas centroamericanas, las democracias “controladas” latinoamericanas parecen convertirse en verdaderas; pues los sectores que fueron masacrados y postergados, los de abajo, asumen papeles protagónicos y llegan a los gobiernos para saldar las enormes deudas sociales que han dejado por estas tierras, los famosos programas de ajuste estructural, las aperturas comerciales sin restricción, las privatizaciones, las exacciones y el saqueo de los patrimonios públicos.
Utilizando las propias reglas del juego electoral oligárquico, diseñadas para la preservación del totalitario poder tradicional del dinero, de la corrupción y de la compra de conciencias; varios pueblos latinoamericanos están escribiendo grandes páginas de gloria y de reivindicación social jamás presenciadas antes.
La revolución democrática e institucional de los de abajo, está generando verdadero terror en los hasta ahora intocables círculos del tradicional poder neoliberal en nuestros países; poder que ya perdió su condición hegemónica en la América Latina
Admiramos el coraje, la valentía y el empeño pese a toda adversidad, de pueblos como el argentino, el brasileño, el uruguayo, el boliviano, el ecuatoriano, el venezolano, el mexicano y el nicaragüense que, con el arma de las urnas, decidieron empezar a ejecutar la subversión del “orden” ideológico dominante; es decir, el “orden” de las dictaduras mediáticas, el “orden” de la abusiva concentración de la riqueza, el “orden” del mercado totalitario, el “orden” de la corrupción, el_ “orden”_ de las partidocracias podridas y degeneradas, el “orden” de la televisión silicona.
Pero también, hoy dejamos constancia de nuestra admiración por la capacidad de resistencia que tiene el pueblo costarricense, el cual se ha enfrentado a ese “orden”, durante los últimos veinte años; desplegando una resistencia heroica que ha impedido, hasta hoy, que la oligarquía neoliberal criolla y sus socios extranjeros, hayan saqueado completamente el patrimonio público heredado de las generaciones anteriores.
En Costa Rica también caerá ese tradicional poder neoliberal. Éste todavía se mantiene en condición “ofensiva” producto de las trampas que hizo dentro de sus propias reglas electorales. Ahora lo sustenta una coalición de capitales oligárquicos criollos y sus pares sangrientos centroamericanos, la cual se sostiene por el apoyo de una práctica periodística completamente degenerada y prostituida de ciertos medios de la denominada “gran” prensa. Esto no durará mucho tiempo.
El régimen caerá y arrastrará a toda la podredumbre que ha venido pervirtiendo la institucionalidad social y democrática que construyeron nuestros padres y nuestras madres, nuestros abuelos y nuestras abuelas, de todas las ideologías políticas que conformaron el ser costarricense. A nosotros, a los de abajo de Costa Rica, también tenemos reservado un lugar de privilegio en esta gran ola de cambios latinoamericanos de carácter histórico.